Cuando Leopoldo, Haynes, Power y Parnell salen del cementerio, van cabibajoz, ensimismados y dispuestos a platicar de la vida, en la que se quedan.
En sus pasos encuentran otros pies que se arrastran más y otra cabeza aún más baja. Por un momento Leopoldo piensa que podría dar el nombre de este ser para que le enviará una esquela, y pudiera contemplar que está aquí, entre los vivos.
Le rodean con el ánimo de una manada, de meterlo en el medio para que se una a su cortejo. No parece querer entrar en ese mundo de sobrevivientes que tienen pensado celebrar su Bloomsday.
Sus pensamientos, aunque le han caido como una losa, de la que trata de emerger braceando y agitando suave su cabeza, comprende que pueden ser banales, que los que les puedan atrapar a estos sus compañeros. Quiere salirse de ese círculo infernal que es el contacto con los otros, pero estos no se desvanecen en su desesperanza de dentro de los muros, ni en su celebración de la vida de aquí fuera; al más puro estilo Irish forman una mele y le van arrastrando con la fuerza del pillier.
Sus pasos, ahora, se acomodan al grupo, aunque su cabeza transita entre los bordillos y las líneas azules de aparcamientos restringidos, las amarillas de prohibido aparcar, a no ser en ese pequeña villa, que sería cruel cerrará las calles a los escasos coches y las rojas, de "¡eh! aquí vivo yo, cuidado con el tiempo de parking, que puede ser reducido o penado si tienes la suerte que a la vuelta de esquina, este "el guardian de los centenares".
Marcha con todos ellos, constantes con su inquebrantable fe en vivir el instante y platicar de lo divino, humano y extrasensorial.
En esta pequeña masa tiene la esperanza de confundirse cuando pase por ese pub, que hoy, tiene decidido, que evitará pero al que, sin embargo, ellos le arrastran porque canta Mrs Breen, pelirroja y sonrosada extractora de las voces de los cielos, consuelo para las piedras que se alojan en el sarcófago de mi nublados pensamientos.
Al entrar, mecido y arropado por los susurros del escenario, se sobresalta por los espasmos sonoros de la mesa de al lado, donde suenan risotadas y burlas; pero que es eso, si ya está viajando hacía las estrellas con la voz de ella tirando al contenedor de lo vacúo su destrode toda su pereza intelectual.
Ahí, queda una nueva derrota. Van muchas,
No acierta a comprender.
Always look on the bright side of life
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