miércoles, diciembre 11, 2019

Una lagrimita

Volver a escuchar a Dylan en una desconocida "cross the green mountain"; caminar días para buscar cuentos en los que una cuchara me descubra como andar muy tieso, si es que no he conseguido transmitir una mejor belleza con imágenes de una niña caminando cogida de la mano con una árbol que le cuenta historias con las hojas que aún no han caido y que sin embargo, no son palabras para regar la tristeza.

A cambio, no es un historieta que una bruja coja su escoba, sin saberla usar para volar en noches que sacien a los tiempos de anclajes vividos. Sólo saber lanzar pócimas en brebajes para la ceguera. Poltronera de tiempos negros donde sus mayores usurparon la sociedad, con colaboraciones a los armados, servidores de amos y oscurecimiento de sus ruindades para saciar egos en forma de dinero.

Compara sus disparos y bombas preparadas para abrir brechas no en terrenos, ni en edificios sino en los seres humanos que quisieron darse la mano para proteger sus derechos adquiridos, sus libertades por cimentar; con sueños de mañanas de inconsciencia de separar las tierras, con sus seres humanos, en base a otras unidades, que nunca estarían seguros de haber podido obtener en su "pais invisible".

Nadie, si encontrará un atisbo de dignidad en el futuro que quiere ofrecer a su sociedad, compararía las pistolas, fúsiles y sus fuerzas criminales, con aquellos que ofrecen sus cuerpos inermes para la construcción de idílicos, interesados e incluso, injustos nuevos países, que se habrían cimentado entre otras cosas, con los robos, compis yoguis de las clases levantiscas cuando pierden privilegios, y los partidos ansiosos de dotarnos de negras lonas para tapar los ojos físicos y las miradas críticas a su gestión nunca dirigidas a crear una sociedad más justa.

Y ahí está, chulapo pérdido su verbo vibrante de suciedad agitado en comparaciones que sólo puede hacer quien en tantas y tantas ocasiones se ha aliado con las rebeldes armas que no buscaban ayudar a los seres humanos, sino elevar a los mercaderes para que vacien sus caridades a modo de vómito que pueda ser fagocitos por mundos hambrientos

Y mece, mi cuerpo, ahora ya debíl, tras la soberbia de sentirse en el pueblo, parte de su grandiosidad, la voz del ser que ahora entendiéndolo un poco más, me acompañara por siempre. "It's no dark yet, but it's getting there"


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Siameses y mercader

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Zaida, Fernando y