Señora, me acabo de bajar de ese autobus, ¿cómo puede pensar que le estaba cogiendo de la mano?.
Si la ha sentido será porque le habrá acompañado durante muchos años esa sensación de pertenencia ajena que ha podido obviar pero nunca olvidar.
Además, ¿no pensará que la bajada del taximetro que la ha traido hasta aquí, podrá continuar sin aviso de ya llegó a su destino?
Existen personas que aspiran a tener lo ajeno, olvidado, como una de sus propiedades, ya asumida por la cotidianedad como ondean otros las banderas olvidando que ni su vuelo, ni su tamaño podrán hacer desaparecer los problemas de una sociedad que vuelve a esclavizar a los trabajadores, con salarios que en muchos casos no les permiten llevar una vida digna, en una casa asequible, mientras alienta la codicia y exclusividad de un grupo de favorecidos que en estos años de nueva creaciones de "Mongos blancos" o se han hecho millonarios, siendo alabados por Medias, adoradores de la belleza, o les han situado en unas condiciones de ventaja, creyéndose que estos desequilibrios se pueden mantener por la aceptación de las primeras.
Muestra LaMarea, múltiples casos donde trabajadoras se ven abocadas a aceptar unas condiciones laborales a la baja, como consecuencia de una mano de obra precarizada y a asumir que su existencia será minimizada porque el Estado, en nombre ¿de qué? de la libertad que ha sido tomada como rehén por parte de unos seres, que en muchos casos, han tomado privilegios de sus ancestros, por un lado, y por otro, de una sociedad, que dándole un espacio donde ejercelos, sin embargo ha renunciado a cobrárselo.
Un estado, con partidos no corruptos, con sus cuentas claras, debe aspirar a tener el control de las posibilidades de supervivencia de toda su ciudadania. Curiosamente, Partidos, con amplio historial pasado y presente de corrupción, se ampara en conceptos de Seguridad Nacional, policía y ejercito para crear un imaginario de una falsa Unidad Patria que siempre va a estar dirigida por las élites que obtuvieron beneficios por sus dádivas y que serán ejecutadas por esos empotronados políticos sin vergüenza para alabar a quienes sólo son funcionarios, y de ningún modo debieran ser elevados a la condición de garantes de acciones que destruyan las redes de supervivencia de una sociedad.
En contraste con el artículo de Olivia Caballar (que maravillosas periodistas, nos están haciendo ver lo que es un pais), oigo ese mismo día hablar a Javier Ruiz, director del área económica en la SER, de que en pocos años, el número de millonarios en España se ha multiplicado por 5; salvaje, sociedad expulsando a otros paises a sus estudiantes cualificados y recibiendo a mano de obra que abarete costes, no sólo de los que llegan, sino de los que están y por otro lado, millonarios que encuentran el caldo de cultivo para que sus ganancias aumenten exponencialmente hasta la desmesura. Existen, abducidos que dicen que se lo merecerán; que leches, no pongo a otros por delante, existo yo, para indicar que es la sociedad quien debe intervenir para que estos desequilibrios no creen un mazma de agravios, que siempre tienen una mala solución, a menudo, basada en la represión y en poner las leyes al servicio de la opresión (¡Ay esos hinchas, seguidores de las leyes, pero sólo cuando les interesan por sus beneficios!).
Muchos, muchísimos, seguirán echándose en manos de quienes les marean y engatusan con vuelos e himnos. Yo, desde aquel día en Broto, donde a la felicidad de acabar entre sudores internos el descenso del Ara, observé que alguien partía para votar sus privilegios, estaré el día 10 para votar a quien, también entre errores, visualiza una sociedad de seres humanos que se tiene que hacer por encima de los privilegiados, que tratando de limpiar sus imágenes en mil anuncios profilácticos, dominan las eléctricas, la banca y los resortes económicos, sin una visión de Estado, sino de manutención de su exclusividad.
Tarea ardúa convencer a aquella persona, que a lo lejos, te recuerda aún sus privilegios de años, y te dice que habrá que mirarlo bien. Si, el futuro es nuestro, de nuestro empoderamiento
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