martes, noviembre 05, 2019

La mano y la educación

Al extremo de tu cuerpo, a tu mano, le llega la sangre que transporta el rico oxigeno, llegan las terminaciones nerviosas con las que transmites la acción que sacia tu hambre, o tapa tu boca que muestra un cansancio extremo, o las que las levantan para manifestar las más diversas emociones. Por ello, tantos artistas han sido representados con sus brazos en muy diferentes posiciones, para manifestar que hablaban sin palabras.

Cuando te han vilipendiado con mentiras y faltas de respeto, esa mano no encuentra el camino para sellar un aceptación del diferente pues este ocluyó con sus infames actos, puertas para comprenderse.

Ante la audiencia estos últimos quedan ofendidos, porque su generoso gesto de complicidad lo había aplastado antes él, con el tanque de su toma de las leyes, del serramiento de un mapa vital que se muestra cercenado en el reconocimiento de la diversidad en la sociedad; se diluye su vano gesto en su propia falta de respeto al código penal, que el amenaza hacer cumplir en el otro, siendo laxo en sus actos.
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Hubo una vez, una especie de jefe, por lo menos, había sido impuesto por fuerzas que agradecían sus dobleces y sus bajezas que a ellas, también encumbraban, que siendo peón hacía uso del teléfono de la empresa de una manera personal, onerosa e impúdica. Lo primero que hizo en su nuevo trono, fue protegerse de posibles seres como él, poniendo un candado y un contador. Sabía con quien se la podría haber jugado, si él, a la vez, hubiera seguido siendo su subordinado.

Me sirve esta experiencia para reflexionar sobre la aceptación ciega de gran parte de la sociedad de las palabras, tan contundentes como huecas, de seres del Orden, que dicen impondran inmediatas medidas sanitarias para problemas que no siempre se resuelven con la celeridad necesaria en una sociedad garantista, donde lo que parece oro, se queda sin brillo, en la primera fricción.

Populismo que tiende la mano, bañada también en purpurinas de seres que se impregnan por definición de impolutos actos, cuando no son más que una mediocre individualidad con tules de trapos de glorias. No hay colectivo que luche, por dar respeto al que se lo han quitado como la PAH, con sus personalizados seres entregados, que han dado dignidad a esos expoliados, dando visualización también al problema del gran capital opaco, que juega con la habitabilidad de unos seres a los que se les está cercenando sus salidas en un mundo al que se entregan.

Se hacen eco, esos seres conocidos, honrados:

 - de caridades en donativos, cuando antes ha faltado una corresponsabilidad con el respeto al esfuerzo de sus trabajadores y a una sociedad que les permiten prácticas, de llevar hasta el patíbulo a seres que se entregaron a sus publicitadas magnificencias..

- de ocupaciones ilegales, por resolver en una sociedad con claroscuros a interpretar en leyes por reformar y humanizar, cuando se ha dado un dinero a bancos y empresarios que se lo han jugado en timbas y loterías y no en construir con el estado el tejido de miles de edificios sociales que equilibrará a una sociedad más justa.

- de ofensas a los pobres, que tienen que tener patrias en las que esconden sus necesidades vitales, cuando sus guías, que se proclaman, parte de ellos, sólo sirven a los poderes ricos, que efectivamente  no tienen patrias porque sus dineros fluyen a donde se multiplican y sus conciudadanos, son súbditos. En contra de esa proclama de orgullo patrio del obrero, leía en una exposición para la reflexión unas palabras de Josep Pla que venían a decir "la patria y las banderas eran unas palabras que se las daban los ricos al obrero para que les entretuvieran, las siguieran, las discutieran y que se enfrenten entre ellos, mientras los burgueses y ricos y sus judas servidores se hacen con el poder real.

Si la mano a estrechar es un bien preciado en el ser concienciado y digno, difícil de transmitirle su calor a quien enfrente, deshumanizado, buitrizado, coge acciones concretas de niños con problemas para en pack, criminalizar a todos los que buscan salir de los ahogos de una vida sin mañana

Si la mano con la que firmar un entendimiento es difícil de encontrarla en quien en su mercadeado odio señala a quienes son despojados de ser apaciguados por sus árboles en los amáneceres que se le hicieron puñales a atravesar en mañanas y tardes con rasgados escenarios vitales

Educación en una mano que apalea desde una superioridad que aleja a seres que caminan, para ser levantada y proclamar su compromiso con la superioridad de quienes sólo les siguen, es una entelequia con la que, a veces, nos vestimos para proteger corrientes, pero que nos dejan inermes ante los congelados inviernos del sometimiento.

Sueñan esas manos, con cerebros, con atrapados dioses que les laven sus odios, que un día el brazo terminará en puño, cuando ante sus injusticias, se imponga el silencio con su Orden proclamado tirano


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