miércoles, octubre 07, 2020

Aproado

 Aproado es un término marinero. Malo en muchos momentos, necesario en ocasiones en las que podemos llegar a problemas mayores.

Muchas veces te situas en esa posición y crees que ya no merece la pena seguir peleando para llegar a alguna costa, alguna isla que tú, también, tienes derecho a soñar.

Estos días, abrumado por tantas cosas que parecen una marejada, que al final se da, en un vaso de agua, me veía imposibilitado para escribir; algo que de forma superficial, cada vez me gusta hacer de forma periódica. 

Ayer, sentado en una de las orillas que visitamos con cierta periocidad, me hablaron de proa. Me pareció inocente y bello. No llegué a ver Titanic, pero ahí, en la parte delante del barco sucedía una de las escenas más icónicas de esa película. 

Esa pareja en el éxtasis del amor, se promete poner rumbo hacía el infinito, pero el barco acaba en los infiernos de las aguas gélidas del Atlántico Norte. 

En los barcos de vela, el viento es el que nos impulsa para buscar nuestros objetivos. Puede ser que hayáis ido en una de estas embarcaciones y hayáis comprobado que también llevan motor de gasolina, diesel, o incluso con placas solares para mover por la electricidad las hélices que les impulsan a seguir navegando incluso cuando el viento a caido o es tan fuerte que no lo puedes manejar.

No era el caso, cuando sólo era el viento quien impulsaba a los barcos. Sin este, cuando caía y penetrabas en las encalmadas, las naves se paraban. Debías esperar a que volvieran a aparecer los alisios o los huracanes o los manejables y bellos aires que podías dominar y con los que podías jugar.

Cuando colocabas la proa de estas embarcaciones, enfrente de donde viene el viento , este entra por los dos lados de la vela, entonces esta no puede portar viento (la imagen para que os hagáis a la idea es como cuando llenas una bolsa con aire, si también lo insuflarás por el otro lado, no sería posible llenarla). En ese momento, te has quedado aproado.

En esta situación puedes sentir que ya no avanzas y que te quedas a merced de las olas y las mareas que irán dirigiéndote hacía sitios a los que no querías ir, saliéndote del rumbo, llevándote a arrecifes o encallando en arenas de las que te será difícil salir.

Pudiera ser que hayas puesto la proa enfrente al viento porque te has dado cuenta que la situación no la dominas, ha sucedido un accidente o necesitas un pequeño descanso. Se te ha hecho necesario y debes saber las consecuencias que dijimos antes, pero haciendo breve ese tiempo, te será fructífero.

Cuando quieras salir de la situación de aproado, lo harás jugando con el timón del barco y si puedes un poco con la vela que se vaya venciendo hacia un lado. Ten en cuenta que 45º a ambos lados de estar enfrente al viento es lo que vamos a llamar como hemos dicho al principio de este párrafo, pero que saliendo de la situación máxima de aproado, el barco tiende a coger un poco más de viento por el lado al que se está virando.

En esa situación, cuando tengas práctica tienes que darte cuenta hacía que lado pones la proa. No será inocente poner la proa hacía el lado donde pudiera estar las máximas dificultades que vimos antes, o incluso que te lleve a un lugar donde te sea difícil dar la vuelta (virar)

Tienes que encontrar tu propio camino, al que llevar la proa para descubrir lo que tu deseas y lo que sientes que es parte de tí. Muchas veces, no será lo más fácil, lo que a tí te haga crecer. Te habrán cogido el timón y te habrán puesto proa a lo que parece magnífico, pero eso no es tuyo. Y quizás, no lo disfrutes por haber crecido conociéndote en las dificultades.

Aproado no es la opción. Pero dirigir la proa, manejando el timón, con riesgo a equivocarte pero siendo tú, puede ser lo más bonito que te suceda en este tu primer viaje.

Leía el otro día que el magnífico jugador James Butler, en su adolescencia, estuvo aproado, sin rumbo. Pero tenía una habilidad y una ética de trabajo maravillosa que le ha llevado a donde está. Puede que sea la excepción, porque muchos como él, no consiguieron enfilar su proa, pero del trabajo de marinería siempre vas a encontrar recompensa. La primera sentirte tú y quererte a ti mismo.

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