sábado, julio 20, 2013

Papadopoulos e hijos

Otra película vista en un lenguaje para no entender. Y por ello camino en oscuro entendimiento, donde veo al empresario, al soñador que edificó sobre lo producido, que pensó podía poder llevar adelante un proyecto, y sin embargo, un día visita su antigua casa que ha sido desahuciada, como tantas vidas.

Vidas encumbradas entre lo poseído, enfrentadas al pálpito de corazón mantenido entre la cocina de la palabra, a un futuro absorbido por el fregadero que siempre prepararon los poseedores para que por sus tuberías fueran arrojados quienes cabían por tan pequeñas lugares, mientras ellos eternamente fuera

Descubrir entre la familia, la palmada que vence a la caída. Descubrir que el sol entrega más vida a las plantas que las lucen que falsean luces. Encontrar el amor, entre los ventanales lúgubres de las vidas subastadas, a quien se rebela para no ser una letra en éxito y si una palabra que besa el corazón del amado.

Película que me entrega a la experiencia vivida entre griegos que danzaban a la vida, aunque en el trono ya se bañaban los venenos que siempre hunden países. Se fue ese tiempo, perviven las personas  de la Grecia amada. Plaza al baile en un restaurante exhausto, para aprendizajes que añoran haber parado esas manos que guiaban.

Película con idioma ajeno, tan clara, tan invitación al encuentro

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Siameses y mercader

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