Ella viste encuentros y sí tiene que
acudir al concierto con la temática de su corazón que se desboca en actos. Sabe
que las cantantes lanzarán salvavidas para atrapar a una sociedad que se hunde
en mares de mesas opinadoras que no encuentren empatía con el desconocido y si
sumisión al filibustero que tantas veces les ha fallado. Muchas, demasiadas
veces han sido rechazados sus cabos, al grito de de marinos sin rumbo, sin estrellas que seguir ¡qué sabrán ellos! chillan como sirenas que atraen a los arrecifes. ¡dónde este el orden!,
¡dónde irán a parar sus promesas imposibles!
Los acordes
comienzan, la mirada del migrante rasga las cuerdas de aquel que sueña enhebrar
agujas que zurzan descosidos, con hilos que no sean pistolas, ni porras. El
migrante, asustado por el despegue repentino de aves de alas que taladran
heridas, para saciar hambres, siente el moflete pellizcado por quien en un
escenario proclama besos para restaurar las cicatrices que supuran sin el
desayuno de amor, empobrecido, intenso que le preparaba cada amanecer la madre
con el sol seco que la abrasaba los ojos sin futuro
Ella,
infatigable bailará con el Doctor John o con él, Yo Estratosférico que amplía
el estrecho corredor de la vida, para convertirlo en autopista de entregas por
las vidas que le abrasan en su cine amado, en sus letras bisturí a sociedades
muertas, en su cadencia que acerca Itacas por su persistencia en derribar
muros. Corazones unidos para barcos que zarpan a encontrar los náufragos de una sociedad entregada a las imágenes truculentas que les ofrece mentiras, que no parecen aceptar, para no romper sus cimientos, aun así carcomidos
Ella besa la presencia de los grupos que se entregan porque sabe que por unos días podrá condimentar calderas con desazones y desesperanzas. Encenderá las lumbres adormecidas en corazones taladrados por tantas vejaciones provocadas desde los puertos que les empobrecieron hasta las mares que les quisieron engullir y quizás, sintiéndose salvados, vieron como eran echados hasta las rocas de los ventrículos de la codicia.
Y él, un David entre los davides, seguirá ondeando su conciencia humana, que sí, efectivamente, no habrá dejado dormir, más de una noche al mago de cartas trucadas por filibusterismos, compadreos y sumisiones que le elevan a un pedestal donde se amamantan alcahuetes. El David, que forajidos propios quisieron destrozar bajo las columnas que ellos mismo maquiavelizaron hasta caer hundidas, desparecidos sus horizontes; para ahora, ya si destruidos, sentirse judas, sin recompensas, pues de las fuentes salidas sólo mana premios a los costaleros.
David, sintió renacer a los diegos, sometidos por los dioses mercaderes al empezar la semana y está noche, sin ningún oxido en su corazón gigante se marcará un ska con esa Cristina, infatigable exploradora en el daño que camina sin rumbo incrustrado en la vida de niñas, madres, padre, niños
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