Cada poco tiempo, como renunciando a leer, me meto una página deportiva; quiero saber todo, NBA, fútbol, primera, segunda, tenis etc.. soy un pez fácil para un gancho pagado por la extrema derecha.
Vuelvo y caigo; veo que antes de las elecciones, sólo hay publicidad de los sostenedores del odio, para instaurar todo lo privado, desde las pensiones hasta la sanidad y la educación. No les hago caso, creo conocerlos, quizás mejor debiera hacerlo pero deja pasar el momento. ¿Qué habrá hecho Doncic? Campazzo y sus acciones extraordinarias y me introduzco en la boca de la fiera.
Entrar ahí, es una suma y en ella pueden introducir futbolistas que han llamado a Pablo Iglesia, como lo que hicieron los nazis. Alguno corrupto contra España, otro, ignorante, analfabeto que cree encontrar corrupción en el otro, sin saber que apoya a la quintaesencia de la corrupción.
¿Costará dejar de buscar información deportiva?.
Emocionarte de Carlos del Amor me ayudará, luego Sara Mesa y Cherteston que oigo mucho para explicar muchas cosas.
¿Selectivismo? Dicen intelectuales que existe una parte de la sociedad; algunos la llaman los lumpen que incluso la izquierda la debe olvidar porque nunca la votarán y su máxima en la vida es la superviviencia inmediata. Quien les diera un pez, tendría todo su amor. Creen que siempre tendran quien se lo consiga sin que les pidan aprender.
Repugnante es la palabra, pero me imagino que estos medios justifican esa información alejada al periodismo deportivo en la supervivencia, como aceptan la publicidad de las casas de apuestas que tan desprotegidas dejan a las personas sin recursos que buscan un golpe de suerte, que a la larga les crea deudas por esas dependencias.
Publicidad encubierta del odio alejada del espíritu deportivo, tantas brazos tiene ese desgarrador canto a la muerte, a la discriminación y desprecio del ser humano diferente. Busca Carnecruda en el libro de Santiago Alba Rico, como lo buscaré, claves para estar en el mismo barco, el agresor y el agredido que también el anterior le proclamo como agresor. Difícil tarea; quizás Iñigo Errejon tenga claves desde una contundencia en su mensaje, pero un no peligro en su acciones contra males que despojan a una sociedad de recursos.
Soy lumpen, algunos dicen que sólo merecen beneficiencia y que no molesten. Son, quizás, los que no pueden salir ni de su cabaña, ni aquí de aprovechar cada hueco por el que les llegan limosna. Si no se aprende a darles, ¿que nos dira nuestra conciencia, por encima de esa caridad que maltrata la dignidad de un ser humano?
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