Comí el último pisto, tal vez, al menos, hace dos años; fue aquel día, donde el sol de membrillo besaba, decían hoy unas voces exaltadas, mi exigua cabellera. Esperábamos que todo cambiará porque eramos muchos. Trompetas otoñales atraían la berrea por el apareamiento que engendrará una sociedad para el encuentro.
No sabré nunca, si fue el pimiento, o el mal estado de la cebolla o quizás un huevo dañado, que pútrido, fue la bola sobre la que pudé predecir el imposible arreglo; cuando su olor de unificada verdad, adventada con la cruel guadaña de inmúnes segadoras, llenó aquel patio de las maldiciones de sus taladradoras verdades.
Lechos que reciben los embates del soberbio crápula que esconde lo que manos de amor le generaron a su egoismo, procrean el ansia, el tarado amor eúnuco que desprecia al artesano de la vida.
Estudiantes de Realejos
Juegan, pacientes, bellos, buscando besos de sabiduría, los que encontraron bosques donde explorar cada incierto sendero
Procrastination
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