Es un día familiar. La semana ha sido larga; los pedidos, muchos y te han retenido dos o tres horas más de lo habitual. Uno de los días, ni tan siquiera has visto al niño.
El viernes cuando insinuaste que quizás debías quedarte para ponerte al día y no ir tan ahogado la próxima semana, tu mujer tenía cargado el coche; el partido del pequeño había sido este viernes y nuestros amigos tenían la autocaravana ya preparada.
Ella conducirá, ha añadido todo lo que necesitas está ya en el coche; con una firmeza a la que no he podido responder me ha cogido el ordenador y lo ha llevado al sitio imposible del garage.
A continuación nos hemos montado en el coche y David emocionado me ha hecho olvidar estos días tan intensos. Días tan intensos que nos hemos montado en el coche y a continuación me ha hecho olvidar David emocionado con su relato de lo acontecido en su parte, me dice que ha estado a punto de meter un gol y que el entrenador le ha nombrado el MVP junto a sus once compañeros.
Han llegado de noche, pero este paraje silencioso siempre le calma; abren las ventanas y el aire húmedo del agua del lago le abre la bañera para que todo se relaje, Reconstruye el amor como hacía tiempo que no lo experimentaba; los dos quedan agotados.
Al día siguiente, toman un desayuno opíparo, propio de aquella zona, sin ninguna prisa, hablan de las posibilidades que les ofrecen los lugares cercanos. Siempre estará una exposición de Miguel Ángel, que nos ata a la vida, al amor y al descubrimiento de lo que está detrás de nuestras máscaras.
Los niños quieren agua, y ellas se dan cuenta que los viajes ya están durante la semana, para las actividades, para los encargos. Se preparan para pasar el día en este curioso lago que está montado sobre tacitas que arrojan el agua sobre la que está más abajo. Son apenas 15 centímetros de caída, lo cual si le hicíeramos una foto de cerca parecía una cascadada. El espacio receptor ha ido siendo desgastado en su fondo, con lo cual ha creado pequeños rebufos, un agua que vuelve, en vez de seguir bajando, como otra parte hará, obediente a la física.
Esa pequeña caída reproducida durante 30 metros en cada una de las cuatro tacitas parece quedar dar la sensación de una marmita en ebullición. Sus blanquecinas aguas, sin oxígeno hacen olvidar que toda la demás superficie del agua está plana y su profundidad es la suficiente para bañarnos, pero, a la vez, nos permite relajarnos un poco en el cuidado de nuestros hijos.
Nos hemos quedado en la orilla, y estos han salido disparados. Era inevitable y es divertido estar viéndoles como se divierten y como el agua es tan buena compañera para darles la fatiga que ayude a terminar el día y para su alegría, esta inmediata
Como atraidos por una imán las dos pequeñas de los amigos y el hijo se acercan a esas pequeñas marmitas.
Ya están a 50 metros y eso por el agua, y en la actual forma física supone algun mínuto si tuvieran que llegar hasta ellos. Lo aprendieron hace tiempo y están a punto de dar una voz.
Cómo tragados por esas pequeñas tazas, los cuerpos son absorbidos. Emi, luego me recordará que le habían avisado de estas situaciones en el instituto, ya había corrido por la orilla para estar más cerca de ellos.
Esas caídas funcionan como una lavadora, te toman y te centrifugan pero no te sueltan. A no ser que apercibido bucees o que alguien, como ha sido nuestro caso, fuera de ese rebufo tire de tí para sacarte. Así lo ha hecho con dos y con la ayuda de la niña que agarrada a la orilla le daba seguridad a su madre.
El día corre y se les explica a los niños que el agua es tan dulce y agradable como poderosa e inhumana
No hay comentarios:
Publicar un comentario