sábado, octubre 17, 2020

Apuntes para una entrevista, 2ª parte huida: Campanario, con sonidos de parcelas

 Cuando te asomas  desde el campanario la contemplación del todo te hace creerte un dios. 

Te puede pasar lo mismo, si en la media ladera de la subida al Sotillo, te encuentras una piedra, donde sentarte para leer a Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga. Eres un Neardenthal que contemplas las Torres de Madrid, la Sierra Norte de Madrid y Guadalajara, la vega del Henares y el valle que penetra entre las piernas del Pico del Águila y la Peña Hueva. 

El todo es pura lascivia, sentirte arrobado por el cuadro general. Sin embargo, nada conoces de cada una de sus veredas, carreteras, parcelas, casas y fábrica, con celdas para que elaboren sus resignadas abejas-seres" productoras.

No es lo más recomendable traginar con los textos, cuando tu contexto desaparece. Puedes perder el anterior campanario y este sólo ambicionar descenderlo para salir al encuentro con el agricultor cansado, el ATS sobrepasado y el maestro sin guia.

Aún ya has comprendido que la belleza está en descubrir al otro, en medio de oceanos que los anega como a islas sin volumen. 

Darles pequeñas colinas para que suban a salvo de las aguas ansiosas, 

Mostrarles las copas de los árboles para que sean sus faros en mitad de bosques de desinformación que les encierren en bucles que no les pertenecen. 

Guiarles a oquedades donde no les llegué la sal que arrasa las pieles quemadas porque son su única camisa tras haber vendido hasta su esperanza, para que en rios dulces, las arterias borboteen juegos de vida.

Desde el campanario se sueña que la eternidad; la tocas con la mano; más el vacío espera en el borde. A veces, las escaleras pueden ser bajadas para abrir las puertas de las murallas que se hicieron con los horizontes que nunca llegaban y allí entras en conflicto con murallas, piedras, árboles con tronco que no supieron a quien dar la razón.

Confrontar planos con los satélites que vagan esclavizados por circuitos adaptados a sus velocidades, es tarea de quien utiliza el cielo para alinear las tierras que nacieron innominadas.

Se añaden fronteras físicas para el emigrante pero entristecidos empiezan a comprender que los muros son las diferentes posibilidades de cada uno.


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