En mitad de una habitación, seres humanos se ven animados a descubrirse, a interpretar todo lo que han oido y han entendido lo deberán mostrar desde su punto de vista. Debe ser así; el pensamiento, sin acción les acaban de decir que no son nada, ante alguien que espera la respuesta. Incluso la no respuesta, se debiera manifestarse para que sea interpretada así. Lo demás, podríamos llamarlo la inexistencia.
En mitad de miedos crecientes, de manos que recorren cada espacio compartido, con un papel y un jabón que purifique; aparecen seres que hace tiempo perdieron la noción de esos terrores, de lugares cada vez más reducidos para sacar todo lo que es cada uno.
Dioses finitos, para su prepotencia infinita. Seres que se piensan hacedores de una sociedad.
Cuando una mujer camina embutida en respeto y se sube a un autobus consciente de cada pasillo que recorre y cada barra que toca, para limpiarla con pulcritud, como si fuera un beso en la mejilla de aquel ser humano con el que le ha tocado compartir un momento; su acto le está dando una bofetada al señoro que ha acudido a una fiesta obligado por el que le puede decir un marrano mental, que se apropio de las claves de comunicación en un pais.
Alguien corre, haciendo zig zag en carreteras y calles apenas transitadas para eludir el encuentro a menos de 5 metros de cualquier persona que está paseando por esos mismo lugares. Es consciente de cada gotícula que pueda arrojar hacía una persona inocente. Desde un micrófono, proclamando la peligrosidad de esta pandemia, quizás la espumilla le ha absorbido el respeto a quien camina por un metro atestado de seres con necesidades que no pueden eludir el contacto cercano.
¿Tanto miedo da al segundo, quizás ministros, que un personaje killer, llamado periodista, le diga que tiene que ir a su exhibición obscena de control de sus miedos?
Mientras, no muy lejos, periodistas que navegan con las zozobras de las olas de precariedades que golpean sus cascos, rasgan sus velas y seccionan sus timones, tienen que contemplar como el dinero se exhibe de forma mediocre entre alhajas, cristalerias de lujos, cuchillos de plata preparados para sajar vidas como las del minero boliviano que se atrevió a decir que esos canallas precursores de golpeos no habían empañado la realidad que percibía el trabajador de aquel pais.
Mis Media luchan por mostrar información comprometida pero respetuosa con lo que sucede. No sé si durarán pero son tan necesarios, tan desahogadores de habitaciones llenas del líquido pastoso de la mentira que los busco, aunque no siempre los leo. Qué los bajos, pero estos si, los podscast siempre los oigo, aunque alguna vez los debiera escuchar mejor, porque su compromiso con el oyente, me doy cuenta cada día, es magistral, bello y empoderador
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