jueves, diciembre 05, 2013

Te he estado esperando. Y Nelson quien bajó para volar y hacernos libres. Crezco en tus besos

Si, en medio del vendaval que provocan las nubes que parecen aducidas por los inmutables vientos polares; no me importan las gélidas miradas de las aguas que siempre desdeñaron mi precaria pericia, no me vestí con las regaladas faldas de las caridades nacidas en la prepotencia; ni tan siquiera canté entre las guirnaldas enaltecidas en su entrelazada potencia. Tan sólo, repetidas veces, quizás más de cien, o incluso de mil, taconee mi espera a tu rimbombante vuelta; inventé nuevos ritmos, soñé mi cuerpo desplegado por la sala, tumefacto de cansancio por los desencajados actos y entregado al oprobio. Y tú, no llegabas, amparado, silente tu otrora soberbia presencia.

¿preferías ya el póquer conocedor de mi poco aprecio por ti?; me paralicé, era la puerta que en tiempos pretéritos, ante mi pacata presencia me ofrecieron blasonadas camisas como máximo horizonte a mi humilde ascendencia, pensé yo; ahora todo esto se transmutaba en obviarme sin tu compañía, en empequeñecer me anclado en un inerte tiempo, duro de aceptar ante la velocidad de los que salen a viajes en naves desconocidas.

¿Te dio tiempo a paladear la brusquedad de otras vidas?, ¿eran mercenarias para saciarse de venéreos encuentros que les atarán a la nada?. Esclavos de sueños huyentes, servidores del poder de castiga; libertad ejercida en la cárcel de sus cielos emparedados, se ofrecen, para quizás, tocar los cielos que se intuyen entre los murales amarrados a los barrotes.

¡Qué pena que la sumisión al placer inmediato, les guié hacía las fidelizadas faldas de la canalla que salto normas, agregó tallas para ser ellos si dueños entre la ignorancia y el cansancio cegador.

Y si, el puente llegó, ya 21 días que venías y sino fuera por las exhaustas cuestas del hambriento mediodía, me daría ganas de no ofrecerte, ni los besos que no quisieron de los litle village de Van o el niño que no aceptaba su adolescencia de Lou Reed, pero bueno aquí estoy. Y los que te retienen,

joder que arreen, ya esta bien tres semanas, para mi coche y yo volvamos a cabalgar, ya por mi como si fuera con un pony, con quien cruzará los horizontes

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Siameses y mercader

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