Porque he descubierto esta palabra, a veces por la mañana me levanto pretórico y me digo, vamos a ellos, vamos a dedicar todo nuestro esfuerzo a decirles que si se puede, que por mucho que aparezcan seres encorbatados, conocemos que es lo que es bueno para la ciudad y que puede esperar; un espacio, no da cultural, unos niños con la posibilidad de ser acogido en buenas condiciones y sin tener que pagar, aunque sea de forma escondida, abren más caminos a esa cultura.
Unos poderes emanados de la altura, quizás siguen planeando por allí, unos seres que se quitarán las zamarras que les llegan hasta los ojos y vieran lo que hacen en su vida diaria, quienes son sus iguales, independientemente del color o la procedencia, tendría unos pasos ganados para ser ellos.
Luego, ya desayunado, con la perspectiva de la guillotina, me siento a colocar papeles y los ordeno desde la última hoja, quizás siempre porque desde pequeño es donde estaba la imagen más llamativa, quizás porque ahí, encuentro, este domingo en Vicent, el sábado en Rivas, en viernes en Millas, respuesta al mundo que nos dictan los de las portadas o primeras páginas.
Y luego ando, ando sin parar, para aquí porque esto, para allá porque lo otro, para acá porque me canso y un día prometo sentarme y decir como Mandela, los cinco dedos estirados cada uno apunta para un lado, los cinco dedos cerrados sobre la palma de la mano, es un puño unido y poderoso. Y ayer, conocí otro poquito de él, y me derrota verle allí, y me alivia porque siempre estará en mi mente para luchar, como las Itziars que construyen ciudades humanas
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