miércoles, octubre 23, 2019

Tahúres para vivir tiempos sin pasados ni sueños

Ring, ring, ring, ¡este tío siempre igual, no llega!

Plaffff, plafffff, pummmmmmmm, ho, hola, perdona pero me he tropezado con una raiz; me dirás que hace en un sexto, esa protuberancia. Vale, vale, es raro, pero es que los del piso once, plantaron una margarita en su lecho y está flor no ha dejado de dar frutos a la humanidad.

Ya, pero, ¿qué raiz tiene para producir ese destrozo?

Bueno, te parecerá mentira pero es que se unió a un eucalipto de limón, que había sido inseminado para crecer sin parar.

Entonces, si efectivamente, hubo fertilización en mi piso, pero aquello quedo en las oscuridades. El viaje que emprendí seccionó cuando vuelta al piso cohete

¿tu crees que existen espacios donde posar la nave? Pudiera ser, pero el tipo de alimentación de esos ingenios tienen que abrirse al reconocerse en el otro.

 Ya, desgraciadamente ser cerraron los jardines aéreos con rampas a geranios tricolores.
¿Para siempre? bueno los seres embutidos en esas cromáticas formas pervivirán por encima de la indecencia del olvido selectivo.

¿Existe? mucha, ten en cuenta que el ser humano necesita justificarse en sus miedos. Hasta el punto que a los infiernos, los terminan concibiendo como procreadores, si así sus casas, son untadas con las cremas cimentadoras de penetraciones a sus mundos de apatía ante lo diferente.

Puff, plas, plam, visualiza la flor, crece entre espinas, siempre bella, delicada, asaeteada por realidades inmisericordes. ¿Cómo acercarse a su pureza, si no se admite el dolor que la perturba?
 Encuentros a las caricias de las púas que rasgan, ojalá la sangre derramada, sean a los vasos que alimentan el mañana. No serte, más que un tiempo, pequeños instantes que te enraicen para crecerte, tú, diferente, única, pero entre nosotros que te vemos como eres, crecida en zarzas más apoyándote en piedras, charcos, brazos ramas, porque como eres, sin que te defina nadie, te esperemos resplandeciente al sol, brillante ante la lluvia con su arco iris, intrigante ante la luz que decae.

Siempre tú, nos nacemos cuando sabemos que tú, nos caminas entre nuestras zozobras

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y