miércoles, enero 15, 2020

Porque en noches como esta

Ya no te tengo mi corderito que volaste para dar pábulo a las cloacas de los difamadores. En un encuentro, alguien consulta y comenta: ha dicho esto el de la nave interestelar (y yo ahora con mi ratón intergaláctico), y me viene a la memoria "El director" de David Jiménez, director durante un tiempo de "El Mundo"; yo cuando su lectura, me caí de culo por la desvergüenza de un gobierno que puede tomar el control de la información para edulcorar su realidad corrupta; lo cual aprovechó la persona a la que invite para que lo leyera, para decir, este no se levanta y claro, no lo ha devuelto, con lo que me gusta que libros como ese o "Franquismo S.A." se lea de una manera o de otra. En otros ríos navegaran sus páginas.
Tintilean las estrellas en el cielo cuando Juan Carlos Monedero hace un análisis de lo que es, ahora, ese periódico, son siete minutos historiados en los que cada una de las afirmaciones que arroja le desnuda para mostrar las miserias de no aspirar a hacer periodismo, sino de estar dispuesto a venderse al mejor postor. Realiza una afirmación contundente cuando afirma que "él la quiso", a la información, al análisis de los sucesos, constatándolos, pero niega al poeta cuando dice "ella nunca me quería" porque sus postores, son los que le aportaron un millón, para que difamara a una jueza, ya libre de toda culpa. Y hace una afirmación potente, necesaria en nuestros días, tiritan las estrellas, los patrocinadores cuando sienten que están apoyando a páginas corruptas mentirosas. ¿Son sus productos, pregunta Juan Carlos, de la misma calidad moral?
Porque nosotros "los de entonces", ya no somos los mismos, porque tenemos a periodistas que se juegan su dignidad, su pan para tratar a sus lectores como seres en reflexión y análisis. Se la juegan CTXT, ¡felicidades!, se expone Antonio Maestre y la Marea, se lanza Javier del Pino y el a vivir de búsqueda y conocimiento para su oyentes. ¿Cómo no haber amado su mente despierta y su corazón sin veneno?
Mi corazón la busca en la honestidad proclamaba Borja Sempere, cuando caminando por una calle normal, con gente, en preocupaciones, tenía la afinidad de saludarla; como subidos en una ola se habían mirado minutos antes, el surfista abertzale y él, para ser tragados por las olas que regañan al inconsciente que va por las piedras resbaladizas de la Concha. Sus palabras resbalaban cuando buscaba su oído, porque a su susurro de encuentro le devolvía golpeando el huracán del cálculo electoral, odios, patrañas y toma de rehenes, por los miedos que seres de alfombras y oropeles,  no habían pasado.
Porque en tiempos como estos, quisiera tener en mis manos, los abrazos que niegan los seres rebozados en basuras de las cloacas de un estado profundo o de un periodismo embardunado de la misma patria a la que patean negando al otro, buscaré que sea más largo el amor y también consciente la exposición para buscarnos en nuestras diferencias con quien, sabiendo los del cenagal, buscan los ríos limpios que rompen en piedras y árboles pero que trazan los futuros

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