sábado, enero 09, 2021

Nieves y el ciervo

Ctxt.es. Elisa Mora Andrade 

La bola se dirige a mi frente. La velocidad es grande y el impacto parece inevitable. No me dará tiempo a resolver mi duda, si llevará sólo agua o si algo se habrá subido en el último momento a ese proyectil.

Nieves en el último instante me pega un empellón, caigo de forma ridicula, con una pose final, cómica, y siento como el agua que sale del globo ha estallado a mis espalda y los chorros y gotas me empapan mi traje que había comprado para nuestro encuentro, se arruga acompañando a las ya crecientes de mi cara.

A ella, no parece importarle, me levanta con premura y con forma sabía sacude, para que no terminen de penetrar en mi traje, ese líquido expulsado de forma violenta. 

La cita ha sido "a ciegas" y la primera impresión que puedo haber causado, no creo que me ayude para un éxito posterior. Enfrente, su visión me había dejado estupefacto, tengo a un carapintada, una especie de Jumanji, salido de los libros extravagantes que me gustan leer. 

Ni en mis más estúpidas pesadillas, me lo ví llegar, el tipo iba también ataviado con una cornamenta; en plena plaza Mayor de Ciudad Real, yo no me puedo imaginar eso. 

De hecho, para romper el hielo con Nieves, aunque habíamos hablado a través del teléfono y skype durante muchas sesiones, la espeté: "queríamos quedar en la ciudad para que la naturaleza no hiciera aflorar sus maravillosos decorados, que pudieran confundir nuestros verdaderos mutuos sentimientos y al final, hemos terminado rodeado de animales. Cuando de reojo había visto a otro que llevaba un abrigo con capucha que simulaba una leona"

En Ciudad Real, ese encanto no podía pasar, porque en plena plaza principal, había introducido un edificio que insultaba el más mínimo equilibrio entre el espacio de una ciudad pequeña y lo que esa Castilla La Mancha, más Mancha. Sol rompiente y frío interior.

Después de rehacer mi compostura. Nos ibamos a dar la mano, como dos desconocidos, pero las facturas de Movistar, de nuestros encuentros virtuales, estaban para algo, así que nos besamos como franceses 4 veces.Yo iba a rematar con un quinto, en la boca, por agradecimiento y porque me sentía muy próximo a ella. 

A veces, logro controlar mi efusividad, dirigida por mi mente, como en este caso y todo se ciñó al protócolo francés; quizás porque en algun momento, nos habíamos confesado que nuestra primera lectura, en otro idioma, había sido "l'étranger" de Albert Camus y que luego Amin Maalouf, nos lo habíamos leido con pasión y detenimiento, díficil consecución en mí.

Cuando empezábamos a andar, porque tanto con su lenguaje corporal, como con un rápida mirada y con un imperativo "vamos", salido de su boca, nos saliamos de ese monumento al mal gusto, por al lado del tirador; él, que nos miraba desafiante, se sorprendió del camino que habíamos tomado. Trataba de mostrarse en cara, gestualidad y palabras agresivo y peligroso

Aún así, seguimos, ella, como arrebolada por la belleza de aquel efebo y yo, como sorprendido, porque ese magnífico equilibrio que había logrado la naturaleza en el cuerpo  y en la cara con patrones tan griegos pudiera dar paso a un ser tan desagradable.

Su historia de amor, me contaría más tarde, mirando las brasas de la lumbre en la casa de Turismo rural que habíamos alquilado  a unos kilómetros fuera de la ciudad, había sido pura y salvaje pasión de juventud. Era una adoración permanente a sus cuerpos, explorados hasta en los más mínimos recovecos. 

En algún momento, siguió, a veces llegué a pensar si más que seres humanos, eramos mandriles por la continuidad de los encuentros amorosos que se propiciaban. Ella, se asustó un día que él le puso la excusa que estaba con su familia. Con tal mala suerte, que su gato le araño y tuvo que recriminarle con su nombre. 

Él se disculpó, la dijo, que necesitaba descansar. Ella meditó y afirmo: "es que no hemos parado en el tiempo que llevamos juntos".

El caso es que cuando pasábamos por delante, habló y me confirmó lo que Nieves en alguna conversación telefónica ya me había confirmado de él, su anterior novio; "belleza mucha y si la vida sólo fuera en la cama, la habría continuado con él, pero ¡es que tiene unas cosas! y ahí lo dejó.

Sus palabras fueron: si te vas con él, me voy al Capitolio.

Yo, aquí en España no lo relacione con nada, y quien iba a pensar que con estos días, le daría por cruzar el charco. 



 

 

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