domingo, octubre 06, 2019

Dame un abrazo en un encuentro con Enric Gónzalez, Joserra

Leo en Alternativas Económicas, un artículo de Enric González; no largo, si lleno de información, si lleno de periodismo, ¡Cuánto gran periodismo existe en una época en que quienes escuchan a mediocres, killers periodísticos y canallas servidos desde cloacas, tratan de justificarse con el estúpido dicho de: todos son iguales!; en este artículo nos pone en antecedentes sobre la historia de cataclismo que han sucedido en la tierra. Desastres que hicieron bajar algún grado la temperatura de la tierra en que encadenaron cambios climáticos durante varios años. Sucedió por volcanes, sucedió para que increíbles escritores atrapados en sus consecuencias imaginarán monstruos engendrados por aquellas negruras.

Aquel volcán natural, poderoso pulmón único, capaz de saciar una atmósfera inocente, pura, con todas las poluciones que la tierra guarda de sus siglos de existencia, ha sido reemplazado por un volcán natural en sus orígenes, demoniaco en sus ansías de vivir saciado: el ser humano.

El aviso de Enric, lo sentido por mí en los díarios viajes a Alcalá en medio de carrozas humeantes, en su mayoría con un sólo ceniciento, vestido de chaqué obrero, es que si no somos capaces de prescindir de nuestras comodidades, la naturaleza nos concede nuestro deseo de ser adulados por el corporéo placer de ser dios engendrador de belleza, pero todas nuestras calabazas están formando un monstruo con una vejiga anchísima, capaz de dar de sí, más, más, más, con un límite que ha empezado a irrigar no temperaturas más bajas, como en aquella explosión, sino más altas que darán como consecuencia, lo que se empieza a ver.

El periodista González, inconformista, no fácil, nos apela, ¿qué puedo yo cambiar?, ¿es necesario seguir escuchando idioteces de campaña, dónde la palabra España, no tiene más que un efecto sonoro sin atender a la inmediata necesidad de reducir el consumo de productos fósiles?

Camina Lou por el lado salvaje de la vida, en una decisión propia, como caminamos el ser humano en una maleza de palabras que nos ponen como cielo las palabras enmarañadas de individualidad que nos hacen ser dependientes de los grandes fondos, no marinos que podrían ser placenteros, sino de esos fondos que quieren más, porque son alimentados por quienes en sus sobras, aspiran a alfombras de fin en exclusivos castillos, de acantilados siempre siniestros.

Estoy en el alambre, quejoso, pero atrapado por la llave que encienden luces de neón para llegar más pronto al encuentro con mi trabajo, ahora ya más conocido, ahora, en necesidad, más trabajado para no echar sólo las culpas al oyente, bombardeado por exclusivos altares que le ensalzan. ¿Qué pontifícarles si cada me encuentro con algo aprendido?

He decidido viajar, muy lejos, sin límite, pero sólo al encuentro del ser humano, que está en lo próximo. No necesito aviones que me acerquen a las fotos más exclusivas en las que nunca podré encontrar el sentido de los que habitan aquellos lugares de sudores, penas, complicidades, amores y nacimientos.

Llegaré cargado como un transatlático de miles de ilusiones para insertarme en lo que el campo es; ¿para qué ser invasor, portador de curiosidades, si lo que me rodea es capaz de mostrarme su propio riqueza para que, respetándola, me engendre descubrimientos?

Está el ser humano por el encima de la cuenta de resultados. Seres caminantes, de miradas para engendrar encuentros; mentes que se fueron de quienes aporrean nuestras puertas con: mira consume te construyo una nuclear que te da luz, con una bola en la cadena de miles de años para vagar arrastrando; vale, ¿no? pues sométete a las energías fósiles, te dan luz, viajes a sueños por el módico precio de formas hongos de muerte que atacan a nuestra atmósfera.

Nos dice el profesor, ya no chiflado, silba a los embaucadores, llama suave, persistente, claro, será un murmullo al que cada vez harán más caso quienes se despojen de los trajes de lo inmediato, y verás que en lo menos, eres más, que en el andar, te das las manos, que en el sentarse, se miran ojos escrutadores, que marchando llegas al distante horizonte de ser tú, antes de aquel, que en las prisas de vuelos y velas siempre permanece distante.

Gracias periodista Enric González que en lo breve, marcaste una necesidad de actúarnos, gracias profesor Joserra, silencioso y persistente capitán, que vestido de grumetes nos das tantos sextantes para hoy, ya, cambiar para vestir un mundo posible


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