martes, diciembre 25, 2012

Pep y su cuento

No te creas que estaba muy dispuesto a escucharlo; ya sabes lo tonto y pagado de mi mismo que me he vuelto en la miseria; pero empezó como sólo lo saben hacer ellos, los viajeros de las emociones entre las palabras y la vida y me habló, para desnudarme en mi pobre status adquirido,  de un médico que no teniendo suficiente con lo obtenido de los pagos de sus pacientes, cuando encontró la oportunidad de incrementar su riqueza con una persona que en su ceguera se había quedado desvalida. Creyó encontrar el momento para que alargando las sesiones, poco a poco pudiera irse llevando los diferentes enseres de la casa. Cuando creyó que ya no había nada más que le importará, concluyó la terapia con la desvalijada señora.
Está hecho un vistazo alrededor de su habitación y también de las demás habitaciones y decidió que ante el requerimiento del médico para ser pagado. Ella no pagaría.
El médico, ofendido, la llevó a los tribunales.
Allí ella concluyó, miré señor juez, yo, dicen que he recuperado la vista pero no puede ser porque miro alrededor de mí  en las diferentes habitaciones y no encuentro nada de lo que habían sido los enseres que las había adornado, por lo tanto no considero que mi problema con la vista haya sido arreglado.






Reflexionaba Pep diciendo que algunos nos están repitiendo que estamos muy malitos, muy malitos y que mientras ellos, los sabios, ahora magos, nos están quitando de en medio lo que tanto adornaba a nuestra sociedad. Una Educación Pública de calidad, de todos, para todos; una Sanidad, admirada fuera de España. Una justicia, a la que podía llegar todo el mundo.
Yo agradezco a Pep, ser un buceador entre la sabiduría ajena y la propia y saber encontrar y disponer y jugar con el tiempo para que lo que algunos intentamos decir a borbotones, ellos lo deslicen entre las metáforas de baños termales que restauran las contraídas tensiones del instante, o enfoquen visiones de una danza a la vida que queriendo ser huida, la deberemos entregar para ser viviente.

Y agradezco a estos sabios que son contundentes a la vez que inductores a la reflexión, tan desvencijada y asaeteada por mentes en blanco y negro.

¡Quién fuera titiritero para danzar, cantar, saltar, llorar, acompañar, exagerar la vida y con ello amar mostrando el poder de cada uno para ser grande, por ser el mismo!

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