viernes, abril 27, 2012

Zalamero, que eres un zalamero

Como cada viernes, necesito leer y paladear la columna de Juan José Millas; hoy una vez más, narra de una forma extraordinaria, lo que muchos percibimos y más bien, aguantamos en las explicaciones de estos señores que nos gobiernan. Ese huida hacía adelante con palabras de esencias siempre iguales, pero de envarados trajes, y al hacer uso de los mismos circunloquios que utilizo yo para escribir mis reflexiones; me digo estos señores, no llegarán a mucho, aunque ahora se sientan reyes marionetas y hayan sentado sus posaderas sobre su ansiado poder.

Luego si además veo que lo utilizan para explicar cosas tan serias como finalmente subir los impuestos, o directamente elevar las tasas en los estudios, o hacer pagar las medicinas a los enfermos con pocos recursos; pueden que sus fieles (que enorme y clarificante palabra) les sigan y les haga gracia tan bonitos floripondios pero cuando al final les haga sacar su dinero de su bolsillo, probablemente, por lo menos yo diría, proclamen a los cuatro vientos: "déjate de hostias" y vale ya de hacerme pagar dos veces las cosas.

Y si aún así, les siguen gustando esas zalamerías, pues nada, que se pongan enfrente, votados y votantes y en una danza tribal disfruten de esos pasos encadenados, que les llevan a sentirse únicos, en su verdad de mil caretas adaptadas.

¡Ay que zalameros que sois!, oiré que os gritan; yo diré: ¡qué cara hay que tener para aprovechar una crisis para destruir todo lo que ha funcionado y que no tiene que ver para nada con lo que la ha producido. Y así, sin buscar raíces de males; estén aprovechando para pagar servicios prestados de formal tan incondicional como rastrera y de esa manera, indemnizar a sus élites, que por eso están ahí, por élites, aunque en algunas de las facetas en las que son élite, siempre será mejor que no expliquen como han llegado hasta ahí, por dos cosas, no poder esa bella falsa aura y sobre todo, por si les entrará alguna vez vergüenza a su desvergüenza!

Lo dicho una vez más, zalameros a vuestras zalamerías, ¡pero dejarnos en paz!

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