jueves, noviembre 28, 2024

De dos A A murcianos a los del de, soberbios; océanos

  Dos jóvenes de Murcia acuden a una gran  urbe. Esta, les acoge en una mezcla de gracias por tenerla de referencia y de condescendencia porque os tragaremos en el anonimato ante nuestra grandeza, en cuanto os entreguéis:

 Acudís a la ciudad que nunca duerme con vuestros sueños. Os comeremos en lo que nos sirva, os borraremos de la lista de visitantes, como eliminamos los versos de Miguel Hernández, 

   La ciudad que come y deglute 

   No muy lejos, las élites servidoras de los dueños, reciben lecciones de quienes, dice Susana George, elaboran los argumentarios para la permanencia de sus pagadores.

   Jefes, pagando a los brujos de la tribu. Jueces, avivando fuegos para que nos entretengamos apagándolos, mientras los dueños se enriquecen ofertando extintores y nuevas viviendas.

   Colocado en el púlpito; sobreviviente de haber servido a corruptos. Por esto mismo, soberbio porque la patina de oro de la impunidad que le reviste, se busca inmortalizar como esos sacerdotes enviados para la sumisión de nuestras cotidianas doble A, Antonio y Arturo, adolescentes creadores de la identidad profunda e indeleble de todos los que habitan ciudades invisibles 

   Allí, ungido en tarima, expele pútridas palabras para menospreciar a nuestros pequeños yo, buscadores de identidades y futuros desde pupitres, atendedoras de cajas o barras.

  Cobrador del frac ante quiénes se someten a ser ejecutores en empresas sin patria. Les recuerda a quien pagar, pero con su voluntad atrapada, y a quien despreciar aunque de ahí provengan ellos.

   Ironía es una nueva diosa, expone a quien, solo es por a quienes sirve, para dar sus peroratas trufadas de mentiras y desprecios, bagaje envueltos en papeles de regalos inmensos para tan pobres mensajes.

   La diosa enfrenta a los anteriores con un espejo convertido en ventanal que les devuelven las imágenes de quienes han crecido por si mismos o buscan sendas donde Janis Joplin les energuice para ser ellas mismas.

   Caminantes por las calles, Big Mamá destruyendo la fatuidad "de" Eloy, saga de criados pagados para someter. Ferocidad de una voz para los hacedores de sueños y vidas en las que sólo ser humanos, nada más grande, más normal en lo que somos en, ahora, nuestros, Arturo y Antonio, murcianos para más señas, reyes en palcos que todos debieran habitar por un dia, a lo sumo.

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