viernes, enero 10, 2020

Y con todo, me sustituyen

  Estoy en el campo. No deben tener muchos más jugadores y me sacan, en un campo de fútbol, yo me pierdo. Para nada tengo la forma física que tendré años después, cuando las carreras llenen mi tiempo libre y mi pasión por la vuelta al lugar de inicio.
Ese día pasa algo, yo, con andar más o menos por el campo y ese día de medio, doy por cumplido mi caminar por esa jungla de la que no soy ni explorador, ni entendido.
Por ello, cuando alguien del equipo contrario, me empieza a hablar me parece curioso. Yo creo que no es lugar más adecuado, por lo que le pueda decir su entrenador. Nunca he tenido una mente muy comercial, pero bueno, en esa época me había puesto una chaqueta, para eso de ir vendiendo productos. Tampoco tenía muchas nociones de mercado y desde luego imprimir tarjetas para dárselas a mis posibles clientes, no se me había pasado por la cabeza, pero claro el chico parece que insiste y se vuelve a dirigir a mí. Mi prudencia en esto de conocer mundos, cuando uno es joven, muy estaba como en mínimos, de tal manera que noto que este tio, ya tio, me está empezando a decir chorradas; yo en un primer momento, como habrán comprobado por algunos de mis escritos, no soy ajeno a esas situaciones; pero claro, como dicen en CTXT.es, el contexto ayuda mucho a entender las cosas y les puedo afirmar que en esos momentos, ya he perdido la atención por el juego. Intento tener una lógica con la cual poder callar a ese botarate; pasados unos minutos, ando descompuesto, no estamos 22 jugadores, con árbitros y linier dentro del campo. Sólo estar él, y yo, y a mi estalla la cabeza, ¡qué hostias este balón, aquí en medio de nuestra pelea, que prometo que va a ser a salmos!. Si, en ese momento, me viene más a mano, seguro que la cojo y les digo: ¡No pueden parar!. No ven que este sinvergüenza me está poniendo algoritmos y fórmulas y yo soy de lengua: primero leía el AS, con su verdad y desde hace tiempo: como me dijo aquel alzacuellos en una estación con las mentiras que atrapaban la cerviz, ELPAIS; estoy totalmente descompuesto, el tipo me tiene detrás de él, el si que juega pero yo veo sólo sus oscuras entrañas. Así, por fín, paran el partido y algo atrae mi atención. Vaya me tengo que salir del campo. Me cambian, el otro me estaba faltando de mil maneras posibles y mi entrenador se ha dado cuenta que el matemático era yo, como un cero a la izquierda.
Al libro de Ece Temelkuran: "Como perder un país", me gustaría leerlo con cuidado, cariño y la pasión que me está provocando el primer tercio. No puedo hacer un resumen, porque me gustaría que se leyera por parte de cada uno; pero en mis entendederas, lo podría haber empezado a escribir yo, hace muchos años. El diálogo que pone entre Aristóteles y el Populista, hilarante, descriptivo y, a la vez, aterrador lo tuve yo en aquel campo de fútbol y como el sabio griego, pero no por su capacidad, también perdí.
Cuando salía del campo, me hacía la pregunta: ¿pero que leches hacía yo, intentando razonar con quien sólo quería sacarme del juego? 
No era listo mi entrenador, ni na.

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