No en poca ocasiones el tiburón acecha sin tú saberlo. Eres protagonista de tus propios actos, pero no de como los perciben; algunos para bien, unos cuantos más, para irse recreando en una cierta animadversión.
A la mayoria, no les oyes, a otros muchos no les escuchas y a algunos tantos, tampoco les das opciones para que exuden sus puñales.
El caso del marinero que como experto se ofrece a pescar en río revuelto se ha dado a lo largo de la historia.
Te muestran dentaduras de diferentes animales, como para proclamar la diversidad de sus enemigos. Con todos se ha enfrentado y su cinismo te invita a que no les preguntes los métodos.
Él, mercenario, se ofrece como político, como periodista, como mamporrero. Al final, el dinero es su patrón y sobre él edifica todas sus mezquindades.
La tarea de los que nombramos antes, es dar un marco de belleza, justicia y ecuanimidad que son exhibidas delas formas impúdicas con los envoltorios más adecuados.
Unas sociedades viven sus cotidianos días con unas semejanzas que podrían hacer palidecer si jugáramos a compararlas, fuera de contexto
El dinero ansioso, expectante de ganancias, de un poder que les acerque a un dios, al que, sin embargo, dicen tener como referencia llena las guaridas de nuestros hombres trompetas que dirigen sus estridencias a los matices que debieran ser difuminados, por los encuentros a los que debe tender una sociedad
Nos arrojan a la locura, con su loca velocidad que no nos permite más que arrojarnos al vacío de lo imprevisible
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