Si encuentro a una niña, desamparada, débil, sometida a la ausencia de regalos, ya sea en navidad, ya sea en su cumpleaños. No la escrutaré hasta sacarla sus extrañas peculiaridades, sus, llamésmoles, defectos, acordemos que flojedades, sentenciemos que imposibilidades de contactos con otros. La atención, ella también la merecía, en un mundo de las imperfecciones, aunque algunos, como nos dice Antonio Maestre en "Franquismo S.A." hayan tenido blanqueante y desmemorin injertados en la sociedad a través de periódicos, convertidos en panfletos por pagos interesados y en difusores de bulos por indecencia intelectual, rallano a lo criminal, o sino ¿qué se puede decir de quien sabiendo la verdad o al menos de que tiene que investigar en varias fuentes, ha cogido la carroña para que la destripemos con desaprensivos, ávidos de ese tipo de consumo?
Buscaré como esa niña, como esos niños han sido embarcados en una naves, de buenas apariencias pero habiéndoles dejado sin brújula, sin timón, al socaire de unas velas viejas y desvencijadas. De ausencia de vientos, o estos rolantes con lo cual no se sabe drizar, pues lo que segundos antes era lo correcto, pasa a ser una vela que cambia y te golpea hasta anclarte en el sinsentido al que caes por la borda.
Pregunta un niño, lo que dicen estos ¿es malo?. Y le ves señalando a un maestro caído, abatido años antes, que ahora es desenterrado porque quienes proclaman arribas, ahora por fervor inconsciente, preludio, quizás de males mayores, se hacen eco de quienes fueron ejecutores, arrogantes, calculadores, del conocimiento, de la entrega a enseñar a saber valorarse, a empezar a quererse pero también a responsabilizarse del viaje a su propia mejora. Si, pequeño, si es malo, por ignorancia, por superficial, por odioso es malo que lo digan porque los ejemplos de quienes dicen querer una patria, una religión, un bandera se banalizan en la inexistencia de empatía con el ser humano. Señalan a unos niños no acompañados, sin recursos, sin la necesaria atención, pero no señalan a quien evaden un dinero que ayudaría a que esa violencia, que esos pequeños han vivido, les marcarán sus desencuentros con una sociedad.
Van, con cámaras babosas de un pegajoso veneno, a esos centros, donde quienes proclaman la libertad de elección de colegios o institutos, no piensan, ni quieren aportar parte de los recursos robados para que una sociedad dé las mejores condiciones de educación a todas, a todos.
Esos liberales, de sus exclusiva libertad, de su selección liberticida, de su apropiación de recursos que debieran estar repartidos, no mueven ni un dedo, ni una boca, ni un birrete para proclamar que al niño, a sus famosas niñas que no deben ser adoctrinados, aunque si por su doctrina única, colaboradora interesada, pagada su bulas, por exclusividades; si a esos menores no se les debe atacar, no se le debe señalar como centro de una diana a la que abatir.
Empezaron en la eternidad, a ser miserables en sus magnificos vestidos, tejidos por hilos esclavos, con agujas de sumisiones en telas entregadas por los servicios prestados en traiciones a la sociedad; desde esos ropajes de podedumbres morales caminan rabiosos a señalar los objetivos, quienes luego serán recompensados por los amos de los impuestos sin pagar, de los dineros negros robados para la creación de las verdaderas patrias que son el caminar de los seres humanos con objetivos comunes con sentido de crear redes de apoyo.
No, ellos son los apologetas, los soldados mariscales de campo de las armadas globales de los que quieren un dinero libre para someter a la humanidad. Antes fueron los que vivían lo nacional, en posesión, como suyo, con tumbas clericales de agradecimiento y gloria a los ejecutores de seres con pensamientos diferentes que respetaban un espacio en el que convivir con el diferente. Hoy, zombies les entregan su alma, por platos de alimentos, sin sustancia, sin calorías, sin consistencia para buscar unirse con las realidades divergentes.
Es difícil saltar, mas cuando quienes viajamos en el mismo barco, creemos seguir a nuestros verdaderos vientos, que nos empujaran a un mundo bilingüe mentiroso como sirenas en alcantilados, pero que nos habrán dado un mástil bonito y estable; otros nos hacen oír que seremos vasallos acomodados de un director, proclamado virrey, que nos habrá colocado, quizás por nuestra valía, quizás por nuestros silencio, quizás por nuestra sumisión. Como aquella Helenik, griega que nos traducía desde sus preciosidad, desde su inteligencia, desde su lengua nativa a un francés, que soñamos nos susurra siempre amor, las palabra "lengua de madera" de su directora que tenía en sus intereses, el futuro de aquella maestra atrapada
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