Leo una carta al director y después de unas horas reacciono pensando en la primera vez que tomé unas gachas, ya mayor. Venía de hacer piragua en el Alto Tajo, para entonces, palabras mayores, un cielo, un pequeño paraiso descubierto tarde pero lleno de magia donde nuestra potencia aún juvenil nos hacía superar frios y sobretodo deficiencias técnicas.
Entonces era muy torpe, también en la piragua, pero bueno estas aguantaban corbatas y los cascos, los golpes en la cabeza, aunque no podría asegurar que no tuviera incidencia su percusión sobre esos plásticos parapetos y no fueran trasmitidas su vibración al cerebro. Pero bueno, datos existen
Paramos en Trillo, otoño quizás como ahora, y increíble, una comida barata me dejó en el paladar el recuerdo de las olas juguetonas e incansables. Pudé observar entonces, que las gachas tenían su parte vegetal, que trazaba en mi espíritu los líneas con los árboles en equilibrio ante el abismo de los cortados más inverosimiles; por otro lado, la parte animal, mi parte carnívora, se deslizaba como los ciervos ingrávidos que esquivaban las piedras móviles que buscaban atraparles.
Fue todo un descubrimiento, que no he vuelto a paladear muchas veces más, pero que siempre he interiorizado como algo sabroso.
A gachas, esa mezcla parecía satisfacer un hambre nunca saciada; ahora bien, cuando en la carta del principio veo que una alumna de Universidad añora la famosa libertad, me digo y ¿esa mezcla?, un lugar de encuentro de pensamiento, donde estoy seguro que las asambleas están abiertas a las diferentes concepciones de la sociedad o para intentar resolver el problema que tiene que ver con lo desarrollado en ella, ¿puede combinarse con una creencia, doctrina que tiene sus espacios suficientemente subvencionado por cada uno de nosotros?.
Podría alegar la escribiente que esos espacios de culto son un espacio para la discusión y que incluso allí también se admite una visión liberal, ajena al mensaje original de respeto al ser humano en sus diferencias, pero parece más bien que en ese espacio de culto, doctrina ¿adoctrinamiento?, el personal acude para recibir una ideas, incluso de sumisión de la mujer al hombre, que parece no está abierta a mucha discusión.
Sin embargo, cuando en la Universidad, vamos a poner la parte vegetal de las gachas, se reunen en asambleas abiertas, espero que no sea para vetar ninguna visión, incluso la liberal que parece que siempre ha premiado lo heredado, sea como sea, sin haber valorado el esfuerzo de cada una de las personas.
Las gachas, no sé, parece que no casa con las gambas, al menos no me lo imagino mucho y por tanto la harina de amorta tiene su plenitud de sabor en su espacio natural y la libertad en una Universidad tiene que ver con lo enseñado, su funcionamiento y por supuesto, el respeto a las creencias personales de cada uno; por ejemplo, algunos antiguos mandamases, arrojando dinero, transmitieron en público la profundidad de su principios con respecto al respeto a la libertad.
Ese día, las gachas estaban para chuparse los dedos
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