miércoles, enero 08, 2014

Desentrañar los calambrazos recibidos.

 Si, no es fácil; me encuentro calentito. ¿Cúanto?, mucho, quizás demasiado pero claro,
hasta ahora, entraba alguien por la puerta, con una alegría contagiosa y me decía

- Hoolaaaaaaaaaaa, ¡queeee talllllllll! Y me ganaba; aunque en algún momento me entraba la duda si me estaba dando grados, pero no luz; y me entraba la duda, pero claro al día siguiente.

Cuanto te he echado de menos, ¡¡¡todossss te queremos!!!!, te damos estos datos maravillosos de como recibimos tus noticias en casa; y yo, yo, yo, preparado para discutir, callaba, porque pensaba, me quieren, ¡dios me quieren!!! y claro otro día que al final de su visita, me veía con un vacio que me jodía y más cuando veía que esos datos estaban sostenidos sobre poliespan. Me apoyaba sobre esos muros y caía con estrépito. ¿Nada era verdad?

Al final, un día, me salí a la calle, donde había o barro, o viento, o granizo, como para decirla, me importa tres narices tus palabras, ahora soy yo


Desentrañando los enchufes en carne cruda

Y porque no decirlo, se me ponen los pelos de punta. Tanta idiotez salvando mundos, equipos y sin embargo, les estamos pagando sus fiestorras, sus trajes, sus dignidades y me digo, como nos juntemos unos pocos, nos terminamos dando calor y pasamos de esos seres calentadores circunstanciales.

Yo, ya me pongo a ello; vuelvo a esto y me digo: ¡quizás no!, y ellos han estado, están y estarán:

o, ahí:

En la perfección de sus campos de juego que nos son ajenos, pagados por seres fotografiados para su permanencia.

o, por aquí:

en mil sitios que son exhibidos por impúdicas ratas, extasiadas por lamer amos y mordisquear las migajas, entre luces deslumbradoras





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