Se cierra un tiempo de ser transportado sólo por su ritmo, voz y el vestido con el que viste su salida a ser escuchado.
Dos periodistas recorren la España vaciada. El periodista, por muchos años quiere pintar un cuadro de voces de las personas que la habitan. Como Carlos del Amor en "EmocionArte", nos pasa por cada una de las imágenes para dar un detallado informe técnico de los colores empleados, las técnicas desarrolladas, las telas elegidas, la escuela que le inició y que dio a la luz las formas reconocibles que les guiaron. Tanto Bru Rovira como Carlos indagan en los protagonistas; en el caso del segundo, desde la investigación y la suposición de lo que pudiera estar pasando en aquellos momentos.
Valentina Rojo, periodista que acompaña en estos viajes pictóricos de una España actual, es nuestro silencio ante las preguntas inconformistas del periodista Rovira que no deja a su interlocutor dibujado con un trazo superficial que podría dar pie a suposiciones futuras de quien habitaba aquellos espacios anclados en paisajes sublimes con los matices de una primavera saciada o un otoño de paño de tonalidades.
Sus preguntas dan los brochazos necesarios para que ese personaje de un cuadro narrado, cobre vida y rasgue el enconsetamiento de sus dos dimensiones para adquirir todas las necesarias, en la que te veas acompañado en el campo, por esa mujer que descubrió que de la esclavitud de la salida a las 4 de la mañana de un trabajo que la minimizaba por mucho que enfrente tuviera una playa y un mar que al visitante ocasional parece quererle eternizar, se puede salir. Eso si, con un sacrificio inicial de renunciar al sofá de lo repetido para subirse al cinceante alambre que la humanice
Indaga insatisfecho, el escritor pintor. El oyente en algun momento se puede sentir miedoso por la desnudez a la que parece exponer a la persona asaltada por unas preguntas lanzadas que, sin embargo, descubres revestidas de una humanidad que hacen desaparecer los temores de un ataque a la intimidad para comprender que en ese espacio, ganó a la mujer que había sido enjaulada por actos que la despersonalizaban.
En "Demasiadotardismo", J.R., nuestro hombre que no salió de Falcom Crest, nos habla en una de sus páginas mágicas de "Mad men". Aquellos hombres, que hicieron necesario y vital lo insustancial, contrasta con el otro hombre que se quedó para habitar aquel otro pueblo, en solitario, en el que ha ido imprimiendo su ética y su estética a la hora de cuidar cada una de los rincones por los que desarrolla su vida.
Naces otra vez, cuando a lo primero, de ritmos, cadencia y una voz que destila las poesias con las que nos ha ido trazando universos, lo vas revistiendo de querer comprender las pinceladas de sus viajes emprendidos en los camarotes, en los puestos de capitán o en la popa donde se veía con perspectiva las turbulencias que estuvieron a punto de arrojarles por la borda de estribor.
Letras embarcadas
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