Nunca llegué a tiempo, y por contra, estuve en las plazas: primero en la de Guadalajara, luego Azuqueca, nos acogió a los de Guada, y de ellos, salió un David Llorente, mágico que consiguió estar de diputado en en Castilla la Mancha, durante una buena época.
A Javier Gállego, al que ya seguía por su compromiso con la información, un día le ví pasar. Hoy, se queda; con tantos encuentros, labrados con cínceles de conocimiento, compromiso, militancia por una sociedad mejor, unido a todo su equipo, les tengo incrustados entre mis actos diarios, bien en el trayecto después de una jornada extenuante en el instituto, en el sillón adormilado que sujeta mi cabeza y que me obliga a volver a escucharlo o en la mecedora que ataca mis riñones los fines de semana entre la plantación de patatas, la limpieza de la reguera o los pasos, incluso mojados por un espacio que me deja ensimismado, hoy mirando los inexpugnables Galayos.
Carnecruda y AFG piden una reflexión sobre el 15M; me imagino que hoy, cuando ando atrapado en la derrota, me salen dos cosas:
Pablo Iglesia, no lo era, pero recogió mucho de esos días y yo, de forma particular, no le apoyo en un acoso y derribo de un ser humano. Atacado por una prensa canalla y unos jueces de ideas, no de justicia. Todos ellos y eso es una primera conclusión para seguir escuchando. Porque no señalamos a quienes les pagan y les colocan porque entonces irian a por nosotros.
Salir a la plaza es nuestra escucha, pero también nuestra visualización ante los somatenes que sean pagados por esos poderosos, encanallecidos. Tenemos muchos defectos, pero no más ni menos que cualquier otro
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