martes, julio 09, 2013

De verdad que lo he intentado, ¡qué si Taber!

pero no puedo con ello. Es irme a otro país y me convirtió en un clown de ellos. Y entonces me digo, pues aprende su idioma. Y sí, me compró un libro de un nativo  dicen los jerarcas en España, ¿no botados?, porque a mí que en una zona, donde sólo se habla un idioma y algunos intentos, de representantes mejor olvidarlos, me hace aparecer como un novato primitivo y no como un chulapo de aquella lengua. Y claro, me pongo, y me pongo a conciencia; mira, mira Bertold Brecht, Galileo, o Herman Hesse, o Stegan Zweig y me digo: me voy a poner las pilas (que se funden enseguida en cuanto veo las dificultades) y vale, me pongo con un comic, je, je, je, interesante, pero también fuera de mi nivel (más tarde, un sabio me ha recomendado un cuento infantil),aunque, al menos veo, que uno habla por teléfono, que el otro le contesta; que quedan, para acá, para allá y bien. En el periódico empiezo a entender cosas y en una calle, veo gente como los indomables "rincones", ¿qué bueno no?. Ando un poco más, y una acampada contra el racismo, me digo para mi mismo, estos no conocen a los intocables de Juanpi (¿tenemos o no tenemos ya una cierta confianza?, somos coleguitas de sanciones, ¿no?, además estamos reclamando, aunque no hemos coincidido).

Pero llega el momento crucial, que es el segundo día, el primero, fuerza, esperanza, energía, altura de miras, pero y ¿el segundo día?, hoy.

Buenos días, ¿y buenas noches?, vale, todo bien, pero claro ella se llama Pepi y viene de Austria, no va mal; si ella viene de Peru, ¿pero no venía de Austria? y ahora encima, me parece que lo pone en masculino, ¿ya nos hemos vuelto liberales en las academias? y entonces pasamos a ver hacía donde va. pero no acaba de llegar y ¿ya se va?, pero ¿en dos trenes?, el otro, ¿para llevar las maletas?. Entonces ¿para qué ha venido?. Vale, vale, hemos que hay definidos e indefinidos, pero ahora, ¿de qué estamos hablando?, ¿estamos en un descanso? o ¿qué?; pues menudos están algunos como para vacilarles después que se lo han tenido que guardar, ¡no estoy hablando del armario!. De ellos, o puede ser también de él, pero este ¿lo arregla todo?

Buff!, la hora de la pastilla, y la profe bebiendo agua y yo que me derrito, sin agua, a cabezadas, es mi hora. Los jóvenes frenéticos contestando los ejercicios a la primera. El de al lado, para explicar una palabra, ¡ que me llama señor mayor!; ¿me cagüen la ........!; la verdad, si te dijera que en estos momentos me creo con un nivel mental de un niño de 4 años. En medio de una cabezada, atisbo a ver la solución a un ejercicio. Ahora, ya me he puesto al corriente, aquí me luzco, después de tantas miserias: A ver José Antonio; Ja, me...(cara de perplejidad en todos), la profesora, por ahora no ha perdido la sonrisa y se acerca y me dice no en este libro, no; en el otro, (en estos momentos me meto debajo del cajón y desde ahí veo los pensamientos de estos jóvenes: este es un bestia, de donde lo han sacado, estaría mejor jugando a las cartas, pobre hombre lo que tienen que hacen estos españolitos y encima les han quitado la siesta y van a cabezadas, que casi da al chico de al lado, que porque se ha quitado que si no le señala, parecía Zidane.

Bueno, yo muy digno, pero esto que es femenino, o masculino y para que lo ponen al principio (con lo chulo que me sentía esta mañana, leyendo algunos párrafos de mi colega Bertold. Y avisa que se acabo; ¿otro ejercicio más? esta vez como no me sujete le digo una cuantas cosas de Angie, ¡si, si la dueña del cortijo europeo!; no, no la clase que ha terminado. Y con mucho corazón, no como el Taber, que ya me quiere llevar a la jubilación; me quiere tranquilizar, me coge del hombro y me dice: ¿se ha enterado usted de algo?, que digo, que si quiere mañana le doy la pastilla, yo un poco antes, porque parece que le ha costado tomarse la pastilla, le he dado quince minutos de descanso y ha aparecido a los 30 (¿cómo le digo que he estado hablando, en su idioma, si en otra librería, ¿qué me pongo mañana? y que venía tan contento que me he pasado de puerta, no un metro, ni treinta, creo que 500 metros y ya no me cuadraba y me he vuelto, a ver, países , singulares, (¿quién yo?), plurales, que vienen, se van y aquí nos quedamos todos, pero dan ganas de decir para no volver más. Pero, lo tengo que intentar: él es bueno, con uno o dos panes y coge un taxi,  ¿pero sólo para comprar el pan?; que pasa ¿que el señorito se siente especial?. Mañana, voy a hablar yo con el de los libros de aprendizaje de idiomas. ¿Es que no ha leído a Kierkegaad?

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Siameses y mercader

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