miércoles, agosto 14, 2013

Huetos, nunca se cansa de estar

Para mí, es muy fácil dedicarle un tiempo a recordar que este sábado estáis invitados para ir a este pueblo, pedanía de la "pérfida" Cifuentes (a mí me faltan datos, siempre los próximos lo ven de otra manera) para asistir y comprar en el ya tradicional, mercadillo para ayudar al pueblo de Mali, Karangasso. Este pueblo ahora está en malas condiciones. Otra vez la religión, impone sus ritmos. Pero tanto Manuel, al que no conozco, como otros muchos, entre otros, una especie de ángel, Antonio, a él si tengo el privilegio de conocerle, trabajan sin tiempo definido durante todo el año. Y eso, si es maravilloso. Llegaréis y estará todo en su punto y luego, la cena, también dispuesta, pero cada detalle, a veces, tiene el pulso de horas ofrecidas a personas, a las que ojalá pudieramos darle una calidad de vida en su tierra que en donde alguien se puede encontrar mejor. Habrá aguardiente hecho con el cariño de quien ama las entrañas de este pueblo. A este, este año, le acompañara el ser humano, José Mari, a quién aún no he agradecido que decidiera quedarse con nosotros, porque, aunque muy lejos, siempre seré, el amor que me pulsa esos seres queridos. Piezas hechas con mimbres, o con la leche de cabras del incansable Fernando; fotos, dibujos, cuadros y tanto y tanto cariño que ha ido floreciendo entre niños que primero lo veían como un día de fiesta y ahora, entregan su tiempo para compartirlo con esos sufrientes seres lejanos, sólo en el espacio. Si, torpe y arrebatado, mi pobre escrito, pero si aparecieráis por aquel pueblo, tan bonito. Os recomiendo que por un momento abandonaráis esas primeras estribaciones del Alto Tajo y vieráis la sábana con aquellos seres humanos, que tienen la única diferencia con nosotros de estar encorsetados, en aquellas condiciones de vida. Gracias, a cada uno de vosotros por la sangre que inyectáis a las vidas

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Siameses y mercader

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