Salvo que hoy en día, me resulta raro ver una película doblada (un actor es su cuerpo, su voz, sus movimientos, acordes entre ellos como me enseño uno de mis maestros, Stern), la magia de la película de Hanecke me ha envuelto.
No es fácil de ver, llegados a una edad, los hechos no te resultan tan lejanos y de alguna manera, sientes un cierto acercamiento al abismo sobre el que de todas maneras caminamos a cualquier edad. El final se te va desgranando paso a paso, a lo largo de la película, aunque esta no tiene por que ser mostrada en el orden lógico.
El amor es algo bonito y por él una de las partes se puede entregar de una forma ciega, por tener presente lo que ha representando el otro a lo largo de la vida. Es un torrente, que sientes de afecto por tantas y tantas cosas en común que llenan de caricias el cansancio que a veces te puede llegar.
Camina lenta la película, sin que al final me haya resultado larga; el protagonista se desgasta en una lucha titánica por estar por encima del deterioro del paso del tiempo. Bulle mi mente, cuando me vienen a la mente la concentración del sábado pasado, en Guadalajara, para reclamar una real y justa ley de la Dependencia.
Pude compartir sólo unos minutos con algunas de las personas que con todo su tesón están sacando adelante a seres humanos maravillosos (olvidados de piadosos demandantes de vida). Intuí que no rehuyen ni un segundo su apoyo hacia ellos, pero reclaman a la sociedad, que no quieren estar solos, que necesitan el apoyo de la sociedad, para sacar adelante a personas que nos están dando lecciones de vida real.
Se exalta mi mente y corazón cuando seres mendaces hacen cálculos sobre esos costes; mientras de una manera impúdica se escapan banqueros que cobran indemnizaciones millonarias de un lado, por derribar cajas y bancos que ahora pagamos nosotros y por otro lado, por lo callan que quizás es más dañino.
Sociedad y poder ciudadano para que nos sintamos fuertes por encima de las grandes presiones que como decía Miguel Sebastian, en "Salvados", sin duda existen de quienes quieren hacer negocio con necesidades básicas: vivienda (¿es verdad que en Argelia, empresas españolas, están construyendo un millón y medio de viviendas que no les costará a los ciudadanos argelinos?), sanidad (emporios económicos y a veces especulativos, entran a dirigir hospitales, llenos de seres humanos, que pasan a ser cuantificados como productos financieros.
Y estos seres de poder nauseabundo, que han hecho escrache sobre nuestra vida, ¿se sienten amenazados por decirles, si decirles, sinvergüenzas?
Vuelvo al amor, al amor compartido y más cercano al verdadero, que no debe ser exclusivo, posesivo, y al final dañino por haberte entregado a él, sin haberte desarrollado en ti mismo y te agarras a esos seres que una vez confiaron en tí, creyéndote dueños de sus vidas.
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