Mucho se ha ido aprendiendo a lo largo de los años.
Un mayor respeto y atención a los sentimientos de ellas, aún habiéndoselo tenido, se procuraría aun más.
Ver las perversas y maquiavélicas formas como tratan de borrar de la memoria del público a una parte importante de una generación de extraordinarias jugadoras de la selección española de fútbol como Irene Paredes, Jenni Hermoso, Misa o la inexpugnable Mapi León, que si por algo han destacado, la mayoría, en el multipremiado Barcelona, es porque han creado una maquinaria perfecta de juego, a partir de un funcionamiento como equipo donde transmiten que tienen objetivo ganador común exigente, pero, sobre todo, a partir de un gran respeto y complicidad entre ellas.
El riesgo a equivocarse es grande; menos cuando has visto todas las decisiones que han tenido que tomar en un entorno hostil, para crecer hasta límites inimaginables hace pocos años.
La virulencia del fútbol establecido contra ellas, ha sido magnificado por periódicos, que nunca están para ayudar, sino como los reyes, subirse o al espíritu ganador o al de la conmiseración.
Un machismo que se cogió los cojones en una tribuna llena de apariencias, para decir que habían triunfado por encima de aquellas que habían puesto a la luz, las carencias y desprecios a las que las sometían.
En el colmo de la soberbia, de sentirse ganador, como un Michael Corleone de ningún grado, cogió y beso la boca de Jenni, como representación de quienes son ellos.
Un tiempo después Montse Tomé quiere terminar la tarea y como en la celebre matanza organizada en el Padrino, da las ordenes necesarias para que sean desaparecidas.
Irene Paredes es parte de la representación española, de la honestidad y de la colaboración dentro del grupo.
Luis Aragonés se atrevió con Raúl, porque comprendió que este había asumido un rol de enviado que no le correspondía delante de una generación, por llegar, maravillosa y dotada de herramientas para la gloria.
La seleccionadora elimina a Irene por el motivo de ser una gran compañera y haber cogido la responsabilidad de defender a las demás jugadoras de las carencias a las que han sometido al fútbol femenino desde siempre y que ella pone en el foco a quienes les conceden gracias, pero no derechos y medios para que puedan brillar desde un entorno seguro en todos los aspectos.
Podrá llevar a Claudia Pina que hace tiempo debiera estar pero si Mapi León no vuelve, siendo la líder y compañera en un equipo ganador, es la seleccionadora quien se lo tiene que replantear, por mucho que el afán de gloria la ciegue.