martes, diciembre 10, 2013

Mi cabra

¿Por qué me dices eso?, yo vivo en la pradera y allí, pues salto de piedra en piedra, como hierba, ¡qué rica está! y bueno, si, a veces me quedo mirándote, pero sin ninguna otra pretensión

- Me has dejado en ridículo, yo cuando en esos largos silencios, te quedabas mirándome, pensabas que sabías de mis inquietudes. Luego, además, ¡que forma de masticar! a veces me dejabas tirado, ¡tus labios!, ¡tu boca!, ¡¡¡¡¡tu lengua!!!!!. Creías que te podría sacar de aquel repetitivo lugar; si, ensoñador; si, pleno de vida; pero existen otros lugares, con otra belleza, pero al fin al cabo, maravillosos.

- Me has subido por cortados, empedrados, con filos que me hubieran rebanado sólo con el roce. He estado a punto de caer, o en aquel salto, o en aquel descenso en picado, o en aquel equilibrio en aquel puntal. He sentido desfallecer mis fuerzas.

- Oye, nuestra condición caprina, dicen que viene en los genes

- Ya, pero era la primera vez. Y me presentas a ese endiablado guepardo que se relame saboreándome. ¡Qué lo veía en sus ojos! y puff, pues claro que he metido la pata

- Me has decepcionado, en tu espacio, me parecías tan, tan, tan, único, tan, tantantan especial. Quizás sí, te debía haber reguardado más. Fuera. si es verdad, quizás te resultaba difícil.

- Era difícil, lo puedes decir, al menos para mí, yo creía que era bola cuando, yayaya lo sé, si, no me mires ahora tu con esa cara, desencajada, llena de ira, era, era

- Si, eso una letanía y tu tan feliz, te has ido a jugar con la bola, mmmmmmmmmmmmm

- No, no, nonononono lo digas,....., me vuelvo donde el reflejo engaña porque cada vez más si que parezco lo que soy

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