Me acerco al Alhambra de Granada.
Hombre, mucha gente pasa muy deprisa delante de él. Me temo que, incluso algún descerebrado prefiera estar entrenando por el canal de slalom en aguas bravas, que acaban de construir y no se haya pasado, ni tan siquiera un rato para ver esta construcción tan cautivadora.
Desde el Albaicin, cada tramo lo encuentras construido por manos expertas, te imaginas a los obreros poniendo todos sus sentidos para el éxito de ese palacio, desde el principio rodeado de una exuberante naturaleza.
El Albaicin está a sus misma altura, creo que una voz mixtada lanza un aullido al levantar la vista y ver la belleza. No sabe si el sonido le sale de las más profundas entrañas y si ella, con las líneas perfecta del patio de leones, te ha insuflado aire a traves de los caños por donde, por momentos, sale agua, ahora, sólo puede salir la alabanza a tu cuerpo tallado, para mi locura, en curvas perfectas, en manos de extasis.
El manantial de instrumentos se afina acorde a tu cara bañada entre las dunas del desierto y como faros, tus ojos recogen las aceitunas que destilan las estrellas y abrigan entre los frios de los inviernos.
Brotan tus palabras como de las raices de los tomates, estos se alimentan para dar el rojo intenso de la pasión de mis imprecaciones.
¿Dónde se perdieron las aguas por las que te cambie?
Si tú pasaste y vuelves a derramarte en dias como hoy
¿Qué fue del coche caduco,
de la piragua lisonjera?
Eras viento del Sur
Califato 3x4
fuerza para engendrar
tu sola, Alhambras,
enfrente
mi voz no desgarra,
perdió tu fragancia
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