lunes, diciembre 16, 2019

Una vaca no es una culebra

Sale ella por todo el prado, observa, se enamora de él, si, de ese toro, torito, toro, que estos días camina por el barrio del alamín.

¿Cómo me pudo pasar esto a mi?. Ni tu ni nadie me prepararon para que el otro pretendiente, una boa constrictor, se interpusiera en mis sentimientos de vaca enamorada del astado, por reflejo de la luna.

Y es que claro, me quieren comparar al meano bragado que me ha quitado el corazón, como si fuera por su falo, con esa gran bicho maligno con forma de falo que para nada me daría ni placer, ni amor.

A ver, les explicó a mis ancestros, que a veces, no se si por tradición, se encelan con las muletas que se les pone delante, con el siguiente ejemplo:

Un tío, me fue más fácil utilizar el simil de los humanoides porque son lo más alejado a nosotros, le gusta las armas, utiliza números que hacen apología de la violencia, apoya a quienes han asesinado, si pongo extinguido, lo mismo como vacunos, no os enteráis; yo no le puedo llamar Pepe Luis, varón de 1'80, alto, moreno, bien parecido, estudiante de Arte, porque él, lo que ha mostrado es su admiración por la violencia y por lo tanto y por eso, ya existe un nombre para definirle.

Yo, tampoco soy Pepe Luis, la víbora, porque soy una vaca y quiero tener mis aquís y aquellos, con Tiburcio, que en la luna encontró la vaca que yo soy y nuestros ardores que tienen que ser los posibles.

Porque, y quería terminar, tú imaginas a un orangután, dejándose rodear por esa constrictora porque un humanoide, defensor de los mismos valores que el béndito, les haya puesto en el mismo plano.

¿Qué leches va a hacer un orangután, entre rama y rama, si antes la víbora, le ha dado un apretujito de muerte?

No son lo mismo, por mucho que los dos caigan ahogados; uno por la asfixia a la que ha sido sometida y la otra, la muy bruta, porque se haya querido comer el morro del Orangután, sin ninguna consecuencia. Como si el Orangután no tuviera morro, sobre todo el que se llevo mi novia tras aquel mal entendido en la Gare du Nord. No volvió ella, loca, más que loca. Y yo ahora, poeta, poeta, nihilista

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