Coge un corazón que le fue dado y viaja, encuentra, transmite a través de su
cerebro la dureza de su naturaleza, no renuncia a nada. Me descubre, se
descubre lo cotidiano de nuestras renuncias a manifestarnos para que desalmados
puedan crecer, puedan expandir sus mensajes de odio; para sus propio provecho y
su propio vivir en un altar.
Te cuentan del Menor extranjero no acompañado y buscan tu complicidad para preguntarte ¿quién no ha tenido una
experiencia desagradable con alguno?, o si no, se la ha contado, o un amigo de un
pariente lejano o si, si, eso, sí, lo ha puesto en nuestras actuales tablas de
la Ley, (facebook, twitter, instagram) algun enviado, investido influencer de
imágenes retocadas y voz impostada. Son estos quienes nos confirman nuestras sospechas,
son: malos niños, niñas malas, porque además una madre, una madre que tuvo que
salir de su lugar de nacimiento, acude a esos centros de internamiento y
generaliza, y nazifica, como se hizo hace ochenta años y coge el micro, televisiva, arrogante, impune y señala
a uno, a todas y les marca, por si hay algún iluminado que se cree el ejecutor
de esa impudicia, de esa mezquindad puede realizar esa venganza por una supuesta
destrucción de nuestro modelo majestuoso de vida; y por desgracia, ocurre, existe el abducido, el vengador; y alguien es
golpeado porque su justicia, su percepción de una sociedad corroída, desigual,
dominada por patriarcas, seductores a los que se les ve lejanos e inaccesibles,
se focaliza en niños-as expulsados del abrazo de su madre, de los juegos con
sus amigos y si, en cada golpe, ese ser marcializado, sonado, cree resolver lo
que aquella reina investida de un amor a una patria sin seres humanos le ha
escupido.
Y lloras, sufres, te desgarras, porque no quieres narcotizarte, como
aquellas sociedades; francesas, alemanas, que veían como sacaban a sus vecinos
de sus viviendas; porque también lo ves aquí, que seres desestructurados,
desarraigados son golpeados, porque la culpa es de su falta de sumisión, de su
falta de aceptación, pero nunca, nunca, ese ejecutor piensa que con más medios,
con más especialistas, con más corazones con cerebro, a esos niños, niñas les
podrías humanizar, les podrías entender. Te faltan medios que te deberían dar
desde arriba y sólo ves los inconvenientes que te producen los que contigo
están viajando, cuerpo a cuerpo en un velero de mares atormentados.
Nos dan luces, millones de luces, para deslumbrarnos, para asombrarnos, pero
nos quitan la luz de los señores de la vela a las que ponen, a cada una, su
nombre, el nombre de un ser humano. Miramos extasiados a la vaciedad de los
leds, pero, y ¿ese niño?, desesperado, malherido, desorientado, apaleado, sin
cara, sin nombre, que aparece en la pantalla con el programa
"Salvados", a ese niño, sin cobertura al amor de una palabra de una madre
que le dio la luz, a ese niño, ¿Acudirá con su dedo de odio aquella veleta
dirigida por los vientos de un capitalismo salvaje?.
Despertad en la palabra, despertad en los hechos, en el encuentro con
quienes dicen no, no pasarán por mis calles, por mis alamedas, los pasos
marciales de unos servidores de las tinieblas y de los magos de unos mundos con
escalas a las profundidades de la adyección y el odio por el diferente..
Revelador encuentro con los hechos en los que fueron encerrados seres que
admitieron un orden sin matices, una ficticia tranquilidad sin vistas a las
ciénagas, una promesa de grandeza con cimientos agrietados por
despersonalizaciones y odios.
Entonces, desaparecieron, encerradas, las visiones humanas de una realidad
transgredida, hoy, mañana, en la semana de las Migraciones, del 16 al 18 de
Diciembre, en el Liceo Caracense y en la Biblioteca de Guadalajara, con seres
viajeros a encuentros como Carmen, Chantal, Alejandro y otros, buscaremos hacer
frente al ser humano, más peligroso, aquel que acepta ser dirigido hacia seres
a los que odiar.
Veremos lo positivo de marchar en encuentros para la comprensión, el enriquecimiento y los momentos para crecer en la mente que asimila los impulsos del corazón
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