La tengo delante, pero todavía no soy capaz de tumbarme sobre ella. La última vez, pasamos muchas horas, ella y yo; hablando en algunos momentos. Mayor cantidad de tiempo, la dedicamos a permanecer tumbados; gozándonos por todo el completo conocimiento de nuestro mapa corporal que en estos meses habiamos adquirido, cada uno de los puntos erógenos del cuerpo de la otra persona o incluso del nuestro. Todo lo cual celebrábamos consumidos, a nuestra edad, en una concupicencia sin límites.
Han pasado muchos meses. He preferido explorarme bailando "Murderer most foul". En su cadencia intimista, quizás adecuada para mí, porque mi cuerpo ya no invita a lo explosivo pero mi mente evita la tentación de posarme sobre la superficie de nuestra colchoneta.
Vuelvo sobre la letra de la canción, una y otra vez, para explorar los significantes de Bob Dylan, a lo largo de su carrera vital y musical. Durante estos meses he entrado en las audiotecas para descodificar algunas de las claves de su mundo tan pleno por esas armonías.
Y sin embargo, lo tengo que hacer, el material es lo de menos, pese a todas esas teorías de las fuerzas que te hacen ser un ente positivo o negativo. Y digo que me da igual, no por nada en especial, pero sé que cuando me aposente en ella saldré raudo y veloz por la ventana.
Hasta ahora, lo he temido por parecerme una forma de escapismo, pero lo empiezo a asumir como otro estadio en el que aceptarme limitado por lo que no podre volver a ser el visitante de los caminos diarios y sere transformado porque en esta vida, tome otros derroteros puede ser una manera de mandar a paseo a las "mamadunrrias"
Si, ya vuelo, no sé si hacía la Cleo calculadora de César que provocó una "ciclogénesis explosiva" (a lo que hemos llegado en estos tiempos de palabrería) o a la de Marco Antonio, llena de sensualidad y de deseo a la que al final, ella misma pueda ser cegada por nuestro enclaustramiento en una torre, en la que la llave la tenga otros.
Me quede contemplan el campo anegado de brotes verdes, como semanas antes, supe que ese agua, daría un nuevo tiempo de esplendor. Entre la ingente masa de nieve, abrigado, pero no lo suficiente, me posé sobre esa alfombra mágica y salimos, temblaba pero creo que sentía "the heart of gold" de Neil Young, su latir tomo un nuevo brio y me ayudo a no quedar quieto para dejar que me condujera a un lugar desconocido.
Moví mis pies e incliné mi cuerpo, no sé donde estoy sólo sé que una canción se eleva para hacerme participe de lo que era y de lo que sois y entre quienes me reciben "This land is your land, this land is my land".
Sólo los tornados que producen miedo, me dicen quien están, nos dicen que les sigamos por su poder.
Ya descubrieron que dejarles hacer producen destrozos. Empiezan a bailar conmigo "boat train", nuestra nueva nave en la que emprender nuevas historias.
Ni los que lleguen detrás mío, ni lo que yo pida de los lugares de los más débiles debe servir para crear los podridos cimientos de una sociedad. Tomemos en nuestras incertidumbres una colchoneta viajera, donde nos encontremos tejiendo nuevas trajes que nos protejan de los tiempos cambiantes
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