domingo, enero 31, 2021

Leer, reflexionar, actuar

Una cita, en el frontal del dietario que me envía LaMarea. 

Esta me cuida, atiende y da una solución, cuando hago una apreciación profesional, como maestro, para los compañeros que tengan conciencia sobre el cambio climático. Estamos invitados, a su Uni Climática; me imagino que también para "actuar" desde nuestro contexto.

  No sé como estarán mis árboles tras este tiempo tan "levantisco"; quizás hayan sido volteados por la naturaleza. Es parte de su ser, pero, no olvido, que esta es su aliada; existen muchas posibilidades que salgan reforzados y que tras un verano, con vistas a huertos de tomates carnosos, patatas por encontrar su clave de crecimiento, piraguas, lecturas, en otoño me quedare mirándoles, otra vez, a sus ramas que como las alumnas-os crecen durante cada intervalo en el que nos ausentamos.

 Ayer, Usman, migrante, recogido, atendido por "la Montse". Caso extraordinario que pudo estudiar desde el analfabetismo hasta la Universidad, incluso con másteres, por encontrarse en esa parte humana del planeta que también existe.

Ahora, le toca actuar. 

No sólo a él. Isaak Begoña, me envía un archivo exhaustivo del "el mundo negro" donde se hace un análisis de todas los intentos que han hecho las comunidades negras por toda África para tener una actuación común.

La cronología de aquel genocidio tiene como hilo conductor la codicia. Por ella, entraron a saco en aquel continente. Eran cuerpos salivando por el oro. Incluso, para pillar aún más desprevenidos, la exacerbaron entre sus iguales, a los que les dieron bula, para que fueran la carnaza del anzuelo que se les había lanzado a los que no podían imaginar ser arrancados de sus raíces, incluso dentro de sus costumbres tribales. Con el tiempo, concluimos que estas eran menos salvajes que desgarrar a un ser humano del vientre que le alimenta.

  Los beneficiarios, sin embargo, fueron claros; vuelvo a "Mongo Blanco" de Carlos Bardem, que nos cuenta el origen de las muchas de aquellas riquezas obtenidas, algunas aposentadas en casas de  "El Eixample"; otras, entre las opulencias de la Iglesia, accionista para las riquezas "que no llevan a Dios", aunque este ande por medio, sobre todo despistar. A las inmensas casas de los blancos, a veces piadosos, otras despiadados, pero siempre, deshumanizando los esclavos en sus algodonales que nos surtieron de modas.

  Tal ver Los colores humanos no diferencian; son nuestras formas de actuar, palabra mágica de hoy, la que nos une con unos y nos hace decir a quienes buscan soluciones en otras fuentes, que como dice  Naomi Klein en "The intercept" 

Bernie Sanders, por Naomi Klein, desde "the Intercept" a CTXT

 Estamos ahí, hemos comprendido que vuestra impúdica aparición en los medios de comunicación,  plataforma de grandes constructoras y otras beneficiarias de un dinero público saqueado, ya sea por los escándalos que no os desgastan;  o por las hagiografías de vuestras excelencias que, por detrás tienen una ranura por la que seguir insertándoles monedas; o por esas  simbiosis, cuasi mística, de mutua ayuda.

Y por esa comprensión, nos exponemos para decir que existen otros caminos:

  - Donde no culpar a quien está al lado, sino a quien hace temerle

 - En los que conozcamos el origen de lo que somos, para saber que en este ser, estuvieron incluso los más lejanos.

Usman quiere devolver a Ghana, las gracias por la vida.

Extraigo una reflexión de Javier del Pino, de la entrevista con Barak Obama; quería que este mismo expusiera sus contradicciones para no poder realizar lo que había dicho sería una realidad, desde un cargo con tanto poder.

No hubiera tenido sentido “ser brillante” por lanzar la pregunta que cerrara una entrevista en un botella translúcida.

Como Bernie, como Usman, como LaMarea:

  Leer, reflexionar, ACTUAR. Este es nuestro tiempo, para no confundirnos entre la palabreria hueca


sábado, enero 30, 2021

Lou, cristal sin reflejo en blancos

Las palabras, casi brutales de Lou, bajan  desnudas la escalinata para posarse sobre la playa donde se clavan las uñas de un Usman, exhausto y desorientado.

He llegado, balbucea, hasta aquí con tantas noches que el Sol parecía haberse vestido con un traje de caverna. Cuando alguien se acercaba hacía mí, lo único que percibía eran que mis recuerdos se habían convertido en cuchillos que buscaban hacer pequeñas hendiduras en mi s pies que seguían la inercia de buscar.

Harry no se encuentra en su mundo y yo no sé si existe un mundo donde no haya tantos látigos escondidos en las palabras que me enlazan en las cárceles móviles, de los países de cristales rotos .

La noche es fría y los que quedamos, respiramos la arena mojada; se van, no puedo creo, que cada uno de mis músculos, un día de hace sólo un año, temblaban por la fuerza que movían carros llenos de hierba, parece ahora diluirse en granos que se desaparecen con la ola que se vuelve.

Alguien llega, no veo más que la capa de mi derrota y sin embargo, sus palabras secan mis terrores. No espero nada, pero su voz tamiza algunas cuchillas que empezaban a seccionar los  tendones que me sujetaban a la imagen de las lágrimas de mi madre.

¡Qué palabras tan raras!, no las entiendo y sin embargo tienen la consistencia de las tablas de aquel barco que se llevaba nuestros productos, nada que ver con la desunión de maderos al borde de los dientes de la carcoma, en el que me vi obligado a arrojar mi futuro.

Por la derrama de calor que se me inocula, atisbo a sentir algo que alivia la desnudez de mi estómago, entra como los primeros besos de aquella compañera de clase, que se acercaba viajando en los rayos de nuestras miradas. Ojos de almendra, rodeada de las flores que las alumbraron, labios, apenas preñados, que invitan al conocimiento de una lengua exploradora. Su cuerpo, ya adolescente, mostraba la esbeltez de las montañas lejanas.  

Todo ello, me hizo levantar la mano encerrada en el castillo de arena, para intentar tomar yo, el alimento y sentir que volvía a tener control de mi pobreza y la daba mi propio aliento.

Soy Usman, exhalo en un hilo de voz que lanzo para que sea tomado por alguien. Si, pronuncia alguien, te lo oído, alguien dice en el lenguaje que exploré entre los pupitres.

De forma inconsciente lo he debido repetir más de unas cien veces como cebo para que picara algún ser humano que me percibiera como tal. Ha debido ser así, porque, de repente, como en un coro, escucho algo parecido a mi nombre, en una melodía divertida que varias voces entonan para golpear mi cabeza hasta que va penetrando en el cerebro para convertirse en los ritmos con los que lanzaba mi cuerpo a los frenéticos movimientos que conectaba a todo nuestro poblado.

Usman abraza los Harry que se lanzan al vacío de encontrarse, para nacer a una nueva oportunidad;  durante cinco años él, fue sintiendo la cuchilla de las codicias humanas que trataban de seccionarle el fino alambre sobre el que columpió los dedos de sus pies desangrados.

 Ahora Usman busca dar la oportunidad de reconocerse en sus raices, para no ser quienes se fueron desconfigurando entre surcos sembrados de cizaña.

viernes, enero 29, 2021

La colchoneta de Cleo

 La tengo delante, pero todavía no soy capaz de tumbarme sobre ella. La última vez, pasamos muchas horas, ella y yo; hablando en algunos momentos. Mayor cantidad de tiempo, la dedicamos a permanecer tumbados; gozándonos por todo el completo conocimiento de nuestro mapa corporal que en estos meses habiamos adquirido, cada uno de los puntos erógenos del cuerpo de la otra persona o incluso del nuestro. Todo lo cual celebrábamos consumidos, a nuestra edad, en una concupicencia sin límites.

Han pasado muchos meses. He preferido explorarme bailando "Murderer most foul". En su cadencia intimista, quizás adecuada para mí, porque mi cuerpo ya no invita a lo explosivo pero mi mente evita la tentación de posarme sobre la superficie de nuestra colchoneta.

Vuelvo sobre la letra de la canción, una y otra vez, para explorar los significantes de Bob Dylan, a lo largo de su carrera vital y musical. Durante estos meses he entrado en las audiotecas para descodificar algunas de las claves de  su mundo tan pleno por esas armonías.

Y sin embargo, lo tengo que hacer, el material es lo de menos, pese a todas esas teorías de las fuerzas que te hacen ser un ente positivo o negativo. Y digo que me da igual, no por nada en especial, pero sé que cuando me aposente en ella saldré raudo y veloz por la ventana.

 Hasta ahora, lo he temido por parecerme una forma de escapismo, pero lo empiezo a asumir como otro estadio en el que aceptarme limitado por lo que no podre volver a ser el visitante de los caminos diarios y sere transformado porque en esta vida, tome otros derroteros puede ser una manera de mandar a paseo a las "mamadunrrias"

Si, ya vuelo, no sé si hacía la Cleo calculadora de César que provocó una "ciclogénesis explosiva" (a lo que hemos llegado en estos tiempos de palabrería) o a la de Marco Antonio, llena de sensualidad y de deseo a la que al final, ella misma pueda ser cegada por nuestro enclaustramiento en una torre, en la que la llave la tenga otros.

Me quede contemplan el campo anegado de brotes verdes, como semanas antes, supe que ese agua, daría un nuevo tiempo de esplendor. Entre la ingente masa de nieve, abrigado, pero no lo suficiente, me posé sobre esa alfombra mágica y salimos, temblaba pero creo que sentía "the heart of gold" de Neil Young, su latir tomo un nuevo brio y me ayudo a no quedar quieto para dejar que me condujera a un lugar desconocido. 

Moví mis pies  e incliné mi cuerpo, no sé donde estoy sólo sé que una canción se eleva para hacerme participe de lo que era y de lo que sois y entre quienes me reciben "This land is your land, this land is my land". 

Sólo los tornados que producen miedo, me dicen quien están, nos dicen que les sigamos por su poder.

Ya descubrieron que dejarles hacer producen destrozos. Empiezan a bailar conmigo "boat train", nuestra nueva nave en la que emprender nuevas historias.

Ni los que lleguen detrás mío, ni lo que yo pida de los lugares de los más débiles debe servir para crear los podridos cimientos de una sociedad. Tomemos en nuestras incertidumbres una colchoneta viajera, donde nos encontremos tejiendo nuevas trajes que nos protejan de los tiempos cambiantes

miércoles, enero 27, 2021

En la melé

 Me han colocado en segunda línea. Debo dirigir al compañero que tengo delante. Bueno, no sólo a él. Tienen un a fuerza descomunal. Se preparan como si ser los más fuertes fuera una religión.

He debido mejorar mucho en ese aspecto también. Intenté ser un buen corredor de fondo. En aquellos tiempos era una pluma. Ligero, parecía que frotaba por el campo y también en las pistas de atletismo. Para haber empezado tarde, hacia unos tiempos muy agradables para la autoestima

Hacer series de 1000 metros en alrededor de 2 minutos 48 segundos era una sensación maravillosa. 

Los 400 metros en 1 minuto 8 segundos, te dejaban exhausto pero contento.

Ahora mi peso es exagerado, pero el gimnasio me ha confirmado una musculatura que me permite ayudar y corregir los desequilibrios de fuerza que producen los jugadores del otro equipo en la melé.

Estás muy concentrado, conoces a los tuyos y te has informado de cada uno del otro equipo. 

Pero ese día, como un río tras una riada, ha habido cambios en la concentración de tu compañero. Empujas, le sientes, como otras veces, pero sabes que su cuerpo no actúa igual.

Gritas las palabras claves, porque también es tu amigo. Tratas de alejarle del agujero de su mente. Le hablas del instante que conoce. De su fuerza labrada, incluso de forma graciosa en el campo, cuando prescinde de la mula mecánica y tira del arado. Ahora esto es lo más importante. Fuera, no quiero que exista nada para mí, porque él lo sabría, y entonces nos iríamos los dos al garete y en esta situación, todo el equipo.

 Está a punto de introducir el balón el estratega del equipo contrario. Lo es, entre otras cosas, porque conoce a sus compañeros pero también detecta alguna deficiencia en algun jugador contrario: una recepción sin activación, una decima en arrancar para bloquear al contrario cuando de normal, incluso se adelanta.

Si, detectó ese momentáneo bajón de mi compañero. Introduce el balón oval por nuestro lado, le animo con pasión, le alabo por engrandecer esa soberbia que todos llevamos dentro; de forma indirecta lanzo a los otros compañeros hacía nosotros, lo noto, no podemos perder ni el primer centímetro. 

Arden mis músculos parece que todo el oxígeno que soy capaz de guardar en el enorme depósito que preparé en mi época de corredor de maratones, ha entrado en combustión. Abrasarse en un bosque incendiado, sin ninguna posibilidad de escape es la máxima desesperación. En ese instante estoy. 

No había salida en la enorme charca piscina para jabalies de la peña Hueva, pero, como una postrera esperanza avancé entre arbustos y en nuestra situación actual en el campo, empujo con mis compañeros. Al brazo derecho parece que se lo despega hacía el espacio enemigo un cohete en inicción le lanza; el hombro izquierdo pudiera ser que la entrada en erupción de un volcán qusiera que los hombros contrarios fueran reducidos a ceniza.

Por fin, noto que las piernas, como los cimientos de un rascacielo, han excavado en las profundidades de una hierba, ya exhausta, como buscando instalarse para la eternidad

Sé que mi compañero, no sé por cuanto, está con nosotros; lo sentimos todos. Descomponemos el bloque del equipo contrario. Por fin, destrozamos su moral, se hunden a la vez que sacamos el balón para nuestro apertura. 

Sucesivamente miro al medio mele del equipo contrario y luego busco los ojos de mi compañero, nos sentimos vencedores en esta batalla. 

Quizás no era eso; sólo era encontrarnos en nuestras debilidades para hacernos fuertes

martes, enero 26, 2021

Ser para no desaparecer

 Deja pasar, me dice el plástico que lleva mi piragua. Debo confesar que en el agua tiene todas las de ganar. 

Bajaba otra, ella, la gattino, la llamada, famosa "topo" para un vendedor impúdico; por un río que no era el Henares, que había provocado la risa en el político con la "especialita" de kevlar. 

La fuerza de agua introducida dentro de la bala azul, podían ser 200 litros, desbocados en un río Güil en pleno deshielo. La tienes agarrada, pero no hay nada que te permita pararla, ni un clave de acero, ni un remanso; no es tiempo para ello. Viste cuando subía que pronto habra un estrechamiento que provoca una marmita de 100 metros, donde piensas que se podrían cocinar tus ilusiones de recorrer ríos y aprender de ellos, con su lenguaje, tan volubles como las aguas que les lleguen.

Es una locura unir tu destino a algo tan poderoso. Nadie de tus compañeros de bajada te acompaña. El caos se ha apoderado de nuestra primera expedición. Consigues parar, por unos instantes, el kayak como el ilusionista para la bola salida de la pistola. Miras, por tercera o cuarta vez para atrás. Ahora la distancia es mucho más larga, la que te abarca la vista y por la que has bajado en un viaje desastrado para los cánones de un piraguista en los Alpes; jamás debes ir sólo, al menos otras dos personas.

Nadie aparece, la piragua se va, y tu insistes. Unes tu destino a algo material, que hasta en el futuro te podrán cambiar de sitio sin permiso. Has encontrado un momento donde puedes ponerte de pie y con las últimas fuerzas sacas ese misil fuera del agua. Sentado descansas, te conciencias de tu poca habilidad en este tipo de río; del peligro pasado y también de la mutua confianza que nos faltaba a los cuatro kayakistas que nos arrojamos en busca de una ilusión.

No, ni aún consciente de todo su poderio. De la capacidad que tiene de adaptarse a las más poderosas piedras, a los más grandes troncos que se pueda encontrar en su camino. Ni aún asi cederé. Fuera del agua y sin agua en sus entrañas, el plástico, aún recalentado deberá esperar.

No sé que poder puede sentir un votado consejero, ni un elevado militar, ni un botafumeirado de tantos humos distractores, pero si fueramos conscientes, cada uno, de nuestra propia valía, por encima de esos caducos cargos, incluso de los regios, cuando oyeramos el bramido de esas aguas, dirigidas y la fastuosidad, petulante de sus magnificiencias, no admitiriamos sumisiones, a sus plastificadas excelencias, ni les concederiamos la capacidad de guiarnos, desde sus madrigueras

lunes, enero 25, 2021

22 de Julio. Explorar los días

 Un joven viaja en un autobus en la noche de fin de año. De inmediato comenzará un nuevo año. Las celebraciones son por lo viejo y por la esperanza de lo nuevo.

 Nadie le acompaña; atraviesa, de parte a parte, un país desconocido. Aunque llegué a tiempo para ver los fuegos artificiales, no se siente parte de ese espectáculo.

 A miles de kilómetros en el espacio, tal vez más en el tiempo, dejó sus parientes, se embarcó hacía sueños que ahora le golpean con la realidad.

 Cuando baja en la estación terminal, un desequilibrado le ataca con un cuchillo. No debiera estar ahí, ninguno de los dos, el último porque necesita una ayuda que el sistema médico no ha sido capaz de darle. Debiera tener un apoyo y un control que necesidades más comerciales, han olvidado que son la realidad de este país. 

El segundo, que ha viajado durante el día a ver el Atlántico Oeste, salvaje, no domesticado; al contrario del de la costa Este, debiera aceptar que ya forma parte de su nueva comunidad; con sus compañeros de trabajo, sus vecinos. Pero hoy no; hoy era un día solo para él, para concienciarse de su debilidad. El ataque, por contra, le ha puesto enfrente de una medicina que le considera parte del país. Despierta dolorido, rodeado de atenciones. Liberado del sentido de la culpa

PorCausa: Regularización, viajamos juntos Recupera lento, él ya es parte de su nuevo país, contribuye a levantarse a una sociedad herida con otra dentellada del cuchillo afilado, desgarrador del fascismo.

 No hace mucho, esta sociedad, de apariencia exquisita, sufrió el salvaje ataque de una mente débil, alimentada por la "manipulación" de seres que ante la culpa por los asesinatos se proclaman inocentes, pero en sus proclamas a las armas, les han puesto manos:

 - En los datos vertidos en medias verdades que algunos reclaman poder proclamar como ciertas. Aterrador mensaje, veneno étereo que se inocula en una sociedad desprevenida ante tanta iniquidad. Aceptar la mentira como alimento para hacer crecer el tejido social. Cáncer en el que algunos sueñan con ser los chamanes alocados en fútiles plegarias para esa metástasis

- En la pérdida de identidad, de unas costumbres que están impregnadas en el cada día vivido, en escuelas, hospitales y frios que les tiende una capa para un picnic casero.

Rugía un enemigo de los símbolos, que no son nada, sin las avaricias de los que están arriba y quieren el enfrentamiendo de los que se tienen que repartir la miseria. El cazador se prepara con las armas empozoñadas de los ideales, que no tienen el cuenta a su vecino, el niño que añora la mano de la hermana que le visita para saciarle la mente, ávida de cuentos pero también de las nuevas realidades del incipiente amor adolescente juvenil de ella. Ella, risueña, le masajea un corazón volcado en descubrimientos.

Estamos, pudiera ser en Noruega, pudiera ser en cualquier otro país que se cree al margen de las catástrofes cotidianas de paises empobrecidos o caídos en las garras de sátrapas con sueños de ser un dios. 

  Al culpable de esa gran matanza, en un primer momento, estas sociedades lo busca entre "los de fuera", como buscando consuelo en señalar a "los ellos"  y aliviarse de no haber sido de "los nuestros". 

Alguien llamará a puertas y buscará  encuentros dentro de esa sociedad, imprescindibles para respetar a quienes la sufrieron; necesarias para quienes, parecen haberse quedado en "stand by" y sin embargo, estando rodeados de una infancia que necesita encontrar las sendas, ahora, anegadas por lágrimas 

domingo, enero 24, 2021

Cuando ruge lo apacible

 Contaba, junto al fuego, un abuelo una vieja historia que ocurrió en las aguas de aquel apacible río. Muchos árboles dejaban que los platos reposaran en la mesa, celebrando en esta, su nuevo estado. Unas cuantas sillas aún parecia que transportarán la savia por sus venas porque exudaban el olor de los maizales cercanos, del que se habían impregnado por los constantes vientos del norte.

Allí, se contradijo de lo contado la noche anterior, en un pequeño detalle. Incluso al agua más apacible la tienes que respetar, conocerla y hacerla participe de tus viajes. 

No sabía porque había hablado del cauce de ese río en concreto, como de un transcurrir muy calmado. Pudiera ser que en el principio de su relato se acordaba de Alcalá, en  concreto en un espacio que parecía haber sido canalizado. Continúo el relato matizando que en Guadalajara, una gran cantidad de ramas le habría producido la mayor humillación de su no existosa carrera kayista, si no fuera porque en su, ya casi retiro, no se creía con derecho a demostrar nada.

Su relato era más profundo, era tan extenso como las descripciones de Jhon Lee Anderson en "A vivir" para narrar las diferentes situaciones de los paises sudamericanos y describir que la corrupción machaca a las izquierdas.

Nos llevaba a la placidez cuando describía un espacio cerca del puente árabe como lugar de baño para varias generaciones de hace 50 años en los diferentes lugares de paso de sus aguas, ¿alguna retornada?

  La familia Herrera había llegado un día a las inmediaciones de su cabaña de verano. El abuelo les recibió, recogió, acomodó y dío de comer, por fin, como siempre hacía en el río, les escucho: venían sin nada en los bolsillos, entumecidos todos los miembros, por los 200 metros que había tenido que recorrer dentro del agua. 

¿Cómo pueden ser tan profundas las aguas que nos habían dicho que en esta época, apenas nos cubrirían las rodillas?

 Salimos de nuestro pais, poseyendo sólo las manos de nuestros familiares que impedian que nuestros pasos se hundieran en el barro del desasosiego de ojos serviles punidores. Teníamos las zapatillas que se fueron desgarrando por tantas concertinas por odio al ser humano. Comíamos estrujando los desperdicios de una sociedad que exhibía lo que a nosotros, ahora, nos saciaba.  

Si, continuaba Teresa, una madre poderosa de inconformistas Tom Joab, nuestra tierra es la sala de experimentos de unos señores, malcriados, egoistas que rechazan los límites, incluso para la destrucción que producen. 

 Se alimentaron los extremos en nuestra ecuatorial tierra que arrasaban con agua, fuego nuestros granos sembrados en nuestra, antes, fértil tierra. 

En el cruel frío, un político apologeta, ido, confirmó que entonces no existía "calentamiento global". No comprendía ni él, ni sus adlátares, o quizás estos si, pero querian beber de su manantial, reguero de puestos de trabajo; pero era mejor abrazarle para que se sintiera querido, gorgeara lo que fuera.

El abuelo, en esto, apartó la mirada de las llamas, fijó sus ojos en su nieta, como pidiéndola que continuará ella, las historias de aquella familia Herrera. Ella recordaba a las hijas refugiándose en el regazo del padre ante cualquiera sonido de los habitantes que recorrían nuestras aguas. Dragón Pika, juguetón, que notó esos miedos, trato de recrearse durante un rato, con sus actos exagerados. 

Esto fue hasta que Pirania, la joven narradora, les cortó en sus exageraciones juveniles, al ser alado y a Dragonia.

Recordaba que las niñas Herrera contaban la angustia, que callaban, pero les encerraba en sus recorridos circulares, por como las aguas ahora, arrasaban los ojos de sus mayores ante los cultivos pérdidos; o describían como punzones mágicos modelaban surcos sobre las caras penadas por no encontrar salida a tantas puertas cerradas en aquella naturaleza desquiciada.

Retomó el abuelo un hilo olvidado, que le había acercado la narración juvenil. Tras ser recibidos y cuidados; elevados a aquella cabaña veraniega  que parecía invitaba a querer saltar fronteras. Supo que aquellas lágrimas que les atrapaban, se transformaba para ser una ligera búrbuja sobre la que flotarían para conseguir salir de aquellos recintos, donde los guardianes, en sus propios desamparos, se trataban de elevar a pisotones. 

 Aquellas herramientas que delataban sus sufrimientos eran el inicio de una habilidad para demostrar la sintonía con quienes aquí también la tenian. No era una lucha la que perseguian, era una conversación de acciones; cada una con sus faltas, sus olvidos, sus deficiencias, sus profundidades. 

Todas conscientes en su necesidad de trabajo; parecía decía el abuelo, que como decía Jhon Lee Anderson, a los trabajadores les destruyerá alguna corrupción propia, cuando trataban de unirse. 

Siglos de sometimiento, actos de venganza, textos de aceptación, palabras de proclamación querían enterrar a las Herreras, nuestros yos errantes. 

Era el momento, no de la autocomplacencia, sino de encontrar nuestras propias sendas, teniendo siempre presente que volveríamos por alguna carcava a los ríos, si alguna vez, nos encontraramos desorientados


sábado, enero 23, 2021

Tierra a la vista

 En ella, alguien coordina para quien llegué pueda sentirse ser humano. No existe margen para que eso no ocurra. 

  Si como dicen otros más poderosos, la presión para que ese campamento sea un nicho de especulación y desprecio al ser humano, existirá. Se insinuará con la prensa que lance ofensas o con los enviados que enseñen sobres como pañuelos, en un traje para una boda. Él no le permitirá. 

Sabe que en Guadalajara, muy lejos en el espacio, pero cerca para lanzarle una voz de ánimo o un gritito de locura, una comunidad le cuida.

Apaga la luz de la habitación y ese aire marino le llama para que masajee sus pies cansados con una arena que ahora, a él le abriga. Llegará algun migrante que la tomará como una primera manta sobre la que secar la humedad de los momentos de pánico. 

Mientras pasea, las estrellas hundidas de la poesía de Javier Gallego, "como si nunca", se reflejan sobre el techo infinito del universo.

No se atreverá a contarlo, porque la estrellas fugaces las vió, una vez, tumbada desde la cuesta que va a Carrascosa en el mes de Agosto. Pero, de vez en cuando, una se le acerca, tanto que cree que esa luz de hará perder la vista.

Por dos razones eso no será posible. 

   - Primero, porque él ve al ser humano, sobretodo al desválido, con los ojos que se le instalaron en el corazón que tienen la facultad de abrazar.

   - Segundo, esa luz se proyecta sobre una pantalla que le surge del mar. Quizás sea Bouhta, quizás sea Aisha quien mire y le acerque la mano. 

        Cuando empieza a viajar por el espacio, teme que al día siguiente no este a tiempo para seguir preparando el campamento. Ese temor sólo le dura un segundo.

    Ella, delante su cabaña sonrie a su padre y madre. En sus brazos lleva una pequeña, y en sus entrañas algo le dice que alguien vendrá a incrementar la familia. 

Detrás de su familia, en el horizonte, sólo existe la tierra quemada. Como lanzadera para saltar al cielo, ve la montaña que lo besa. Allí, sin embargo, se fue su marido; no hace mucho ha llegado la noticia que ha muerto, extrayendo coltán. Le dicen que se llama.

 Sus progenitores han comprendido que allí, ellos no le pueden dar más. Ella les dijo, días después de la tragedia que debía darles una oportunidad a sus hijas. La maleta aún está húmeda de todas las lágrimas derramadas.

Durante el viaje, aún no comprende Alejandro como tal cantidad de kilómetros se pudieron hacer en semejante condiciones. 

La vemos ya en la playa, enfrente de aquella en la que alguien duda si será útil, siendo honrado. En un sobre lleva el dinero con el que pagará al mercader que en su muñeza lleva una enorme bandera, da igual de que pais. 

Ayudó a su padre y hermanos en la pesca. Sabe que la barca en la que monta tiene tiene la fragilidad como madera y casi el manillar de un monociclo. Debe partir; la niña está exhausta y ella, casi "fuera de cuentas". 

No, no viaja sin conocimientos, alguien le dijo: "se hunden en el agua, como una tormenta en el mar". 

Botan aquellas tablas unidas. Montan de forma precipitada.

Nuestro protagonista, prepara el lecho de la pequeña con un muñeco para que a su llegada apacigüe la inmensidad que no tenía la cabaña de la abuela.

A su llegada les habra preparado el beso de la bebida que les sacie, el abrazo de la dignidad que les cobije, el alimento que les fortalezca ante quienes, como los pobres de "las uvas de ira" que creen que los aún más desfavorecidos, son sus enemigos.

Descansa porque ya la luz de tu esfuerzo viaja para enseñarnos lo posible



Descongelarse

 El árbol está a la derecha de la ermita. Nadie lo mira, pero es impresionante. En el pórtico de al lado, un grupo de adolescentes juega cada uno con su propio móvil. El único sonido es el de las ramas que están siendo volteadas por un viento que se ha rebelado contra la nieve que amenazaba con instaurarse en nuestras retinas. 

Nadie parece querer intervenir para que este árbol deje de sentir el peso de su nueva carga.

Nunca antes los dueños de las cañas habían conseguido que su mensaje tan individualista, tan de generar desamparo ante sus propuestas que dejaban desnudos  a los desfavorecidos, cuajara en una sociedad que ellos si, sabían, desorientada.

Es su momento, dice Andrew Marantz, tienen acceso a un ordenador, a una red wifi y a la desvergüenza suficiente y necesaria para aparecer como líderes, por su osadía, por su manejo de claves que atraen los lobos solitarios encerrados en sus casas o en sus móviles captores de señales liberadoras de sus propios megas.

No avisa la rama de pino pletórica de la blanca agua congelada, cuando cruje, con una violencia que al romper aplasta el ladrido angustiado del corzo que tenía curiosidad por esos seres inmóviles. 

Sorprendidos porque algo pueda suceder fuera de su pantalla. Levantan la vista y examinan su desconocido inmediato espacio. 

Quieren fotografiar el suceso pero la nieve que se expandió en la caída de la rama les congeló la imagen. Tienen que actuar.

En su ordenador, el líder observa que un 10% de su seguidores parece haberse volatilizado. Valora la progresión geométrica que le pudiera generar cada uno. Busca la ermita como elemento difusor. Está activa, pero la proximidad no parece les haga efecto.

Mientras, ya llegan al pueblo con el corzo herido. Se salvó por entre un hueco de una rama menor. Descubren que sus familias estaban adormiladas en las diferentes casas.

El chamán, que el mismo se consideraba, pierde la compostura. Esos borregos me pertenecen, dice en voz alta ante Andrew. 

Los chicos abren las ventanas para que ante el crudo invierno y el viento gélido que había atemorizado y entregado a sus familias a la aceptación de aquellos mensajes tan nocivos. Ellos cogen, exhiben y comparten los ponchos de dibujos risueños que les traía él, el a veces odiado, culo blanco que no respeta ni tiene miedo a los coches.

Sus familiares, que se desperezan, contemplan el hielo de las calles. Solo culetazos y algún moratón les amenaza su mirada risueña, mientras golpean el suelo los actos despertados para sus propios descubrimientos

viernes, enero 22, 2021

Contesto

 En el tiempo en el que un representante de la máxima potencia mundial puede haber finiquitado el sentido de una democracia habiendo dicho más de 20 mentiras o medias verdades, que tiene su parte de no ser real; se nos viene a la cabeza una lucha en la que siempre se perderá, porque habrá conseguido restarte un tiempo para seguir siendo tú, independiente de adjetivos calificativos o de banners.

Algunas mañanas cuando una lluvia alocada, desaforada, perteneciente a otra estación, golpea como para perder la consciencia, tras un sobresalto que ahoga un momento de paz; como, a la vez, puede hundir en la sinrazón que los representantes de un partido al que han votado millones de personas, coja a estos seres como rehenes para validar su desquicie.

Abrigaron la esperanza de convertir a una sociedad hipergolpeada por el maremagnun de noticias que se generan, en una manada zombie, en el que un día se den cuenta de que las grandes tecnológicas tienen el poder de aproximarnos una sucesion de hechos descontextualizados que cuando golpean nuestras certezas, otros, los dichos nuestros, corren a mostrarnos las miserias de su poder.  No pierden tiempo,  a quienes les dimos el poder de representarnos vuelcan nuestras esperanzas en otros poderosos que si parecen adaptarse a lo que creemos ser.

En nuestra ensoñación de ser iluminados por valores universales, fuera de lo que es el ser humano, y de lo que somos en nuestro día a día, hemos entregado una de las cosas más preciosas en la que basamos nuestras relaciones cercanas. El respeto al otro y la dignidad para querernos a nosotros mismos y actuar como seres conscientes. 

   Estamos en esas, cuando en algun momento nos damos cuenta de cosas muy graves. Ese pseudo ente defiende a los ricos, pero nuestras necesidades deben ser cubiertas por lo que nosotros hemos ido metiendo en nuestra cestita. Defiende los colegios privados que segregan para mantener esos privilegios que consolidan un "status quo" que parcela y encierra nuestras vidas. Puede destrozar nuestras perspectivas de presente y futuro, para entregarselo a manos de hipermillonarios que lo que no gastan en impuestos, lo gastan publicitar y engrandecer carteles para una sociedad que les entronaría.

  ¿Y entonces?, contesto

 Caer en la admisión de ese estado de aceptación de la mentira como una realidad alternativa, es el comienzo de nuestra destrucción. 

Que alguien con los votos estabulados, pueda aspirar a que pueda recibir un premio Nobel de la paz quien con el esparcimiento de la mentira y su poder de difusión en esa sociedad  tan en manos de los medios de comunicación o de grandes tecnológicas, ambas con las limitaciones de sus propios intereses, supone la sublimación del caos. 

No defiende la libertad de prensa, ni, sobretodo el respeto al ser humano quien reclama su derecho a mentir y difundir una realidad inexistente en su conjunto.

    Si peticiones como esa enraizan en una sociedad, todo su tronco, será endeble y podrá troncharse para aplastarnos, sus hojas contendran un veneno que beberemos para creer enfrentarnos con nuestros vecinos a los que veremos como monstruos y sus frutos los masticaremos con la frunción del cobarde que habiendo generado miles de victimas, lo come para evadirse de sus propias responsabilidades.

    Premiar la mentira, la aspiración de quienes son marionetas necesarias de propietarios que aspiran a ser del mundo, con sus nuevas ofertas de parcomunilercación


 

martes, enero 19, 2021

Vuelta, algunos sienten un alivio

         Algunos sienten un alivio, otros una incertidumbre. No muy lejos, varios encuentras motivos para iniciar un cambio.

         Las dudas se instalan en muchos. Volver ¿a dónde?. Dudan que antes de lo que ha pasado se estuviera bien; es más, dicen, la poca decisión de quienes tenían la oportunidad de abrir las puertas que encerraban actos fétidos habían provocado la llegada de aquella época de oscuridad.

         El margen para sobrevivir, quien parece estar en el poder, dice que es pequeño. Cada día, cada instante son capaces de lanzar basura a la prensa, a las redes de transmisión de mensajes de hoy en día.

         Los Berny Sanders, AOCortez, meteremos aquí también a Pablo Iglesias pueden ser percibidos por un lector, convulso de titulares, como sádicos, rompedores de una sociedad en equilibrio, aunque ese equilibrio tenga 50 millones de pobres en Estados Unidos o 8, en nuestro país. Con no darles voz, no serán. Serán "los nadies" de Eduardo Galeano.

         Denuncia Pablo, sería para un diálogo de días su interpretación del exilio de Puigdemont, que se siente ese aliento de dinero que se escapa a paraisos fiscales; se escuchan los soplidos de obras sobrepagadas y expuestas a mayor crecimiento de las pérdidas para la sociedad, riquezas para sus amasadores de necesidades.

Ellos son silenciosos, pero.... y quienes se lanzan de "bruces" a las televisiones, a las radios, a los periódicos que en sus bajos fondos enfangados, hacen un elogio hasta del semen derramado por sus cielos prohibidos para el mediocre que se confiesa en público. Dice Millás, que se puede pensar todo, pero algunas cosas no deben decirse, ni hacerse.

Cuando alguien ha perdido la dignidad la rampa es amplia e interminable.

En la vuelta de un partido demócrata,  anclados en un conservador Biden, ¿cuánto habrá de los espíritus rebeldes de Sanders, de Alexandra Ocasio?. Es una sociedad que necesita cambios profundos. Estos últimos lo representan; los blancos pobres de aquel país se entregaron a la locura porque el orden establecido se había diluido en sus problemas cotidianos.

El agua envenenada de la ciudad de Flint por unas tuberías  innecesarias, ante el cambio de chaqueta de su gobernador, había producido el silencio de Obama. No hay nada más terrible que ofrecerle la mano desesperada a quién crees que te puede sacar del fango de la miseria y de las enfermedades y que tu interlocutor, en una actitud televisiva te la choque, para que la instantánea sea recogido en todos los noticiarios y reflejen lo “guay” que es el político. Que ya nunca será el nuestro.

Volver ochenta años después; tras cuatro años cuanto tiene de posible permanencia si no se atreven a poner en evidencia las grandes desigualdades, los grandes beneficios que destrozan la sanidad que ayuda al ser humano, sin especular.

Pero ellos, sólo serán el reflejo de cada uno de los que percibimos que esas grandes fortunas tienen la piel fuerte en contraste con la nuestra fina; pero muchas capas, recomiendan para la montaña, te hacen soportar el frio y seguir avanzando.

Enfrente, tras doblar una esquina que te parece te lleva a la sensatez, te encontrarás de forma violencia a los mercaderes y sus porteadores que gritan y escriben basuras.

No es tiempo para retornar sobre nuestros pasos perdidos. Encontrarnos en la búsqueda, por aquellos, por los que sufren, como demostraban el otro día en "carnecruda", porque a la Cañada Real, no se la ayuda porque detrás, y nos repiten: no os lo toméis a mal, todo es cuestión de "dinero", en su forma de especulación


domingo, enero 17, 2021

Moral

 Existe un texto que no se muestra porque de alguna manera vas buscando sacarlo a la luz, explorando y levantando los mantos de los matices con la premura de los anuncios que se instalan como destellos circunstanciales, grandilocuentes en la nada que no necesitaríamos.

Juan José Millás nos escribe una carta para que cuando marchemos alocados a asaltar el Capitolio de nuestras certezas, tengamos tiempo de parar en una mesa, esconde barrigas, para que tomemos un café y cuestionemos por lo que nos confirmaron que debiéramos machacar con el martillo de sus contundentes palabras.

Está a punto de nevar, la gente ya se ha empezado a quedar en casa; el viento se ha calmado, estoy seguro que los copos al caer se irán meciendo como los delfines por el agua. Su vuelo será impredecible y su toma de tierra, para los primeros, será dramática, porque desaparecerán como si nada; como si no hubieran existido.

Pareciera que debiéramos olvidar aquellos maestros-as que se movían por una República que promovía engendrar seres libres. 

Fue el fanatismo y el terror, el suelo en el que se buscó desintegrar los torrentes que regaban los mundos por conocer. Unos servidores de la noche, inseminaban la moral con los prepucios de sus incoherencias.

No sé si está a 300 ó 500 metros de mi objetivo, este bar, que me ofrece esta banqueta para un reflexión rápida, son los tiempos. He dejado de fumar, pero el humo de un coche circulando, no muy lejano, se me acerca como una nube baja que amenaza en rodear mi cerebro.

En LaMarea, dicen que serán menos grandes en tamaño exterior y de contenidos, pero que no nos preocupemos que seguirán siendo igual de exhaustivos en sus propuestas y análisis. Me parece acertado. 2 meses parecen largos para leer, pero lo difícil es encontrar tanta longitud para tan variados temas que se presentan en forma de trabajo, sueños, lecturas y programas que necesitas ver.

Este domingo, encuentro un oasis para leer uno de sus artículos. Es el pistoletazo de salida de un texto que quizás sea ilegible.

En los años 50 del pasado siglo, la policía franquista descubrió en un empleado de la Banca Suiza, una lista con más de 5.000 defraudadores al Estado español, si el franquista, si el apoyado en una doctrina católica. Antes en los cuarenta, en los comienzos de la dictadura, uno de los ministros, Larraz, había concluido que se tenía que llevar a cabo una mayor progresividad en el pago de los impuestos.

Pululaban entonces, como ahora, los caballistas de la moral, aguerridos defensores de una patria España que, sin embargo, no tuvieron armas, ni agallas, para a los inscritos en la lista, hacerles pagar lo que habían robado a su "muy querida" España (la lista se redujo hasta 800), ni para defender y seguir los consejos de quien se había dado cuenta que sin esos ingresos de parte de quienes eran más poderosos, no se podría sacar a su patria de una escasez que era extrema. A cambio, aquel ministro dimitió. Algo apenas visto, incluso con algunos de sus ministros, atemporales, que jugó a introducir restos humanos en cajas, como para averiguar las coincidencias finales.

A mi mesa, se acerca Javier; él, no sé si iba a asaltar su capitolio. Se queda en otra banqueta, ahora lejos; con mi mirada le pregunto: ¿debo seguir a la búsqueda de defender los diferentes capitolios de la moral?

¿En qué momentos se encuentra la moralidad de los que defienden a sus héroes con la amoralidad de los actos de estos?

 De aquellos, mencionados arriba y de los de ahora, que buscan culpabilizar en el otro, al que se le ha otorgado el rol de “perroflauta”, apagar la amoralidad de la creación de un hospital que sólo busca dar dinero fresco a las constructoras, insaciables.

El guitarrista pasa ensimismado entre nuestras dos banquetas. Encontró en una guerra de secesión, la batalla eterna que le lleva a asaltar el café colombiano que ingerimos; lo que nos queda en las tazas, él lo succiona.. Este grano rompió las fronteras, antes que los explotados de los cafetales llegarán.

Él si se dirige, pertrechado de su "coronel Tapioca", al asalto para defender su pureza racial. Son ellos, solos; el nosotros; no existe él otro, que arrancó el grano para paladear nuestros cielos. 

Estamos rehaciendo de forma continúa nuestra moral para abrir refugio a nuestras incongruencias, con el tiempo justo de cerrar para lanzársela a lo que nos dice de los demás

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y