Leopoldo Bloom un 16 de Junio salió para trazar una Odisea por la que pasé, en sus letras, no pude en su comprensión.
Contemplando su intensidad sobre la nieve posada en los pinos equilibrista, el corredor se aleja de los claros del horizonte para ir trazando huellas sobre una nieve virgen; en algun momento comparte con las huellas de zorro, este pasó, seguro de si mismo, inquieto y desafiante si llega el caso.
Cuando, ya vuelve de la que fue su ruta yoga, conceden las nubes despejar el día, para un último instante donde los rayos del Sol, naúfragos, intenten sujetarse a su madera de salvación, los Galayos. Llegan, por breves minutos en sus gajos naranjas, su zumo se escancía sobre los cortados por los que se incrustan para sumirlos en una luz, para ser bebida en copa de cristal.
No muy lejos, llama la atención ese faro, para un entusiasmo, de quien empieza la poda de unas cepas que fueron agradecidas en un año encerrado entre barrotes.
Para el agricultor, su cámara preparada para captar un hecho apenas visible ya en esta época y por estos lares, carrascas montandas por copos de nieves, para él, ha llegado el momento; para su trabajo con las tijeras y se cuelga la cámara, apunta al conjunto de los Galayos, para penetrar en la naturaleza y atraer la esencia de un momento irrepetible.
Poseerá en papel, en imagen de TV, el instante.
A nuestro fotógrafo, a 500 metros, debajo del objeto de su deseo, le habrá sido imposible ver como empezaba a oscurecer para un camino, la nieve y a un errante, que levantando la mano ha poseido ese instante.
Al otro lado del camino, entre los árboles, le habla la quietud. Por un instante, un sólo paso, apenas reprimido capta la atención del humano. La cierva reconvendra con la mirada ese desliz. Sufrieron alguna pérdida
Todos el conjunto, animales con distinto pelajes, miran absortos. El Sol destapó las nubes y talló su propio abrigo. Las llamas nos abrasaron cincelando un cielo indescriptible, por él nos elevamos, soltando el latre de nuestros pasos atrapados en zapatillas con hierros y subiéndonos al córcel para ser más veloces que la pérdida de los últimos rayos y cogerlos para que nos calienten el corazón del invierno
Hubo unos eneros en los que las palabras leidas en Sweny's Chemist, posaron en el paladar de la mente, mundos mezclados en paleta de colores donde las emociones saltaban por detrás de los mostradores donde surgían las voces enamoradas de los mundos Joyce.
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