jueves, enero 23, 2020

Mirame

Escucho susurros desde Noruega, hace años escuché gritos guturales desde las puertas de mis años adolescentes que me enfrentaban a tantos y tantos mundos que me resultaban incompensibles y que al ir abriéndose me arrojaban a cenegales que ya sólo ellos me hundían, esas espantosas palabras, frutas del odio, me hicieron salir, para no ser asesinado por los cuchillos que me ponían una manada de animalizados seres en mi camino para que me arrojara a ellos.
Hoy, me escribe Paco el Macho, así firma, hemos estado juntos durante inumerables noches, preciosas de estar memorizadas para noches que empiezan a estar eternas; difíciles de contar para oidos pulcros y limpios, aunque seguro que su morbo les dará pie a tertulias, donde sajan a quienes no les pertenecen. Él anda escondido, en un mundo de afirmaciones banderas, eternas palabras gloriosas, contundentes actos que marcan épocas. En definitiva, podridas estructuras donde se exhiben seres que buscan subyugar desde castillos donde dicen reinar y no aportar nada, nada a los seres que zozobran en la adolescencia por no comprender sus inmediatos presentes. Seres armas y mercadeos, sin un sólo encuentro con los seres que pasean en los mil caminos.
Carlos, me llamo, sé quien soy en medio de esas bestias que no quieren la luz para los que como yo, estuvimos a punto de naufragar

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