miércoles, octubre 23, 2013

¡Niño! ¡da la luz!,

Si, definitivamente mi tiro ha sido errado, por el momento, no encuentro la pelota. No, no puede ser, la veo allí, pegada al muro; voy despacio, avergonzado por mi bajo dominio de mi balón manoseado sin corazón; aparentando estar tranquilo, no sé, al menos, no se ha ido para el afilado acantilado.

Aquí, esta pared ha sido tapizada con un musgo brillante, subyugante, pero, por mucho que se quiera, artificial. Me recreo en el vago recuerdo, cuando podía mirar sin vertigo, al fondo, la playa, e intuir los cuerpos que se entregaban a los diarios soles caducos. Más alláa, mi interior se mecía, o se agitaba entre el descifrar de olas que adventaba mis barcos, timones a islas de robinsones y fallas.

Pero ya todo eso acabó, entre los ladrillos oferentes a una artificial verde naturaleza. ¿llegar'a un día que para no cansarnos de la irrealidad, pongan una viva pantalla sobre la que nos creamos actores de históricas habilidades?

Olvido todo eso, acudo a por el balón, busco mi propio camino, si puede ser senda o incluso entre zarzales entre los que busco aliviaderos recónditos, pero siempre posibles. Todo para evitar el foco dirigente del dirigido marcando a autovías tr'ansitadas, por el dedo guía. Hoy, momento en el que algunos añaden sus propios luces y te lo recuerdan: si, si ves por esta vía, que por ahí mi luz también más fuerza te daría.

No les respondo, porque ya sufr'í, cuando la desválida tardía sangre manaba, irracional bala, atacaba; pero estos faros, que romperian leyes defendidas, de ellos, nunca he oido las amorosas palabras que sonreian entre los labios del maestro que leía poesía, ni al trabajador que aseguraba la mercancia, ni al médico que alargaban los atarderes en familia.

Carreras pérdidas en la miopia. Ya llego al balón, +¿gastaré nuevas horas para mejorar mi punteria?

Al menos, si no, leeré para salvarme de la miopia, donde me llevan la ceguera de la ciudad dormida, crecida entre reflectores a escenarios que tapan tantas vidas sombrías

¡niño!, no metas los dedos, ¡que te da..!.

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Siameses y mercader

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