Un día cualquiera, pero no debe ser porque ese día el colchón del al lado apenas podía sujetar tu sueño, sino por tantos "pros y contras" que has pensado para comprar un nuevo medio de transporte, te acercas a un concesionario y le dices no sé si comprarme "Sobre las revoluciones" de Hanna Arendt" o por otro lado, un coche llamativo que enseguida te haga acreedor, no sabes si a la vejez que te va concediendo la capacidad de comprar alguna cosa de más o al glamour con el que, a veces, quieres esconderte de los momentos zafíos, en el que un señor con estilo, te acuchilla con su mirada y su cara destilada en asco ante el que le expones, los descuidos en los que estás a otras tus cosas.
Con el segundo vehículo te expones a ser pisoteado, denostado y whatsappcribillado, pero no hay nada que no hayas vivido ya. En una época viajabas para paladear la ciudad que te parecía celestial, por convivir con quienes te encontrabas a gusto, correr con los aplausos que te quitaban dolores y comer, aún sin ser esta especie de vegano pecador en la que hoy suelo vegetar, para el haztargo de pituitarias y otras carnes a las que desearás en otros estados y otras posturas. Incluso con ese karma, un texto, que no se quiere aclarar, sirve para que esos acompañantes sean tus difamadores. Por supuesto que hay más bajeza y más infierno y por eso, cuando de tu segunda elección, les atusas que es "PornoBurla" de Brigitte Vasallo, puedes que les caiga una reseña, con la cual satisfagan sus ansias de ser ángeles castigadores.
En su momento, si hubiera elegido la furgoneta, allí cabían tantas y tantas reflexiones de Hanna que quizás se me hubiera quedado grande, porque pequeña es la atención que le presto al libro cuando las letras son reducidas, las ideas inmensas y mi tiempo, limitado. Claro que había cosas que en un primer vistazo amaba, rincones remotos de los que podría sacar, quizás esa carta de amor inacabada a aquella Macarena, que en el Patio de los Leones y con la luna llena como testigo, hubiera necesitado que me desnudará para darle mi danza de entrega por el estallido en el que me sumí preso de su belleza; pero no ocurrió, a cambio, cogí ese utilitario, loco libro de Brigitte y rompedor como es, desinhibido hasta el infarto del medroso pero con tantas y tan verídicas reflexiones como las bolas de Paco o las mil y unas noches que existen en Lo.
Por ello, monté en mi tiempo, mis limites y mis sueños y por vías paralelas, había quienes paraban a tararearte lo que para sus límpidas conciencias debías ser.
Elegiste, no te dió tiempo a ser suyo
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