miércoles, noviembre 06, 2024

2 años en clave de sax

    Ella, buena compañera, abrió la posibilidad de un mundo diferente. Unos meses antes, habíamos perdido de forma traumático a un buen y leal compañero. 

    Es más duro, desde luego, que la vida de una persona, joven se te escape entre las manos, intentando regañar a las cientos de soluciones que se te aparecen a posteriori. Es rompedor estar esperándole en la llegada a una cena, en la que vas a culminar, un día de esplendor de vida, compartiendo cena sonrisas, risas e ironías con los compañeros de cena de los últimos años. Es como la ascensión a la más alta montaña, un techo, como comprobarás poco después, de cristal de la felicidad.

   En su no llegada, a sus seres más próximos, se les abre un abismo, donde antes fluía un manantial de vida plena que les entregaba en dosis que abrazaban.

   Allegra, algo ha intuido, e invita a tenerle, cada día, entre los sonidos de una banda y su inicio en el aprendizaje del dominio del saxofón. Se incumple lo primero, porque la base, para crear un grupo erao era cero y andaban los componentes por los intrincados caminos de sus inicios a las amazonias de la adolescencia. 

    En lo segundo, 731 días después, se la ofrecen, pequeñas sendas de conocimientos buscados, explorados durante cada una de sus mañanas o tardes y que dan unos cimientos, a veces, demasiado ansiosos de ofrecerle un homenaje diario a quien, entre sus innumerables facetas, tocaba el saxo, aunque algo oliera a podrido en Dinamarca. 

     Le miras en la foto, de fondo de aquella sesión en nuestro primer bar de cenas y si vas a embarcar en la nave del Ulysses, antes preparar clases o desde hace tiempo, escribir. 

     No lo tienes, es imposible, pero te alegras de cada uno de los momentos que compartiste aunque fuera para recordarte que habías intentado ahogar al Casti, o te habías metido en medio de la natación de un triatlón o él te había sacado una hora en aquel infausto marathon, Millenium que terminaste abrasado, todo exhibido como para atacarte, con tanto cariño como teatralidad le era posible. Nos separaba una generación, otras formas de vida, pero existieron esos otros instantes que se compartieron o se oyeron entre las hazañas que a los interlocutores nos provoca sonrisas. 

     En estos, hoy, dos años, sin un sólo día de haber dejado de tocar, buscas los tempos en las llaves que te aproximen a la belleza en el sonido, como la que se escapó, pero, hubo en esos efímeros cruces. 

     Quieres saltarte pasos en el aprendizaje del dominio del saxofón, como si eso tuviera un efecto en hacer más grande el agradecimiento. Te lo recuerdan las acciones mal ejecutadas y los profesores que te lo examinan y aquella otra anécdota que te gusta repetir porque es como si te lo estuviera diciendo en persona, cuando estaba haciendo el interior del primer Rincón Lento, ¡estuvo y ayudó en tantas cosas!, te proclamaba: ¡José! estate aquí y dame conversación, pero no te metas en medio de lo que estoy haciendo. Todo y todos tenemos nuestro tiempo.

      Hoy, 730 días después, mañana 7 de Noviembre, será el cierre completo del círculo de esos dos años, acudirás al profesor, sabrás que puedes leer más rápido una partitura, tocar cosas más difíciles con sentido y otras, aún más, como cuando leíste a James Joyce dentro de una cárcel interior, sin significado, cuando la naturaleza a tu alrededor es exuberante y es como lo debes leer para su comprensión; esas otras, que por ahora te están vedadas como son la música que tocó para sus ferias, la banda de Cifuentes y las otras que preparan para la Navidad.

       Había un ánimo antes de aquel empujoncito final de la compi, pero ella puso las manos de sus certezas palabras sobre la espalda, para que ese salto incierto desde un despeñadero no fuera el de una caída abrupta a la nada de un gasto inútil de un instrumento abandonado en u desván, sino el inicio de un vuelo mantenido, a veces, incluso en malas condiciones, pero que nos va permitiendo encontrar la descripción de vidas para ser descubiertas, en la lectura de esos nuevos libros que entre sus compases nos descubren amores, emociones, fiesta e incluso jolgorio. 

     No tiene fecha el día que decaerá el ánimo por practicar con el saxófono y hablar que con las vidas que compartimos y la que se nos abre; pero el viaje sigue con el afecto interno por quien tanto te enseñó y con el cariño de aquella joven exploradora que te empujo para que cogieras una nave con la que explicar los mundos internos que siempre, todos, tenemos ahí dormidos.

       Mientras se teclean estas ultimas líneas, el tudel no tiene el frío que debía haber en este comienzo de la serranía y la boquilla te dio un aviso para que la sigas cuidando como hasta ahora, para que sean muchos los amaneceres emocionales a los que puedas dibujar con sonidos a las personas que te acompañan entre tempestades, "calmas chichas", vientos enrachados y huracanes que te amenacen en quedar encallados en islas con ojos de ira. La partitura se agita y la memoria te pide que la ejercitas, para también "Las mañanitas", como quienes te salieron a despedir a la dársena, al emprender esta travesía. 



martes, noviembre 05, 2024

La constelación y la tele

 En una pantalla quebrada aparece un ex; no todos los ex van a hablar horrores de los seres con los que tuvieron relación. 

  Existen los que compartieron pasiones entre abrazos mutuos, confianzas, placeres explorados que alimentaran soledades y lo que más permanece, que hubiera realidad en ese intercambio de fluidos. Cuando se quiebra lo último es porque alguna piensa en una veracidad fuera de ese tórrido rectángulo. Ya no se puede retomar, cuando el espejo en el que se regodeaban, se quiebra del todo.

   En las teles, no en las de sección, que pueden ser todas ahora, un ex jefe de comunicación de, pongamos un rey, le sigue siendo fiel, al fin y al cabo vendió las excelencias de un producto, obviando lo contaminante, y demostrar que es un buen vendedor, le abre puertas a otros productos del marketing. Otro, como Antonio Caño, también serán contratados como vendedores, pero ahí es más difícil demostrar que el producto no lleva ni uso de pesticidas, ni venenos ponzoñosos, ni transmutaciones pueriles. Se compran esos otros productos. 

    El "buen vendedor" como analizaban ayer en canal red, es que magnifica hasta la nausea aspectos positivos de una acción de su antiguo cliente producto. 

   El envoltorio es único, el contaminante está impregnado, incluso en él; observar como con cariño, rodeado de fuerzas de seguridad, acoge a unos imberbes, bien vestidos eso si, quien no se enternecerían ante esa imagen. 

    Álvaro Morata es otro producto de la imagen; se ha vendido muchas veces y sigue dando un resultado basado en la honestidad de sus esfuerzos. Decía a otro compañero, un insigne nada "futbolístico", cuando iban a salir de un túnel de vestuario cualquiera, sobre todo, por lejano, que no hiciera caso a Morata, que "era malísimo". Bueno el tiempo, la suerte, el trabajo y alguno que otro factor ha colocado a cada uno en su sitio. No ha sido Cristiano, si en varios momentos, en su soberbia, pero da una imagen muy pulcra en los campos de juego; loas a Álvaro.

    El problema que nos aporta Pablo, siempre Pablo, ¡joder! es que lo que nos dice ese tal Ayuso, no por favor, sólo Javier y ese Morata, no el Pedro comentarista, sino Álvaro, es que nos quieren parecer unos seres comunes ensalzando a un rey y como decía aquel otro "tranquilos que el que los va a consumir soy yo".

    Buscaré la sonrisa en la veracidad de Miquel Montoro, antes que ver el fútbol embutido que me sirve para crearme imágenes paralelas. 

    La veracidad es lo que tiene, en unos te provoca una complicidad, en otros, buscas rascar esos prospectos y envoltorios que te hacer oler más las uñas. 

    Temes que vuelva a haber un envoltorio de 40 años, como en aquella tarde en el Montemar, con algún compañera de Magisterio, porque aquello te daba la sensación que podía vencer a un golpe de estado. Hoy aquel relato tiene la podredumbre de narraciones engañosas y disneyladas, en las que nos hayamos contaminados en muchas de las instituciones que dieron cobertura a aquellas mentiras.

    A Álvaro enfrascado en ser honesto en su esfuerzo, duro en su ánimo para afrontar los silbidos del estadio de ruido selectivo, no le voy grandeza en sus conocimientos, ni le voy a aceptar su ignorancia a la hora de contarme las bondades de un rey, al que Ayuso, el periodista, no la bulera, se ha encargado de tamizar.

   Si le pido a seres en quien confío, que no tengan a la siguiente generación que dentro de cuarenta años, sigan preguntándose como alrededor de un rey había decenas de fuerzas de seguridad, y como ante un presidente, elegido por un pueblo, apenas hubiera miembros de los cuerpos del Estado. 

   Como alguien que no ha sabido rodearse más que de ignorancia impúdica en los servicios que debe dar a una comunidad, más los añadidos, torerarios-funerarios, puede estar reunido horas y horas, tras abrazarse con un periodista, condenado en diferentes ocasiones, y subvencionado en las comunidades por su partido; disgresión: "corrupción-subvención", curiosa mezcla.

    Morata, no lo leerás nunca, aunque intuyas que existe respeto en el conocimiento de tu trayectoria futbolística, no intelectual, porque si no quieres saber que pudo suceder para que desde aquellas puertas encerradas, saliera el fango moral de ese marrano para que indicará como tenían que actuar quienes iban a venir, no a ayudar a quienes estaban sufriendo las consecuencias de una Dana y de una actuación que algunos tachan de criminal; sino ante un presidente del gobierno.

  Por eso, desde tus subjetivas declaraciones, repetidas en otras ocasiones, y que pueden tener más valor que las mías, te ánimo a que busques la decencia que debes mostrar ante los tuyos. 

 La burbuja del fútbol no puede  llevar a la indigencia intelectual, si con esa sobreprotección que llevan uno y una, quien son llamados al "dejad que los niños se acerquen a mí", son miembros de grupos ultras, ajenos al gran problema, uno mayor, nos lo estáis trasladando a vuestros posibles seguidores, como verás, sólo futbolísticos. 

   Agreden a un jefe del Estado; tu no te acordarás, bueno ni te habrá interesado, asesinaron a Olof Palme, presidente sueco, porque confiaba en su gente; quiso obviar a la mala gente, esa que siempre existe y que ya nos dijo Machado. Tú mencionas la grandeza de un rey, en su burbuja de seguridad, que da abrazos a nazis, que no fueron apartados por unos servicios de seguridad que les conocían incluso por sus ropas "les reconoceréis". Y que a quienes vivimos el día a día para, entre otras veleidades, conocer tu trayectoria desde el Castilla, nos produce un desamparo que debiera dar lugar con el miedo y el pánico a la inacción, pero chico, tu tienes el descaro de hablar desde tu torre; yo sólo desde mi silla. 

   A quienes les toque, si les pido, que el hilo no nos lo corten y que no se tarde cuarenta años, en vivir amansados, sobre trozos de otros lodos, también criminales para muchas vidas.

lunes, noviembre 04, 2024

La consternación de Aguirre

 Apareció hace dos años un personaje infame por las ondas de la radio. Le escuchabas, las primeras veces y no podías dar crédito a lo que oías.

  Por el nombre, Marco Antonio, trataba de ser un personaje mayor, curtido en mil batallas y con un halo de sabiduría que extendería sobre nuestra cabeza para introducirse, puro, en nuestro cerebro. 

  En el apellido, Aguirre, deberíamos ver a un luchador, conquistador entonces de las Américas, ahora del nuevo mundo de la equidistancia, porque el bien se extendiera por el mundo.

  El resultado era un infame ser, que no era ni blanco, ni negro, ni alto ni bajo, ni de derechas ni de izquierdas. Era ese ente que, por estar en el medio cree ser sabio y es la antesala, de esa mediocridad que se convierte en un escobajo o pala, justificativo para golpear a un ser en el otro extremo, con el que el ser abyecto golpea a un presidente del gobierno, antes de ser acogido bajo las plumas regias protectoras.

   Enseguida se le dejó de seguir, como al programa entero que daba cabida a ese insulto a la inteligencia.   

  Golpea la decana de los jueces de Madrid, escribiendo unas palabras puñales, por segunda vez al presidente, no se sabe si por ignorancia, dejaría en evidencia al colectivo que la eligió; por maldad, disfruta del daño infringido al diferente; o por golpista, porque con sus palabras quita la barra con la que se golpeó al presidente, para ponerla en sus dos manos-frase y atizar con todo su odio a quien no permite gobernar a quien la da soporte.

    La gente se ha levantado, ha cogido el coche, se encuentra haciendo sus tareas cotidianas. Es mejor no leer nada; es una pelea ajena a lo cotidiano; llegar a final de mes para pagar la letra del coche o al casero ansioso que amenaza con otra subida de alquiler, eso, si que es, nos decimos, la realidad.

     Cuando ha cogido el coche, Angels habla de su consternación, el conductor gira el dial y se le introduce la música clásica para martillear con dulzura notas sobre las que descansar el caos en el que se ha querido meter, por querer conocer lo que había alrededor de lo que sucede.

      Cuando llega al trabajo, que no ama, en el que cumple con una escrupulosa pulcritud y sumisión, no le queda otra que dejarlo aparcado en la segunda planta subterránea, la primera es para la clientela que es la que crea riqueza al dueño, que ya ha dado muestras de impaciencia por dos de sus retrasos en un mes; mientras en su cuenta de resultados, nada se ve alterado, porque el estado ha intervenido para que exista estabilidad en la sociedad, a la que insulta con su prepotencia. En el trayecto en el que le habíamos dejado, se coló Wagner, le ha acompañado en su maravillosa cabalgata de las walkirías, mucho mejor que haber escuchado a Juan Manuel de Prada hacer una incitación al asesinato desde su cristianismo inquisitorial, por supuesto sin dios; nuestro conductor, de eso si se da cuenta, como no va a comprender que esta sociedad está maniatada por la victoria de un golpe traidor de hace 80 años, al que se busca en una vuelta cíclica y maquiavélica

  Aprieta el ascensor. Otros días, sube las escaleras de los dos pisos, sabe que potenciar sus cuádriceps, le ayudarían a calmar en cierta manera, el dolor de sus rodillas; se justifica, luego estará ocho horas de pie, sabe que no es lo mismo, pero ha llegado agotado, al máximo, lo siente, soñar con el cuerpo de una walkiría le parece más real que intentar comprender como un gobierno se quita del medio a quien le hace ruido, le pone en el disparadero de llegar a un límite en el cambio estructurales que moverían las anclas de barcos de las amenazas de muerte que llevan diabólicos piolines, pero hubiera sido la solución a muchos de los problemas actuales.

   Todo esto lo intuye, porque anoche, cuando daba un paseo por la oscuridad, para encontrar luz en tantas noticias recibidas, se encontró a un pesado, que le cambió el paso de sus razonamientos; hasta le llevó a afirmar lo que el hombre oscuro le había dicho al principio y que él, con tanto ahínco repetía para ser un aguirre cualquiera.

    Como la aparición del espanto que aterroriza, incluso a todo un horror como es Halloween, un milmillonario dice: no las redes, no, eso es el mal absoluto. Está tan seguro que tiene dominados a los medios convencionales de información que ver, como es él, sin tamizarlo sus gabinetes de comunicación, le hace gritar espantado. Hoy, sus mercenarios, potenciales asesinos, preguntan por quienes expusieron a sus amos, a su verdadera naturaleza. Piden, por privado, con desvergüenza, que les delaten para amedrentarlos, para enviar somatenes. Ellos, siguen impunes; son perros de la internacional del odio

     Mientras una tormenta perfecta se está generando y a nosotros no nos queda otra que como Víctor y Tarzán en el podcast "los guerrilleros" no arrepentirnos de escribir estas letras; aunque a ellos, Almudena y su guionista les traten de sacar una pena por toda la violencia que pudieron generar e intentaron circunscribir a quienes de forma asesina la estaban ejerciendo sobre seres de una sociedad a la que quisieron tener bajo sus botas corruptas de patria, dios; buena mezclar para saquear a un pueblo.

      Aquel Marco Antonio daba tanta rabia porque quería evitar un riada que siempre llega cuando se concede el gobierno a inútiles, como los de la Comunidad valenciana, ya lo predijo Mónica Oltra, mientras era ajusticiada por las huestes canallas de una pira  llamada "al rojo vivo"    



domingo, noviembre 03, 2024

Seguir un hilo

     El guerrillero es un podcast necesario oír; nos habla de Víctor. un cámara que acompañaba a Almudena Ariza en sus reportajes por Paris; un libro que llega a la redacción desata la curiosidad de la periodista que nos ayudará a comprender parte de la vida dentro de una dictadura como la chilena. 

    Lo intentas oír, casi, de un tirón pero es Domingo, es tiempo de Millás. Se han sucedido días en que tienes que cortar o porque un texto toma tu mente al cien por cien o porque existen días, como hoy, en los que sus razonamientos resultan pesados de seguir. 

    Es su lucidez contra, vaya usted a saber, los apriorismos propios, vas encontrar abismos, pero al escribir sabes que es el de una persona comprometida, honesta; cuidado porque ese no es nivel de quien sigue a influencer establecido en Andorra; o el de una espectadora, seguidora fiel de ese ser transmutado desde la radio a la televisión que llena sus programas de negacionistas. 

    Juanjo es otra cosa, para confrontarle lo mismo tienes que empezar por mostrar un respeto porque su curiosidad ha producido grandes reportajes que revelan la cotidianedad que ahora no está en el burro que guía a Víctor por el escarpado Andes, sino en los trajes con los que nos presentan pequeñas historias que se filman.

    Sobre esos cimientos, le escuchas en las generalidades que culpa que el Estado no ha estado a posteriori, sin que no haya hecho ninguna mención a lo mucho que se tenía que haber hecho antes. Será un descuido un poco revuelto, será por mi camiseta del "apriorismo"; miedo me doy.

     Ese tiempo en el inmediato anterior, parece que haber dado una orden de un salir de casa para comprar, ni para ir a trabajar hubiera sido crucial.

     Nuestro escritor de referencia, que transforma un objeto en el leif motiv de una mañana ante el espejo de Larra, insiste una y otra vez, sobre la impactante imagen necesaria, a posteriori, de una tienda de campaña, donde gente que no tiene que hacer nada se reúnen ante un mapa ante el que no tiene que hacer otra cosa que hacer perder tiempo a quien está tomando decisiones para solucionar algo que, ya, ha sucedido y por tanto se despoja del pasado, para solucionar sus resultados.

     En ese aquelarre de la imagen, incluso mete a un rey, que dejó de representar a una gran parte de la población. Vestido de trabajo, como en el museo de cera.

     Montado en el hilo, hace y se deshace en un nudo; se da cuenta que uno de los interlocutores, lo único que hace es dar patadas debajo de la mesa. Eso sucede, es real, cuando vuelve a esa posición, otra vez, Javier se lo recuerda, sale como puede, bueno pues se lo quitan de encima. Lo que menos se necesita dar en esos momentos de tensión.

      En esa bella imagen de la pedagogía del bien común, no se nos recuerda la bestialidad de los que rechazan la actual situación climatología, de los que entregan lo público al encontrar arte en la agonía de un ser animal. 

      Lo vas a criticar, aunque apoyado en la sabiduría de Juanjo, te piensas que esa clarividencia fija lo  importante en pensar en el remedio de los inmensos destrozos producidos por el negacionismo. 

     Como hoy no lo has apagado, enfadado desde mi propia camiseta de certezas, le vas escuchando que no se podía romper la cadena de mando. Van cinco días, el programa es en directo y no parece que tenga conciencia que hasta el tercer y cuarto día, quien tenía que pedir ayuda, el presidente de aquella comunidad, la ha rechazado. 

     No es cosa baladí, como en el 11M, mentes pútridas andan preparando, su propio hilo que contradiga a la realidad. Parece una tontería, no es así.

     Lo que vivimos nos lo están retransmitiendo profesionales de la irrealidad,  para que no coincida con lo que hace, pero sea lo que digamos, sucedió; es como si Víctor le hubiera contado una milonga a Almudena Ariza y ella, como periodista, no hubiera corroborado lo datos aportados por el protagonista con las narraciones de otros participantes en aquellos hechos.

      Estamos atrapados en lo que nos vamos produciendo para sobrevivir; donde romper la cadena es un imposible, arrastrados por nuestros actos cotidianos. 

      Es un ameno diálogo que empezó hace muchos años en la Ventana, y que durante el COVID, Javier del Pino con buen criterio retomo. Los oyentes hemos tenido la tentación de dejar en el escritor intelectual, parte de nuestros criterios con el que nos adormecemos en medio de nuestros actos diarios.

      Olvidar el como hemos llegado a ello y lo que tenemos que hacer cuando nuestra maquinaria no somos capaces de pararla.

      Una científica, minutos después, se quita la bata de la excelencia en sabiduría y nos dice que estamos tardando en tomar decisiones, los de arriba, porque mandan tendencias, de descarbonizar nuestros hábitos. No es una explicación sublime, si útil y esencial.

       Días como hoy, añadir un Manu Levín, una Laura Arroyo hubieran roto un hilo que nos seguía arrastrando a un diabólico túnel  imposible de atravesar si la salvación nos obliga a atravesarlo, si o también.

   

sábado, noviembre 02, 2024

La entrega y los sinsabores

 Se impacienta Julio, mientras mira el desastre en la televisión, se mueve con una cierta agitación dentro de su inmenso sofá. No oye los niños; algo harán, se contesta, mientras les ve agitados en el balcón.

  Pidió pizza para todos y ya lleva un buen rato. Desde luego, no se lleva propina el repartidor y a la empresa le caerá un unlike como la copa de un pino. Enseguida vuelve a adentrarse en el desastre que produce la enésima caída de una torre que se lleva por delante un coche donde una pareja empezaba un rito por el que terminarían ensamblados ajenos a la previsible caída de los dioses.

  Para, porque en ese momento había un primer plano de una viga dirigiéndose hacía el trasero del joven que es guiado hacía una cueva a la que ha humedecido con dedos y su lengua silente. Es la policía, los niños, ahora le miran con expectación, salivan y cuando le oyen soltar esa imprecación, vuelven a mirar su realidad, un coche parece querer imitar en otro turismo el acto que su padre ha dejado en "stand by". 

  La policía le confirma que no podrá llegar el repartidor con su pedido. Tiene prohibido el paso por esa calle. No existe ninguna posibilidad, le añade el agente ante un amago de ligera imprecación.

   Se percata que los niños deben estar jugando con agua, porque ve como se retiran cuando las gotas les golpean. 

    Su primera acción será tomar el móvil y buscar a algunos de sus gurus. Tiene tanta confianza en ellos, que la película que, casi estudiaba, era para confirmar las previsiones de ellos. 

     Gente mala, haciendo que el orden se quebrantará por el egoísmo de unos pocos. Mientras existen los héroes ricos que donan todo sus recursos adquiridos como por "arte de birlibirloque" ajeno al esfuerzo a las compras que le hace la comunidad; seres altruistas, dignos de de nuestros mejores deseos por el esfuerzo que hacen para la pervivencia de la especie por encima de mediocridad que roba unas míseras zapatillas para abrigar sus pies descalzos y que las fuerzas del orden han puesto en su sitio, incluso televisando esa vuelta a lo normalización

       Desde sus cuentas divinizadas, están explicando sobre lo que están viendo sus hijos; como siempre él las coloca en un púlpito que es como recibe sus indicaciones, en sumisión.

        Los niños entran asustados, pero con la pizza. El repartidor, derrotado, sin el porcentaje de la empresa y la espléndida posible propina, la dejó en una plataforma y un dron divino, solucionó el caos de un padre que elimina en el mando, la orden anterior.

        Su normalidad confirmada con un halos en el rayo que se cuela en un cielo embroncado

   

viernes, noviembre 01, 2024

Aeolus y una séptima

  Doblaba la esquina, para dirigirse hacía el periódico lugar de encuentro. 

  Había recorrido un largo estrecho de aquella extensa avenida. Ese espacio le había traído alguna agradable sorpresa en el encuentro, casi físico con aquel compañero de estudios; fue más traumático  el golpe que se pegó con una antigua novia. El choque fue entre las cabezas, como una metáfora de la cabezonería de ambos en no ceder en los pequeños gestos;  pero sus labios se rozaron, provocando un mutuo temblor, que les produjo un pequeño diálogo con preguntas estereotipadas y respuestas en monosílabos.

  Esta vez llegó al bar el primero y tuvo una agradable conversación con Petrus el barman de la música que soñaba tocar. Tenía puesto a Bessies blues de John Coltrane, era una tercera mayor, le devolvió el reto.       Callaron por unos largos segundos como si cada uno sintiera el propio abrazo que el maître añoraba de ella, muerta; él de aquel desafío en el que se rindió, desde el principio sin que eso debiera haber sido una opción, a la que tantas veces se había abonado en la vida, la del miedo al abismo.

  Llegó Sanofón, carnicero, que en aquel preciso vida, había sacrificado sus dos horas extras de, aún, más trabajo. Le gustaba leer Finnegans pero no porque entendiera el significado sino porque le provocaba un caos en el cual equilibraba sus pensamientos más oscuros. No fallaba nunca a aquellos encuentros y, los últimos pasos, no siempre le llevan a su solitaria cama. Su madre, se hubiera alegrado que culminará allí algunas de las noches de sexo, que sabía leer muy bien, se habían sucedido, pero él temía la burocracia de infinitas preguntas e incipientes proyectos.

   Leoblom, erudito y resentido por vivir atrapado en el tiempo dedicado a liberar su mente de tantos datos a los que pareciera encadenado, utilizaba esos días para clamar por tantos sátrapas que como su jefe, le anclaban a una mesa por horas y le deba un dulce "a puñados", como si ser gorrino fuera un lugar al que llegar. 

     Era el que de forma más compulsiva hacía una ronda infinita por todos los garitos del lugar. Sabía que aquellos escapes eran el preludio de permanecer vagando durante toda una semana con un cerebro ebrio y una mirada sumisa.

      Cloedrá se había unido años después de las primeras cenas. La desafiaron a que se uniera a su grupo de machistas. Coincidían en el séptimo de los bares que visitaban aquella noche sin fecha. Apareció como Jake Clemons, con un sonido que les invitaba a confiarse en ella, aunque fuera para entrar en el Averno, con aquel SI prolongado al infinito.

 Ella les cogió sus debilidades en mitad de aquel manantial de erudición, les besó su desamparo y les dijo, "chico, no lloréis ahora". Cogeremos el viento para destruir el horizonte que os encarceló. 

  Cloedrá les presentó a Julierta, con apariencia de muerta pero pareja, complemento perfecta para aquellos marineros que no se habían amarrado a los mástiles para evitar conocer lo señalado como lo prohibido.  En este último antro pululaba Swejei, era el ser que se quitaba la ropa como el que se quita todos los pecados con los que han amordazado nuestra conciencia en la que tallaron límites. Su bailes eran obscenos, bebidos en las noche, mientras por las mañanas la pulcritud era aclamada por los turistas que toman fotos perfectas que se diluyen en la memoria sin significado. 

   Aquellos tres ángeles, caídos decían las malas lenguas, abrasaban los instantes de todo aquel grupo errante, amarrados en su deambular periódico por las aceras empedradas que recibían en la noche lluviosa, empapados, cerca de unas llaves que tocarán para conducirles, en aquella interminable oscuridad a un Soho, donde sellarán el acuerdo de tantos años, como una imperfecta medida de algunos  de sus doloridos sueños.

   Eros les acompañaba hasta el amanecer y con su inconmensurable lengua, parecía chuparles para apaciguar la muerte de aquel cíclico jueves que les llegaba en sus primeras luces que quebraban las aguas doradas de los manantiales de whisky



  

jueves, octubre 31, 2024

Ir a mil

 Desde hace tiempo en el cielo que no elegí, ha empezado a aparecer una estrella oscura. Luce todo lo demás a su alrededor y entre la T que fue y el X que dice ser, empiezan a lanzar rayos de prepotencia y mesianismo sobre sus gránulos de excrecencias, manipulaciones, con gotas venenosas de mesianismo.

  El cielo te mira y te recuerda en vozarrón: ¡¡si, tú lo elegiste capullo!! en medio de lo que quieres ver, estaba envuelto los nuevos dioses y sus bajadas de sus propios Sinai privatizados

  Te quedas mirando una lechuga, unas judías verdes y tal vez, tu indistinguible coliflor; has intentado evadir la patente que un estado vende a los fondos de inversión para que les dejen tranquilos y ¡oh promesa! de algún lugar paradisíaco con cremas frotadas en lascivia.

  Sucedió y les quemaron como a modernas brujas. Piras catódicas financiadas por mil millonarios. ¿Puede una sociedad admitir que estos seres, con su mercenarios sigan enriqueciéndose, mientras trabajadores caminan alimentando sus propias aquelarres?

   En un Insignia, desposeído de ella, cada uno de los dos interlocutores intentan rebatir el fin de la esperanza. Uno le recuerda el altar en el que arden, como en una eternidad de 24 tvs, todas las torpezas propias, reapropiados por mor de los sicarios mediáticos y las culpas excrementadas de togados sin dios, ni ley.

    El otro interlocutor, de hábitos silentes, escuchantes, enfrente siente que tiene a un amigo, no un primo, no una imagen a la que venerar; suelta un chorro de palabras en las que apenas puede contener todo las reflexiones acerca del control que ejercen esos milmillonarios ¿por qué? y sus mutantes ejecutantes. 

    Claro, le reconoce al primero, todas las excusas: separaciones traumáticas; no traidoras, le recuerda, el otro. Las incoherencias que no ven en nadie, más que en ellos, ¡ay! ministra exasperada: vergüenza te debiera dar, nombrar Galapagar; bueno, primero hay que tenerla. 

    En otro torrente, tiene miedo de convertirse, en quedar como Torrente mayúsculo vuelva a soltar, con datos, de quienes andan detrás, primero de las traiciones, pero ¡qué leches!, no es tiempo de defenderse, existen mentes para abrir las nuevas expectativas, están las Laura Arroyo, Irene Zugaste, Manu Levin, Inna Afinogenova que van dando forma honesta de ver el mundo y la exponen llena de argumentos para que no nos termine exterminar los cielos en Croma de los mil millonarios que se resquebrajan entre sus codicias y el funambulismo mental de gente trabajadora que justifican su sumisión a mandatarios abyectos, correa de transmisión de esas fábricas, que mientras mandan anuncios de blanquismo supremacista que intentan colar como ideal, incluso en las escuelas, ¡ojala en las publicas siempre haya un tocapelotas! que le recuerde al ponente: ¡pero eso que pone!, eso es puro nazismo. Eso sucede, entre la mixtura de procedencias y vidas de sus trabajadoras, que se ve anegada de carencias; dependencias para la supervivencia y bañada en los lodos de acudir para que no te sacuda la falta de recursos.

    Su querido amigo, le mira entre obnubilado porque parece medio alocado, fuera de la realidad que el vive. Le recuerda si iban a tener 72 diputadas, y se quedaron en 20 por algo sería

     Mil millonarios, vuestras ganadoras apuestas, con cartas marcadas y ruletas engrasadas por vuestros croupier, no sirve para la vida. Esa que decís favorecer mientras vuestros pobres golpean a sus niños exhaustos para que les entreguen el coltán y otras materias que os son necesarias para vuestra deslumbrante soberbia de mierda, bañada en lujo y platino. 

      Mequetrefes de mil píxeles tenéis la capacidad de agotar la mente de esa persona, abrumada por el dolor, la incomprensión, con vuestros chalaneos impúdicos. Ella se refugia en los juegos con los que desconectar.

      Ángel hace tiempo que ha tomado su propio coche y ha dejado a Mefisto hablando sólo, su coche es un desierto y allí, bajando por las escarpadas carreteras, para en un pequeño hueco y observa unas preciosas tierras, labradas entre sudor y ahora demasiada agua y como para maldecir aquel espacio rodeado de pequeñas colinas un Vallés escupe sectarismo, mentiras envueltas en sermones y glamour plateado en dobleces ante quien le paga.

       ¿En qué día mil millones de denarios tomados del trabajador y la comunidad, a la que llaman amada patria, se convirtió en la fusta con la someter una sociedad?

        Del Insignia sale un ser, pensando si tantas excusas, son la mesa en la que exponer su propio trabajo y esperar a sobrevivir sin ruido.



  

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y