El badajo puede sonar e incluso embrujar si lo incluyes como melodía en la campana de tu mente.
Pudiera ser que no tenga ninguna repercusión cuando se queda pequeño y no golpea por el interior. Sería intrascendente si no se agranda en su tamaño y también en su consistencia.
Tenemos medios de comunicación, casi clandestinos, su temática tiene como punto de referencia el ser humano y el respeto hacía él. Al dopado en el deporte, se le castiga cuando se le descubre, no antes.
En la política, no. El badajo puede ser, vibrante, poderoso aún hecho, en su raíz de putrefacción. Es imprescindible, eso sí, que entre en la rueda de recibir para callar, endulzar, maquillar, desviar, enfangar, señalar, en resumidas cuentas, emponzoñar lo que acontece con el veneno de la mentira y de la media verdad, también mentira, siempre recibiendo soporte económico de los admitidos, como empresas honestas.
Ni estás han caído nunca por ser deshonestas con la realidad, ni una sociedad ha vuelto atrás por haber sido gobernada por el receptor de corrupciones.
Es más esa protuberancia exógena, desmedida en su crecimiento, tañe rompiendo la armonía entre los ciudadanos; a los suyos les convierte en fanáticos. Y yo, me debo luchar contra mis absolutismos. No necesitan Scialfas ni Ginsburgs que separados por océanos en su ideología, sin embargo se ayuden técnicamente,para hacer crecer su pasión, la Justicia.
Ellos, necesitan sólo proclamar para que alguien coja:
- una espada y decapite a quien enseña
- un aerosol, y sentencie al ejecutado
- unas tijeras, y rasguen un libro
Existen badajos en campanas diferentes que producen sinfonías para encuentros.
Proclaman anatemas quienes con los badajos golpean mentes
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