sábado, julio 13, 2013

Y dijimos que eramos nosotros

Que habían vivido muy bien la casta que se había perpetuado a través de sus descendencia como si esos pudieran representar a un pueblo.

Que quienes durante siglos, y en este último de una forma más obscena, por creernos en libertad, habían aspirado a dirigir la vida de sus creyentes pero también de los que no tenían nada que ver con ellos. Callando en esta última época como institución preparada, para desde la exposición de sus creencias, a ser más receptora como una buen negociante de beneficios donde se protegía y privilegiaba, como denunciaba Tohill Delgado, a esa casta antes nombrada, haciendo de selectora por conveniencias o por dinero, y exportando hacía la sociedad, en la que ella se elevaba, notas que tapiaban  el paso a la Universidad a sus seres ajenos, por no tener el menor reparo en inflar notas, fruto de un entendimiento de una equidad, que asustaba.

Estos y tantos otros ya no nos importaban

Eramos nosotros quienes lanzábamos al mundo una ley de Transparencia donde se pudieran ver quienes eran las empresas, su pasado, su futuro y el resultado de sus trabajos. Y donde sus frutos se tuvieran en cuenta para sus contactos futuros.

Donde las instituciones que se beneficiaban de su contacto con el estado, mostrarán lo que hacían. Sacando a la luz todas sus posesiones que siempre interesarán a la sociedad, pues nada le es ajeno. 

Donde, con todas las dificultades del mundo, pero como el hecho mismo de andar por el desierto o subir una gran montaña, fueran los seres humanos, intentando unirse para gobernarse ellos mismos. No cediendo jamás esa soberanía a las instituciones económicas, o relacionadas con esos menesteres aunque estos las vistieran de filantropías u otros actos de buenura.

No sería fácil ese paso, pues como dice John Carlin en su libro sobre Mandela (y en tantos otros libros se ha desarrollado estas formas de boicoteo), incluso dentro de los desprotegidos, como eran ellos, siempre surgirán gente que sean pagados por los miserables, para que ellos mismos se conviertan en depravados seres rodeados de seguidores que siempre dejarán su capacidad de pensar en manos de otros, para atacar a los suyos que estaban luchando por salir de la mayor mina jamás explorada: millones de seres de otra raza, puestos a la luz poco a poco, para ser utilizados por una raza depredadora (como al final, todos tenemos la posibilidad de serlo)

Beneficiaríamos el trato con la naturaleza con la que tenemos que convivir. Triste es el uso de un medio agresivo a la sociedad, como la masa de coches arrojando sus desechos, sólo por el hecho de ser potenciado por esas, siempre, egoístas empresas cuando habría otras opciones que abrían caminos a una mejor relación del ser humano y el medio ambiente, nunca cerrándose a la relación económica con otras posibilidades quizás más reales, menos  punitivas para nuestro futuro. Ejemplo claro, es una ciudad como Berlín, donde miles de bicicletas circulando son soportadas por cientos de tiendas que dan todo tipo de atención a esta necesidad que se ha impuesto entre sus habitantes.

Si somos nosotros quienes olvidarnos de las presiones de las empresas, declaramos que nuestra sociedad será mucho más posible, (nunca engañaremos previamente para luego someter) con estos tipos de medios. No tan fáciles, si más reales.

Y sí, hemos decidido que el ser humano crece, también, desde la cultura en todas sus manifestaciones, sin necesidad de recibir parabienes o aceptaciones por parte de nadie, obviadas ya esas castas, secuestradoras de voluntades creativas y por tanto, propias de cada uno. 

Una sociedad crece desde su posibilidad, no desde ponerse en manos de especuladores, u ocultos directores de futuros de una sociedad,  para que el derecho a la vivienda no se convierta en un bien secuestrado.

 Hablando en positivo, decimos que esas ciudades serán humanas y posibles para cualquier familia y nunca diseñadas para ser atrapadas por un tela donde al ser inyectado el veneno de la falta de convivencia, de espacio para circular en cualquiera de sus posibilidades; conviertan a estas en algo que deteriore al ser  humano, como ser completo

Y eso, es parte de los seres que sueñan y habitan en mi mundo

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