martes, mayo 11, 2021

Ensoñaciones

 El árbol caido está cerca del puente nuevo. Apenas lo podemos atravesar y de repente nos vienen las preguntas más primarias con las que tratamos de vivir.

 Vuelve algunas de las gotas que paso por la orilla donde se perdió la pala. Golpea su superficie y de alguna manera le viene el recuerdo del tacto y el sabor de su material, que era kevlar. En aquel tiempo lo pudo disfrutar, el interior de la hoja la retuvo. Hoy no, pero su memoria es prodigiosa y discrimina con claridad.

  Algunas noches, en un duermela se materializan ideas que añoras no tuvieras una olla donde meterlas. Al amanecer, golpeado por el sueño mal consumado, el móvil que te ofrece lo que no es tuyo, poco a mucho, se irá difuminando lo que pensabas que sería un gran hilo.

  Estos días, juegan entre mis ovejas, a las que no llamo, aquellos días de hace 10 años. 

Al volver de unos días en un English camp, que enseguida olvida el inglés con la misma prontitud que perduraría la amistad de quienes compartieron aquel tiempo; y que termino con una salida de tono, por una mala contestación que en demasiados momentos me ha ofuscado. Sin haber oído nada, ese viernes fue el comienzo de 2 años de exploraciones y de aprender a escuchar.

 En muchas ocasiones, tenía la percepción que me volvía a cuestionar ideas primarias de la composición de una sociedad.

 Ayer, veía a Vanesa, mujer con dos hijas, a la que un gobierno votado por la vida feliz de quienes aceptan la corrupción como modo de convivencia social, le habían quitado una vivienda que era pública. Nada perturba a estos seres miembros de una sociedad bienpensante. La duda la resuelven con la manida frase sacada del estercolero: "todos son iguales", como para decir que yo también puedo aceptar la miseria de votar a quien concede 3.000 viviendas a fondos de inversión, muchas veces, también buitres que con el dinero de inversores pequeños, destruirán la vida de desfavorecidos. Proclamo que es un orgullo poder razonar que muchas personas tienen la dignidad por bandera para alimentar esa rapiña.

  Merodea, diminuta la frase apoyo mutuo a la que tanto engrandece el anarquismo para conocer el límite de tiempo de aguante, para un cambio en esta sociedad.

  Tiene sólo dos, quisieramos que fueran patas, para sustentar la sociedad, pero son cuernos para aguijonear a quien enfrentarse a ellas

    Una prensa, equidistante que como dice Olga Rodríguez, afirma por un lado que unas fuentes fidedignas hablan que están habiendo una masacre en el asedio al barrio judio de Varsovia, mientras Goebbels dice que los judios se están amotinando. Esa prensa se queda ahí y no demuestra los hechos. Tiene el poder porque les entra grandes sumas de publicidad, y sus dueños pueden vender sus productos en una sociedad que se cree libre.

  No hay nada más triste que percibir que Gonzo, mi estimado y militante reportero de un periodismo honesto, fue utilizado como Scurati cuenta en M, el  hijo del siglo. Una periodista que como el periodista Mussolini sabía enseñar zanahorias o dar palos, según requiriera el momento.

  La segunda, el orden, y ahí para abreviar podríamos meter, policias y jueces. España es su guía, pero fuera de lo razonable. Poder corruptor, dinero negro, incluso en el extranjero, desprecio por quienes ellos protegen no parece que se ciña a sus principios. A no ser que su inteligencia humana les lleve a percibir el poderio de todo ese conglomerado y con ello a su invisibilidad ante las arremetidas a quienes les osan atacar, para vivir una vida llena de glamour y de vuelos por los caminos, cronometrados para metas que terminan donde empezaron, pero eso les hace sentir parte de esa grandeza empañada. 

 Cuando se agitan los sueños, ni yo mismo puedo ofrecer un tiempo que desgasta en esta sociedad que te requiere cumplimiento

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