jueves, octubre 31, 2019

De ojeo, pero yo creo que no me vuelven a llamar

Acabo de escribir, mi pequeña crónica sobre lugares de Manchester y sobretodo mi relación emocional con ellos. Me he acercado al centro de la ciudad. Y en la pequeña terraza, tranquila y con cristaleras, es Inglaterra, hace más de diez años, las temperaturas de más de treinta grados aún no habían llegado con la frecuencia actual, puedo observar un mercado que este fin de semana se celebra, como todos los años. Del periódico que quería leer, tengo que levantar la vista, ahora porque una mujer barbuda se asoma, se ha visto de glamour, yo que no lo conozco lo repito porque al lado alguien lo ha dicho. Me viene a la cabeza Penélope Glamour, participante en los autos locos, pero esta señora se ha bajado sólo de un coche vintage, vamos una pasada para una mente que busca el equilibrio, en el cual, claro, ahora me tambaleo. ¿la razón? comprada, y yo, pues intentando asimilarla. A esa mujer barbuda, pero no de un mes, ni cinco, quizás de años, muchos y por lo visto, productivos años, se le empiezan a caer objetos. ¿Muelas, dientes, dentadura postizas?, no, no; no lo creerás pero se le empiezan a caer postérs, mensajes de facebook, trolls amamantados, porque fanáticos donando sus dineros parecen raros dándolos por nada, al menos así lo veo yo.

Pero claro, a esa señora, su vello, la hace intrigante, pero no deseable, a no ser que tu pienses que cuando se le cae un disco duro deforme, con trozos colgando y con bites goteando 0 y 1, malheridos y con la inscripción ya borrosa, ilegible de p (espacio en blanco) p (espacio agujereado) Barce (na, s) y abajo un sólo bite, colgado de una rama, proclama llevátelo a Suiza; si todo te atrae, yo ya no te puedo aclarar nada, porque como bien dice la ranchera: los calzones pueden ser de lana o de hilo, pero según va entrándose el otoño, de esparto es lo mejor.

No siempre te vas a quedar extrañado mirando a ese ser mutado en meses: de ser una quijada crispada, soltando frases que la niña del exorcista jamás diría, porque incluso a ella les parecieran obscenas, y con los ojos inyectados en una sangre que pudiera ser el espejo que reflejará la que está apunto de extraer de sus magnánimas ovejas que quieren posarse siempre ciegas, siempre fieles a sus desfiladeros de única ruta, en su regazo, april-matadero. A ser ahora, por mor de una barba, un ser en equilibrio, de aceptación de los peros que se les pudieran poner, cuando de sus dientes émana sangre de carne dentellada y de sus barbas, siguen cayendo paquetes para ojear.

Y de allí, aquí, si de aquella terraza, me han dicho, tú de este risco no te muevas y si ves pasar algún bicho, avisas:

Vale, lo primero me lo podrían haber perdonado, ver pasar a un jabalí gigante, no es una experiencia menor; yo, no me lo podía creer, iba como porcionado, si, como los quesitos, por todas las corrupciones que había recibido. No había nada que pareciera haber desaprovechado. A mí me dicen que todo eso estaba antes en un disco duro y no me lo puedo creer, mayormente porque pienso, esa parte, sí la del lomo, que rica habría estado en manos de jóvenes que tendrían para pagar sus casas y sus alquileres, si no se les hubiera dado a los fondos buitres para que poco a poco vayan imponiendo la gentrificación. Por otro lado, me quedé ensoñado, ¡qué burros! resulta que quieren mantenerse en el poder privilegiando a quienes invierten en esos carroñeros, sin pensar que a la otra parte se la está esclavizando, con el daño moral y social que eso produce y que no se puede mantener, ni siquiera a palos.

 Hombre, hombre, me lo repiten muchas más veces, como para dañarme, como para hacerme dudar de mi sexualidad, como si de tanta repetición no empezará yo a dudar de su capacidad de raciocinio. Pero, efectivament, siempre existe un lugar para el entendimiento, y la nueva situación, un poco apartada, como de no confiar mucho en mí, me resulta sin embargo, podríamos decir apocalíptica, porque si, si un mamuts, (si, si, se lo que es) empieza a despertar bajos mis pies temblorosos, bueno, mis pies, piernas, pelvis, espalda, nuca, pues me he caído de culo al ver las proporciones de dicho ancestro del elefante, masacrado como hobby. Me quedo en su lomo, no parece molestarle, soy como una mosca tse tsé pero sin aguijón que le moleste. Me agarro a su pelambrera, despertarse después de siglos, es como despertarse de una noche de farra, tienes que mover todo para sentirlo. Y sin embargo, se vuelve, ¡vaya giro de cuello! y me dice: ya me durmieron los individualismos en frente de esos fondos (no debía estar tan dormido), ya me clavaron, dijeron está aguja te lleva a la verdad, cuando a lo único que me ha llevado ha sido a ver todo lo que ellos se han tragado quitando posibilidades a la sociedad pacienciada. Ya, me enterraron, poniendo miles y miles de metros cúbicos de corrupción que sólo se es capaz de ver en el otro, pero no en castillos, hechos de disco duros de años de prebendas y festejos, a cambio de encavernar a sus súbditos. Pero son tan, tan sumamente egoistas, ineptos y barrigones que no se han dado que todos esos humos, son producidos por fuegos que arrasan bosques, provocan riadas que arañan tierras que se apartan de mi cuerpo para que yo vuelva y observe a quienes debéis seguir, aún ante los poderosos que nada temen, ni sus mierdas les avergüenzan.

Claro, esto es fácil de escribirlo, sentado ahí en la terraza que da a la plaza de los mil malabares de Manchester, pero tu se lo cuentas a alguien que ha confiado en que le ofrecieras una pieza única, pues así se lo habías prometido por ver, si eras aceptado entre ellos y claro, a ver quien le echa narices para que me inviten al próximo ojeo

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