domingo, agosto 11, 2013

leo, bueno no, mal leo (y por otro lado, SALAMANQUESA, en la sociedad)

unas palabras donde alguien se siente orgulloso de lo que hace con el dinero ajeno, en un lugar mil veces cambiado. Espero que siempre hayan estado orgulloso de lo que han hecho, pero espero que está vez se la que con mayor orgullo lo exhiban y dejen ya de gastar el dinero ajeno. Dadas las noticias, es necesario que ese dinero sea para la obra. La obra publicitada, no otra.

Y si, en la Salamanquesa, donde siempre digo asistí a una de las lecciones más bonitas para la  defensa de la escuela Pública, sin mediatizarla por creencias, que al fin y al cabo adroctrinan (mostrando luego su contento en foros privados); hoy  estos chicos luchan porque ese espacio abierto, no a la especulacion, ni al racismo, ni sectarismo no se cierre.

No encuentro otro modo más hermoso de estar abierto a conocer, de decir que no se depende solo del dinero; de ser positivo, sin necesidad de que nadie te venda nada. Paradojas ellos luchan porque ese espacio no se cierre, porque alguien cree que un antiguo colegio abandonado, sin uso, entre otras cosas por las ayudas a la privada, tiene más orden, en el vacio.  Y es doloroso, sin embargo, que un mentiroso recalcitrante, ante un pais, esa entelequia tan manoseada para tapar vergüenzas, para tapar lo peor que puede hacer un político, gobernar sabiendo que lo que hace perjudica a sus conciudadanos:

Qué cuando han recibido dinero, es porque a los ciudadanos les iba a costar más esa obra. ¡Qué terrible, no!

No sé si serán muchos, o pocos en la Salamanquesa, hoy, sé que no tienen el egoísmo de las eléctricas, que aseguran los réditos a sus accionistas, a costa de obligar a una energía más cara a los ciudadanos, manejando un gobierno.

Hoy, lejos, les digo que creo en lo que hacen en la Salamanquesa: ser útil a la sociedad, entregándose, no para ser recompensados más tarde (ay cuenta dolor producen quienes son recompensados de forma tortícera por sus apoyos pasados).

Y creo en ellos, porque desde los errores, de los que todos debemos tener conciencia de, o cometer o haber cometido. No provocan el apagón en la mente, como el otro día en una tertulia se trataba de justificar, para explicar la bondad de las 20 medidas por el accidente de Santiago. Ya lo han dicho los técnicos, sólo es necesaria una, poner las balizas que frenen el tren, fuera de la eventualidad del ser humano, como seguro que se habrán preocupado de hacer los que dirigiendo políticamente estos conglomerados, hayan tratado de vender el producto en el extranjero. No me creo, que les han dicho, tranquilos no ponemos la seguridad así es más barato. Prisas siempre de los políticos, todos, por mostrarse en lo bonito, en el ganador usado.

Y todo eso, me lo encuentro con gente con la que puedo coincidir en la SALAMANQUESA, encuentro para la búsqueda, para el conocimiento. De ellos, yo si estoy orgulloso

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