lunes, enero 11, 2021

Simpleza

 Cuando se acaban los inicios, desaparece lo que tratabas de expresar desde un punto en el que no habías trabajado. 

  El director se lanza a un vacío en el cual ha ido tejiendo redes que le ayuden a parar una posible caida. 

  Preparó un mundo, con camas viejas, catedrales antiguas, y vidas en transición. 

No sería fácil elegir si el sonido de una buena música, casi hecha a propósito para el tema que iban a desarrollar, debería introducirse o quizás el sonido ambiente y la propia historia la hirian sonorizando con los ritmos que se propusieran. 

Dogma era una opción, pero ¡era tanta la tentación de añadir sonido!.

Un río era un escenario difícil de encerrar en un pequeño gimnasio. Un curso de agua, agresivo, violento, trenzado con sifones, rulos y piedras a medio cubrir o descubiertas hasta ser las garras de una bestia que podía tragarte, no parecía tener ninguna chance para ser representado en un techado al que parecía llegarse con un pequeño salto.

Y sin embargo, debe reconocer que su planificación es magnífica, que sus ideas sobre la luz y los movimientos a realizar para que el público pueda sentirse parte del descenso por esas aguas, han sido geniales.

Si en algun momento ha albergado la esperanza de ser él algo por su propia iniciativa, era ahora, era mimetizarse en todo lo ideado por el autor de tan sugerente trabajo.

No lo hara, la obra se desarrolla; su papel es muy pequeño, intrascendente y sus propios matices no consigue que nadie los aprecie.

Nunca más volverá a actuar; sus sueños de crear sus propias coreografías se difuminan; al mínimo intento, como ahora, se engendra una maldición sin ningun fruto.

Cuando sale de la escena, recibe palabras sin mirada, como si se la hubiera vaciado el corazón. Incluso los jazmines y los tomillos parece que han acordado que los aromas caigan al vacío desde el fino alambre por el que se ha intentado mover.

 Abandonado, como Sergei Pulonin en mitad de una casa abandonada en pleno bosque, sueña renacer desde la nada. Andre Hozier clama para exorcizar a las bestias lanzadas a devorar lo que les marcan

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Siameses y mercader

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