Si fuera fácil descifrar los besos envenenados del presente, desde la obtusa certeza del futuro, ¿seríamos capaces de desprender el jengibre adictivo de la fruta cedida?.
Alguaciles de dinero mago, tocan a arrebato desde sus trompetillas para los vecinos encerrados en las celdas donde su sueño de una vida mejor tronaba en el eco de su vacío sometido.
Ilusiones vanas, edulcoradas con los instagram de las varitas de dueños sin escrúpulos, que acercan el sueño de acariciar los balones subvencionados, las tradiciones que se fueron, el ciego poder lanceado del toro que antes vagaba espléndido en un campo compartido.
Robinsones en circulares islas donde esperamos transbordadores de ida y vuelta a una aceptación fugaz en la estrella de la esperanza. Recogido, sometido por la vida querida, rasuramos nuestra mente, adaptada ya a la foto de tiempo concedido.
Triste caminar hacia la montaña, dispuestos a subir empinadas cuestas, saltar grietas, bordear acantilados, no comprendiendo, aún que el espacio a recorrer fue cercado por los flautistas, guardados por los cascabeles agitados de serpientes que luchan por no ser pisadas, también, en su iluso poder
Pasas arrugadas, ¿feas?; alimento oculto para el ciudadano que rompe la pantalla ilusionada, para contemplar entre las rasgadas telas el paso del tiempo cogido de la mano de los seres entregados a la coral danza que desprecie o la caridad del inhumano saciado, o la superioridad del sucesor negado, o el botón oculto de la ruleta tahúr.
Día de conocer el particular latido de quienes marcando sus huellas en reviradas sendas, se ofrecen para dar caricias ante el consciente encuentro
El encuentro entre las piedras
Y hoy, rememorar la nocturna tempestad que quebró la madera donde 4 exploradores bajaron para andar sobre las insaciables aguas, dantesco paso oscuro al que hoy, próximos, no nos acostumbramos.
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