Tener claro qué queremos saber del autor de "les chiens de Tanger", Isaak Begoña cuando el año pasado empezó a tejer una red de ayuda con las personas migrantes que están atrapadas en la frontera de Bosnia.
Allí, existen muros de piedras o con una perversión mayor, de alambrada corona con la cruz de las concertinas que asaetean a personas en transición.
En un cuento de su libro, nuestro autor cuenta como Moha, un migrante que trata de ayudar a un cuervo que ha caído y este se encuentra en tan malas condiciones que muere en sus manos. Los demás cuervos creen que como hombre que utiliza la violencia contra ellos, este ha matado a su congénere. En adelante, siempre le atacarán. El hombre como generalización, siendo condenado.
La metáfora aplicada sobre una sociedad acomodada en su decadencia clarifica la acción de un grupo sobre el ser, señalado, condenado.
Cuando cualquiera de esas personas, las pudiéramos colocar en un campo, pueden ver parideras, lugares donde se guardaba el ganado (ovejas, cajas, en nuestro caso); imaginamos que no sólo el tiempo las ha destruyendo y tumbando. En algún momento algunas de sus componentes pueden haber sido cambiadas en su ubicación. Aún así encontramos los alrededores convertidos en un cementerio de piedras que en ese estadio no tienen significación.
La materia es la misma para dos personas muy diferente. ¿En qué momento una persona, con rasgos de aceptación del mensaje imperante católico, en muchos casos manipulados por mercaderes del dentro de sus templos, admite que el gobierno, al que ha votado, pueda utilizarla para apedrear y culpabilizar a un ser humano, segado de su tierra, su gente?
Esa misma paridera, aceptaría que entre las piedras caídas y las buscadas y admitidas pudiera construirse un nuevo refugio que diera protección a los débiles y permitiera construir una sociedad más humana. Como en el campamento refugio de Tom Joab, alrededor se habrán quedado quien quiere introducir algún alborotador, para justificar su "patada en la puerta".
También acechará, desde fuera, el lobo que señala a alguien de dentro: porque pudiera ser este, el que roba, el que se aprovecha de las ayudas, el que es diferente. Terminada la construcción del espacio, desde dentro se les dice que ellos mismos saben como actuar. Conocen sus debilidades, que no son únicas, pero han acordado mirarse a la cara para confrontar lo que les separa con el diálogo y la búsqueda de puntos en común para gobernarse sin tutelas. Fuera rabian y en círculos propios, maquinan porque es su supervivencia.
Esos pedruscos pueden tener muchas vidas; ahora dos, podemos
darles nuestro brazo para justificar un relato de odio al diferente
que nos permita "apetrallar" con violencia nuestros miedos
creados y señalados con tintes; o confiar en "el otro",
para construir un relato de encuentros entre vidas comunes en mentes
diferentes que haga progresar a una sociedad sin los látigos de la mentira impúne
No, no es nada fácil, preparar una entrevista para construir nuevas narrativas.
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